Artículo original

 

 

Habituación de la Violencia Escolar: Caso de una Escuela de Educación General Básica

Habituation to School Violence: The Case of a Basic Education School

Ramiro A. Andino Jaramillo

Unidad Educativa “Vivian Luzuriaga Vásquez”, Santo Domingo, Ecuador.

 

 

La correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a Ramiro A. Andino Jaramillo

Email: raandinoj@gmail.com

 

 

Fecha de recepción: 13 mayo de 2019.

Fecha de aceptación: 17 de junio de 2019.

 

 

 

¿Cómo citar este artículo? (Normas APA): Andino Jaramillo, R.A. (2019). Habituación de la Violencia Escolar: Caso de una Escuela de Educación General Básica. Revista Científica Hallazgos21, 4(2), 150- 163. Recuperado de http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/      


 


Resumen

El presente artículo tiene como objetivo explicar algunas posibles causas de la habituación de la violencia escolar desde la perspectiva de los estudiantes de sexto de año de Educación General Básica de la Unidad Educativa “Vivian Luzuriaga Vásquez” de la ciudad de Santo Domingo; debido a la identificación de un incremento porcentual de la agresividad de los estudiantes en el aula de clases. La metodología utilizada fue de tipo no experimental con base en la investigación explicativa aplicada a una muestra intencional de 64 estudiantes de sexto año de Educación General Básica.  Los resultados obtenidos con la investigación muestran que existe una normalización de la violencia escolar en sus distintas modalidades. De la misma manera, parece ser que los estudiantes son inconscientes del problema, por lo tanto, niegan la frecuencia de actos violentos. En las conclusiones, se explican las causas que ha provocado la habituación de la violencia escolar, destacando la normalización de la agresión y los conflictos, el incremento de la participación en actos violentos, la inconciencia del problema y la extensión de la violencia hacia otros espacios.

Palabras clave: violencia; educación; conflicto social.

Abstract

The present article aims to explain some possible causes of the habituation at school violence from the perspective of the sixth year students of Basic General Education of the Educational Unit "Vivian Luzuriaga Vásquez" of the city of Santo Domingo; due to the identification of a percentage increase in the aggressiveness of the students in the classroom. The methodology used was non-experimental based on explanatory research applied to an intentional sample of 64 students of Basic General Education. The results obtained with this research show that there is a normalization of school violence in its different modalities; in the same line, it seems that the students are unaware of the problem, therefore, they deny the frequency of violent acts. In the conclusions, the reasons that have caused the habituation of school violence are explained, highlighting the normalization of aggression and conflicts, the increase of participation in violent acts, the unconsciousness of the problem and the extension of violence towards other spaces.

Keywords: violence; education; social conflict.

 

 

Habituación de la Violencia Escolar: Caso de una Escuela de Educación General Básica

 

La violencia escolar es un problema que influye directamente en el entorno educativo, ya que provoca una inestabilidad en el clima del aula y afecta las relaciones interpersonales entre los agentes de la institución educativa. De la misma manera, un entorno educativo violento incide negativamente en el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que la agresión y los conflictos dentro de las instituciones educativas afectan la estabilidad emocional, cognitiva y social de las víctimas, de los agresores , de los espectadores y de los docentes (Andino, 2018).


Desde cualquier perspectiva que sea observada o evaluada la violencia escolar, es necesario tomar en cuenta que la violencia es un uso deliberado de fuerza física o de poder en contra de uno mismo, hacia otra persona o a un grupo, con la finalidad de causar daño, traumas o muerte (Piñero, Arense, López & Torres, 2014). Sobre la base de la concepción planteada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la violencia como factor productor de enfermedad, ya que, el exceso de fuerza o poder deliberado hacia una o varias personas, puede ser causal de laceraciones, golpes, traumas, represiones, e incluso la muerte (OMS, 2012).

