Artículo original
Habituación
de la Violencia Escolar: Caso de una Escuela de Educación General Básica
Habituation
to School Violence: The Case of a Basic Education School
Ramiro
A. Andino Jaramillo
Unidad
Educativa “Vivian Luzuriaga Vásquez”, Santo Domingo, Ecuador.
La correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a
Ramiro A. Andino Jaramillo
Email: raandinoj@gmail.com
Fecha de
recepción: 13 mayo de 2019.
Fecha de
aceptación: 17 de junio de 2019.
¿Cómo citar este artículo? (Normas APA):
Andino Jaramillo, R.A. (2019). Habituación de la Violencia
Escolar: Caso de una Escuela de Educación General Básica. Revista Científica Hallazgos21, 4(2),
150- 163. Recuperado de http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/
Resumen
El
presente artículo tiene como objetivo explicar algunas posibles causas de la habituación
de la violencia escolar desde la perspectiva de los estudiantes de sexto de año
de Educación General Básica de la Unidad Educativa “Vivian
Luzuriaga Vásquez” de la ciudad de Santo Domingo; debido a la
identificación de un incremento porcentual de la agresividad de los estudiantes
en el aula de clases. La metodología utilizada fue de tipo no experimental con
base en la investigación explicativa aplicada a una muestra intencional de 64
estudiantes de sexto año de Educación General Básica. Los resultados obtenidos con la investigación muestran
que existe una normalización de la violencia escolar en sus distintas
modalidades. De la misma manera, parece ser que los estudiantes son inconscientes
del problema, por lo tanto, niegan la frecuencia de actos violentos. En las
conclusiones, se explican las causas que ha provocado la habituación de la
violencia escolar, destacando la normalización de la agresión y los conflictos,
el incremento de la participación en actos violentos, la inconciencia del
problema y la extensión de la violencia hacia otros espacios.
Palabras
clave:
violencia; educación; conflicto social.
Abstract
The present article aims to explain some possible causes
of the habituation at school violence from the perspective of the sixth year
students of Basic General Education of the Educational Unit "Vivian
Luzuriaga Vásquez" of the city of Santo Domingo; due to the identification
of a percentage increase in the aggressiveness of the students in the
classroom. The methodology used was non-experimental based on explanatory
research applied to an intentional sample of 64 students of Basic General
Education. The results obtained with this research show that there is a
normalization of school violence in its different modalities; in the same line,
it seems that the students are unaware of the problem, therefore, they deny the
frequency of violent acts. In the conclusions, the reasons that have caused the
habituation of school violence are explained, highlighting the normalization of
aggression and conflicts, the increase of participation in violent acts, the
unconsciousness of the problem and the extension of violence towards other
spaces.
Keywords: violence;
education; social conflict.
Habituación de la Violencia
Escolar: Caso
de una Escuela de Educación General Básica
La violencia escolar es un problema que
influye directamente en el entorno educativo, ya que provoca una inestabilidad
en el clima del aula y afecta las relaciones interpersonales entre los agentes
de la institución educativa. De la misma manera, un entorno educativo violento
incide negativamente en el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que la
agresión y los conflictos dentro de las instituciones educativas afectan la
estabilidad emocional, cognitiva y social de las víctimas, de los agresores , de
los espectadores y de los docentes (Andino, 2018).
Desde cualquier perspectiva que sea
observada o evaluada la violencia escolar, es necesario tomar en cuenta que la
violencia es un uso deliberado de fuerza física o de poder en contra de uno
mismo, hacia otra persona o a un grupo, con la finalidad de causar daño,
traumas o muerte (Piñero, Arense, López & Torres, 2014). Sobre la base de
la concepción planteada, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a
la violencia como factor productor de enfermedad, ya que, el exceso de fuerza o
poder deliberado hacia una o varias personas, puede ser causal de laceraciones,
golpes, traumas, represiones, e incluso la muerte (OMS, 2012).
A pesar de que las agresiones y
conflictos entre estudiantes siguen siendo un factor cotidiano de las
instituciones educativas. El inicio formal de estudios relacionados con la
violencia escolar se originó a partir de los años 70’ y 80’, con una gran influencia
de investigaciones y literatura de autores nórdicos (Jiménez, 2012; Olweus,1978).
El problema sobre el cual subyace la violencia escolar es variable, debido a la
contextualización de cada estudiante y de la institución educativa en la que socializa,
aun así, se debe partir de la premisa general planteada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas, citada por el Ministerio de Educación de Perú, que
define a la violencia escolar como:
Toda forma de violencia física o
psicológica, lesiones y abuso, abandono o trato negligente, malos tratos o
explotación, incluido el abuso sexual que ocurre entre escolares, entre adultos
y escolares y contra la propiedad, tanto dentro de la escuela como también en
sus inmediaciones, entre la escuela y el hogar y a través de las nuevas tecnologías
de información
y comunicación (Ministerio de Educación de Perú, 2014).
Con base a lo planteado, se puede
considerar que la violencia en las aulas de clase es algo inevitable, pero
desde una perspectiva más amplia parece ser un problema cotidiano o posiblemente
es un problema habituado en la conducta y relaciones interpersonales de los
estudiantes, los docentes y la comunidad en la que se asienta la institución
educativa. De acuerdo con lo mencionado,
López (2014) considera a la violencia como una forma de resolver conflictos
entre los estudiantes, por lo tanto, la institución educativa al ser un espacio
social en el que conviven cientos de estudiantes, inevitablemente se van a
producir conflictos que pueden desencadenar actos violentos o agresiones entre
estudiantes.
La violencia escolar se puede presentar
de diferentes formas y en distintas modalidades; como
puede ser: la exclusión social, el hostigamiento, las coacciones, la
intimidación y el bullying (verbal, físico, gesticular, ciberbullying). El
conocimiento de estos tipos de violencia escolar es una primera aproximación al
problema, por lo tanto, también es un medio para proponer una solución ajustada
a la realidad del contexto escolar. A continuación, se realiza un descripción
de las formas en las que se puede presentar la violencia escolar:
a. El bloqueo social es considerado
como una agresión relacional o de exclusión social que se presenta de forma directa
e indirecta sobre el estudiante. De acuerdo a Armero, Bernardino y Bonet (2011)
las exclusiones