A pesar de que las agresiones y conflictos entre estudiantes siguen siendo un factor cotidiano de las instituciones educativas. El inicio formal de estudios relacionados con la violencia escolar se originó a partir de los años 70’ y 80’, con una gran influencia de investigaciones y literatura de autores nórdicos  (Jiménez, 2012; Olweus,1978). El problema sobre el cual subyace la violencia escolar es variable, debido a la contextualización de cada estudiante y de la institución educativa en la que socializa, aun así, se debe partir de la premisa general planteada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, citada por el Ministerio de Educación de Perú, que define a la violencia escolar como:

Toda forma de violencia física o psicológica, lesiones y abuso, abandono o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual que ocurre entre escolares, entre adultos y escolares y contra la propiedad, tanto dentro de la escuela como también en sus inmediaciones, entre la escuela y el hogar y a través de las nuevas tecnologías de información y comunicación (Ministerio de Educación de Perú, 2014).

Con base a lo planteado, se puede considerar que la violencia en las aulas de clase es algo inevitable, pero desde una perspectiva más amplia parece ser un problema cotidiano o posiblemente es un problema habituado en la conducta y relaciones interpersonales de los estudiantes, los docentes y la comunidad en la que se asienta la institución educativa.  De acuerdo con lo mencionado, López (2014) considera a la violencia como una forma de resolver conflictos entre los estudiantes, por lo tanto, la institución educativa al ser un espacio social en el que conviven cientos de estudiantes, inevitablemente se van a producir conflictos que pueden desencadenar actos violentos o agresiones entre estudiantes.

La violencia escolar se puede presentar de diferentes formas y en distintas modalidades; como puede ser: la exclusión social, el hostigamiento, las coacciones, la intimidación y el bullying (verbal, físico, gesticular, ciberbullying). El conocimiento de estos tipos de violencia escolar es una primera aproximación al problema, por lo tanto, también es un medio para proponer una solución ajustada a la realidad del contexto escolar. A continuación, se realiza un descripción de las formas en las que se puede presentar la violencia escolar:

a. El bloqueo social es considerado como una agresión relacional o de exclusión social que se presenta de forma directa e indirecta sobre el estudiante. De acuerdo a Armero, Bernardino y Bonet (2011) las exclusiones sociales se presentan de la siguiente manera: “Directas: exclusión deliberada de actividades, impedir su participación (se ve a la víctima alejada en el patio, en clase es evitada, siempre queda sin pareja). Indirectas: ignorarla, hacer como si no estuviera o como si fuera transparente” (p. 663).

b. El hostigamiento es un tipo de violencia que se caracteriza por presentar a un agresor que mediante agresiones verbales trata de afectar a la víctima. La Real Académica de la Lengua Española (2016) define al hostigamiento como la forma de “molestar a alguien o burlarse de él insistentemente” (p.1). De acuerdo a esto, el hostigamiento en el ámbito escolar supone una práctica estructurada de agresiones y persecuciones que tienen una frecuencia persistente. Por esta misma razón, “el hostigamiento y el maltrato son conductas intimidantes persistentes que se ejercen contra una persona” (Ortiz et al., 2014, p.290).

c. Las coacciones son otro tipo de violencia que se observa dentro de las instituciones educativas. De acuerdo a la Enciclopedia Jurídica (2014) “la coacción supone un obrar consciente pero violentado por amenazas de sufrir un mal grave e inminente” (p.1). Un hecho violento por coacción se evidencia al momento de determinar si un estudiante está actuado inadecuadamente por medio de amenazas de otro; esto quiere decir, realizar acciones en contra de su voluntad, porque está recibiendo amenazas contra su integridad en caso de no ejecutarlas (Ramírez, 2016).

d. La intimidación es una forma de violencia escolar poco estimada o considerada como dañina, pero esto está bastante alejado de la realidad de la intimidación. Según el documento Una Guía para Padres De Alumnos de Primaria y Secundaria  (2013) “la intimidación es típicamente una forma de comportamiento repetitivo, persistente y agresivo, cuya intención es producir deliberadamente daño, miedo o angustia a una persona, o crear un entorno negativo en la escuela” (p.1).

De acuerdo a la consideración planteada anteriormente, la intimidación resulta nociva para cualquier persona, en especial para un estudiante, porque su efecto repetitivo de agresiones, dañan o producen miedo en la víctima. Un entorno educativo lleno de intimidaciones provoca otros tipos de agresiones mucho más evidentes a la percepción (violencia física o verbal), esto significa entonces que, controlar la intimidación es parte del tratamiento inicial de la violencia escolar (Palacios & Sánchez, 2014).

El bullying es un término anglosajón, y en español significa acoso u hostigamiento. Este término es nórdico y surgió en la década de los años 1970, fundamentado por el psicólogo e investigador Dan Olweus que lo utilizó por primera vez para referirse al acoso escolar (Olweus,1978). Díaz (2013) explica que “el simple hecho de que una o varias personas molesten a otra, aunque no haya golpes de por medio, se considera bullying” (p.64). El surgimiento de este concepto dio el punto de partida para estudios sobre violencia escolar, dando como resultado cuatro modalidades de bullying que a continuación se explican (ver resumen en la Tabla 1):

De acuerdo a la explicación de las tipologías y modalidades de la violencia escolar, se puede considerar que este problema de por sí es nocivo para cualquier integrante de la comunidad educativa, ya que puede llegar a afectar gravemente a quién cumple el rol de agresor y a quién cumple el rol de la víctima. La violencia dentro de las aulas de clase se puede aumentar si no se denuncia, ya que según el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (2015) uno de los grandes retos para enfrentar este problema es generar sentido de pertenencia y conciencia sobre el rol que se cumple en los diferentes espacios sociales; por lo tanto, La consideración de esta organización se refleja en la víctima y los espectadores, que en varios de los casos tienen actitudes de silencio e indiferencia ante actos violentos.

Tabla 1

Modalidades de Bullying

Modalidad

Descripción

Bullying físico

Es toda agresión corporal, como golpes, patadas, provocar tropezones, encerrar al alguien en el clóset, un baño, u otro lugar; es decir, son acciones que tienen como propósito lastimar físicamente a la víctima.

Bullying verbal

 

Incluye acciones que no son corporales, pero que igualmente causan mucho daño, como poner apodos, insultar, amenazar, inventar chismes en contra del alguien, hacer burla de los defectos físicos o de la condición social de la víctima y cualquier otro tipo de broma repetida.

Bullying gesticular

 

Pueden consistir en una mirada amenazadora, una señal obscena, una cara desagradable, un gesto de burla, etcétera. Se trata de formas de agresión, amenaza o exclusión que por lo común se llevan a cabo a espaldas de cualquier persona que pueda advertir la situación y evitarla o castigarla.

Ciberbullying

 

Se da a través de medios electrónicos de comunicación: teléfonos celulares, chat, páginas en internet (por ejemplo, la práctica de subir imágenes o información a sitios como Youtube, Facebook, Twitter, y otros).

Fuente: Díaz, G. (2013). Prevención de la criminalidad infantil y juvenil: cuidado y cultivo de los valores del niño.

 

 

No denunciar actos de violencia dentro de las instituciones educativas es parte del poco sentido de pertenencia de los actores de la institución; esta actitud desinteresada y hasta en algunos casos desconcertante aumenta la violencia escolar.  La respuesta que debe tener la escuela frente a problemas de violencia, debe de ser analítica y en pro de la resolución de la misma, porque según el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (2015) la escuela construye la violencia, ya que no analiza el papel que desempeñan los actores sociales, las relaciones interpersonales, las dinámicas de grupo, la organización institucional y el funcionamiento del espacio y tiempo educativo de la institución; además “es clave profundizar el análisis en torno a las reglas, que es uno de los aspectos más conflictivos en relación con la violencia, por lo que implica aceptar las normas cuando estas no son consensuadas” (p.3).

Los espectadores internos y externos de la institución educativa incrementan la falta de denuncia de la violencia escolar, en razón de que, forman parte del problema, pero al no tener un rol de agresor o víctima, “se abstienen de cualquier intervención bien guardando un silencio cómplice o bien alentando el maltrato” (Gairín, Armengol & Silva, 2013, p. 23). La falta de conciencia de los espectadores, con respecto a la violencia escolar, provoca que esta no sea identificada para iniciar la respectiva intervención, por lo tanto, provoca que tanto los docentes como los estudiantes consideren que no existen conflictos o actos violentos en las aulas de clase.

La inconciencia que tienen los estudiantes sobre la violencia escolar incita la ocurrencia de actos violentos de los agresores a las víctimas, ya que, “el silencio de los espectadores es aprovechado por los acosadores, que actúan con la seguridad de que no habrá resistencia por parte de los testigos de las agresiones” (Gairín, et al., 2013, p. 24). En este sentido, la inconciencia de la violencia que tienen los estudiantes dentro de las aulas de clase favorece a que “aumente la falta de sensibilidad, la apatía y la insolidaridad respecto a los problemas de los demás, características que aumentan el riesgo de que sean en el futuro protagonistas directos de la violencia” (Gairín et al., 2013, p. 30).

Con respecto a lo explicado anteriormente, es evidente que la violencia escolar es un problema frecuente dentro y fuera de las aulas de clase, debido a que las instituciones educativas son espacios sociales en el que interactúan los estudiantes y, por consiguiente, en algún momento se pueden provocar conflictos que desencadenan agresiones o actos violentos, en una relación de agresor y víctima. Parece ser que la habituación de la violencia escolar cada vez más se enraíza en la cotidianidad de las relaciones interpersonales que se producen en las aulas de clase, provocando una inconciencia o negación de los actos violentos que se pudieran provocar entre estudiantes.

En este sentido, el problema que aborda el presente artículo es el incremento porcentual de la agresividad de los estudiantes en el aula de clases; y en efecto, esto puede ser producto de la habituación de la violencia escolar en las aulas de clase. Para responder a la problemática planteada en el artículo, se propone el objetivo de explicar algunas posibles causas de la habituación de la violencia escolar desde la perspectiva de los estudiantes de sexto de año de Educación General Básica de la Unidad Educativa “Vivian Luzuriaga Vásquez” de la ciudad de Santo Domingo.

Método

El proceso metodológico que se tomó para el estudio partió de un enfoque mixto, debido a que se aplicó el enfoque cualitativo para analizar la percepción de la violencia observada por los estudiantes. Por otro lado, se aplicó el enfoque cuantitativo para el análisis estadístico de la percepción y frecuencia de actos violentos observados o experimentados por los estudiantes en un espacio de tiempo determinado.

El diseño aplicado para el estudio fue de tipo no experimental en base al modelo de Hernández, Fernández y Baptista (2010); debido a que no existió una manipulación deliberada de variables relacionadas con la violencia percibida en la institución. En el mismo sentido, se aplicó una investigación explicativa para determinar algunas de las posibles causas de la habituación de la violencia escolar en la convivencia cotidiana de los estudiantes.

La población considerada para el estudio estuvo conformada por 767 estudiantes, del mismo modo, la muestra seleccionada para la investigación fue de tipo intencional y, correspondió a 64 estudiantes de sexto año de Educación General Básica de la Unidad Educativa “Vivian Luzuriaga Vásquez”.

La técnica para la recogida de datos aplicada fue una encuesta orientada a la identificación de actos violentos que observan o experimentan los estudiantes. Por otro lado, la técnica para el análisis de los datos recogidos con la encuesta fue el análisis estadístico, mediante el cual se resumió y sistematizó los datos en tablas para así determinar los resultados del estudio ejecutado.  

Resultados

A continuación, se describen los resultados obtenidos con la ejecución de la encuesta de identificación y presencia de actos violentos, aplicada a los estudiantes considerados para el estudio:

Tabla 2

Situación emocional en la escuela

Indicadores

%

Sentirse bien en la escuela

82,81%

No les agrada la escuela

15,63%

Miedo de asistir a la escuela

1,56%

Fuente: encuesta de identificación y presencia de actos violentos.

 

 

Tabla 3

Tipos de violencia escolar entre estudiantes

Tipo de violencia escolar

%

Sentimiento de exclusión (bloque social)

35,94%

Coacciones

10,94%

Bullying físico (agresiones físicas)

9,38%

Hostigamiento (burlas)

46,88%

Bullying verbal (insultos)

52,56%

Bullying gesticular (gestos obscenos)

32,81%

Ciberbullying (burlas en redes sociales)

21,88%

Fuente: encuesta de identificación y presencia de actos violentos.

 

Los resultados vienen a comprobar que los estudiantes parecen sentirse bien en la escuela (82,81%); sin embargo, el 1,56% de los estudiantes mencionan que sienten miedo de ir a la escuela y, por otro lado, el 15,63% indican que la escuela no les agrada (ver Tabla 2). A pesar de que existe una mayor cantidad de estudiantes que se sienten a gusto en la escuela, es necesario considerar la perspectiva de los estudiantes que no les agrada la escuela o sienten miedo en la institución, ya que, posiblemente son las víctimas que experimentan u observan la violencia escolar, pero no la denuncian por alguna razón.

De acuerdo a los resultados, se demuestra que el 35,94% de los estudiantes sienten o han sentido que son excluidos de actividades dentro y fuera del aula de clases, por lo tanto, parece ser que existe una primera evidencia de la exclusión o bloqueo social que se puede ejercer entre estudiantes (Tabla 3). Del mismo modo, las coacciones entre estudiantes son proco evidentes o no percibidas de manera evidente entre los estudiantes, en razón de que solo 10,94% de los estudiantes menciona que son obligados a hacer acciones en contra de su voluntad por medio de amenazas (ver Tabla 3).

Por otro lado, el 9,38% de los estudiantes indican que son agredidos de forma física por uno o varios compañeros de clase (ver Tabla 3). En concordancia con los resultados descritos, se plantea una posible relación entre el bullying físico y las coacciones, ya que, en primer lugar, tienen una diferencia porcentual mínima y, en segundo lugar, las coacciones entre estudiantes se pueden producir mediante amenazas y agresiones físicas para dominar a la víctima.

Sobre la base de los resultados, se demuestra que la violencia física y las coacciones son poco observadas o experimentadas por los estudiantes. Pero desde otra perspectiva, parece ser que existe una mayor participación de estudiantes actos violentos de tipología verbal y gesticular. Con respecto a lo mencionado, el 52,56% de los estudiantes indican que han observado o han sido objeto de insultos, de la misma manera, el 46,88% de los estudiantes mencionan que son hostigados por medio de burlas y, por otro lado, el 32,81% de los estudiantes dicen que reciben gestos obscenos dentro o fuera del aula de clases (ver Tabla 3).

Los resultados muestran que el 21,88% de los estudiantes son objetos de burlas por medio de redes sociales (ciberbullying), por lo tanto, es una evidencia de la reproducción de la violencia escolar en espacios externos a las instituciones educativas (ver Tabla 3). En definitiva, los resultados expuestos sobre el alto porcentaje de agresiones verbales y gesticulares, parecen estar expandiéndose a espacios en los que existe un menor control, como es el caso del ciberbullying; de este modo, es posible un incremento porcentual de la violencia escolar, al mismo tiempo, una habituación de ciertas agresiones entre estudiantes.

Discusión

Los resultados obtenidos en el estudio vienen a comprobar que el contexto educativo tiene como un reto esencial combatir la habituación de la violencia, porque puede ser considerado como un problema de salud que probablemente impacte las condiciones de vida de los estudiantes y sus familias, por lo tanto, se debe considerar a la violencia escolar como un posible productor de enfermedades físicas y psicológicas en los estudiantes, como lo plantea la Organización Mundial de la Salud (citado por Piñero, et al., 2014).

La habituación de la violencia en el contexto escolar de la institución puede ser causada por la naturaleza conflictiva de los estudiantes, a su vez, según Jiménez (2012) las personas pueden ser más o menos violentas de acuerdo al contexto, sin que esto tenga relación con la característica conflictiva innata de los humanos. Desde esta perspectiva la habituación de la violencia escolar, de acuerdo a Fernández y López (2014) puede ser efecto del poder que ciertos estudiantes aplican durante la socialización en los recesos, las actividades o en espacios extra curriculares con la finalidad de dañar, lastimar o agredir para obtener el poder dentro y fuera de las aulas de clases.

Otra explicación a esta habituación de la violencia en las aulas de clases es explicada por Myers (2013), el cual considera que la violencia varía de contexto a contexto y de persona a personas, es decir, no es un instinto aprendido, sino que requiere de ciertos estímulos para que se desencadene la conducta agresiva. Sobre la base de este planteamiento, parece ser que la conducta agresiva reiterada y poco controlada de ciertos estudiantes provoca que procedimentalmente la violencia sea común para todos, inclusive para los docentes, lo que ahonda el problema, y que es expuesto por organismos como la OMS, la UNICEF y el Ministerio de Educación del Ecuador (MINEDUC, 2014).

De acuerdo a los resultados, la aceptación del contexto escolar por los estudiantes parece ser agradable, además mencionan que se sienten generalmente bien; sin embargo, hay estudiantes que tienen miedo en la escuela. Este sentimiento por parte de algunos estudiantes puede ser efecto de la comparación con sus iguales, que de acuerdo a Morris y Maisto (2014) es característico de las personas, porque esto permite saber qué posición se ocupa en el contexto y la socialización. Sobre la base de lo mencionado, parece ser que el miedo es provocado por el rol de víctimas que pueden tener algunos estudiantes en el aula, y cuando se comparan con sus compañeros y posibles agresores, pueden surgir ciertos miedos, por sentirse indefensos o desprotegidos.

Sentir miedo en la escuela es una secuela de la posible violencia que pueden experimentar ciertos estudiantes, por otra parte, según Rosser, Martínez y Villegas (2015) los menores que crecen en ambientes violentos se adaptan y desarrollan comportamientos inadecuados que posiblemente obstaculicen el aprendizaje y el desarrollo social; por esta misma razón, es importante luchar en contra de la habituación de la violencia escolar, porque, los estudiantes que la sufren y sienten miedo por su integridad, también se les está impidiendo un desarrollo adecuado de su personalidad y aprendizaje.

En concordancia con los resultados, se menciona que existe un sentimiento de exclusión que parece estar relacionado con el porcentaje de estudiantes que tienen miedo en la escuela. Esta relación concuerda con el planteamiento de Santrock (2012), el cual considera que los niños acosados o violentados sienten soledad, además de tener una mayor dificultad para hacer amigos. Por lo tanto, parece ser que los estudiantes que tienen miedo en la escuela, también se sienten excluidos por sus compañeros, lo que puede incrementar los efectos negativos de la violencia escolar en su desenvolvimiento diario en la comunidad escolar.

Se relaciona también, las coacciones con el miedo que tienen ciertos estudiantes, porque tienen que realizar acciones en contra de su voluntad, demostrando el bullying que sufren. Estos estudiantes que son excluidos y que además tienen miedo, según Díaz (2013) son los más vulnerables del grupo, ya que, se dejan hacer cualquier cosa, porque no saben cómo responder a los agresores o mucho peor defenderse. Esto provoca que sean manipulados por sus agresores, que les obligan a hacer cosas que no quieren hacer voluntariamente.

Los resultados parecen indicar la existencia de un alto grado de participación de estudiantes en actos violentos, en razón de que la mayoría niegan la ocurrencia de acciones relacionadas con el hostigamiento, las coacciones, el bullying verbal, el bullying físico y el bullying gesticular, siendo actores pasivos o cómplices de la violencia. De acuerdo a esto, se puede tomar en consideración el planteamiento de Pouwels, Scholte, van Noorden y Cillessen (2016), en el que se valora al agresor como un sujeto que se forma con el paso del tiempo y de acuerdo al contexto, por lo tanto, la negación que tienen los estudiantes con respecto a la violencia que observan o experimentan en la escuela, posiblemente sea un factor negativo en la formación de un estudiante agresor.

La negación de los actos violentos al parecer está normalizando el bullying verbal y el bullying gesticular, que posiblemente son prácticas no controladas por los docentes, o no son denunciadas por los estudiantes. La normalización de estos tipos de violencia escolar, puede ser explicada según López (2014), el cual considera a la violencia como una de las formas que tienen las personas de resolver un conflicto; por lo tanto, la normalización del bullying verbal y el bullying gesticular puede ser efecto de la cotidianidad de los estudiantes y el contexto en el que se desenvuelve la vida escolar, es decir, se ha podido normalizar en los estudiantes al recibir y emitir palabras soeces y chismes para causar daños, así mismo, hacer gestos obscenos para amenazar o burlarse de un compañero o compañera de clase (Díaz, 2013).

Por otro lado, los estudiantes parecen estar utilizando las redes sociales como espacios para reproducir la violencia que se genera en el contexto escolar, consecuentemente, las burlas, los insultos, las bromas pesadas y los chismes se están publicando en estos medios electrónicos con la finalidad de causar daño o afectar la reputación de un compañero o compañera de clase (Díaz, 2013). Este y otros tipos de violencia escolar parecen ser provocados por la poca o nula denuncia de actos violentos por parte de los estudiantes, lo que demuestra la falta de conciencia sobre la violencia que se produce en la institución.

El silencio cómplice de los estudiantes es un problema que puede acrecentar la violencia escolar. Según el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (2015) unos de los grandes obstáculos para enfrentar la violencia en las aulas de clases es la falta de sentido de pertenencia del espacio social en el que se establecen las relaciones interpersonales, por esta razón, los estudiantes pueden ser cómplices pasivos o activos de este problema; posiblemente causales de la violencia escolar, ya que, no son conscientes de la misma.

Cuando los estudiantes son inconscientes del problema de la violencia escolar, se convierten en espectadores pasivos o activos (de acuerdo a la situación) de conflictos o agresiones; esto provoca que, tengan una influencia negativa en el incremento de este problema. De acuerdo a Gairín, Armengol y Silva (2013) los espectadores forman parte del problema de la violencia, pero al no tener un rol de agresor o víctima se abstienen de cualquier intervención, guardando un silencio cómplice o alentando el maltrato. Sobre la base de lo planteado, parece ser que los espectadores serían otra causa de la falta de denuncia de la violencia escolar, dado que forman parte del problema, pero no tienen conciencia de lo que sucede, porque tanto agentes internos como externos del contexto escolar posiblemente estén reafirmando la violencia como algo normal.

Con base a lo planteado, se explican ciertas piezas claves sobre la habituación de la violencia escolar, que viene dada en primer lugar por el contexto conflictivo y violento en el que socializan los estudiantes. De la misma manera, la frecuencia de actos violentos y conflictos entre estudiantes ha provocado que estos los empiecen a normalizar, lo que provoca un incremente inconsciente de la violencia escolar. El enramado del problema puede tener varias direcciones, como ya se lo ha explicado, pero desde la percepción de los estudiantes parece que no estuviera ocurriendo nada fuera de lo normal. Esta forma inconsciente de observar o experimentar la violencia escolar parece ser producida por la pasividad o complicidad de los estudiantes o los docentes (Andino, 2018) y, desde su perspectiva la violencia es un elemento habitual de su contexto, de su desarrollo y de su educación.

Conclusiones

Los estudiantes están habituando el “conflicto” y la “agresión” como una realidad en el aula de clase; esta normalización puede explicar el temor que sienten ciertos estudiantes por asistir a la escuela, e inclusive un posible ausentismo escolar. La violencia que experimentan algunos estudiantes no solo provoca temor, sino también un sentimiento de exclusión, que es aprovechado por los agresores para obligar a estos estudiantes a realizar acciones en contra de su voluntad mediante agresiones.

De la misma manera, existe una gran participación de estudiantes en actos violentos, ya que la mayoría niega los hechos, convirtiéndose en posibles espectadores pasivos y cómplices de la violencia escolar. El bullying verbal y las burlas son los tipos de violencia escolar más frecuentes entre estudiantes, por esta razón, los insultos y gestos obscenos entre estudiantes se han normalizado en el contexto educativo, debido a la escasa atención sobre estos tipos de violencia escolar.

La violencia en las aulas de clase también se ha extendido a las redes sociales, las cuales se han convertido en espacios para reproducir los conflictos y agresiones que se producen en el contexto escolar. Esto supone un elemento a tener en cuenta, por su relación con el acceso a las TIC y la alfabetización digital de los estudiantes, ya que la tecnología, en lugar de ser un elemento formador de los mismos, puede convertirse en un espacio más para habituar la violencia escolar.

En definitiva, la habituación de la violencia escolar ha provocado que los estudiantes sean cada vez más inconscientes del problema. Por lo tanto, parece ser que procedimentalmente se ha modificado la percepción de la violencia que observan o experimental los estudiantes dentro y fuera del aula, dando como resultado el incremento de los espectadores y actores pasivos con relación a los conflictos y la violencia escolar, que cada vez más, forman parte del contexto y relaciones interpersonales entre estudiantes.



 

Referencias

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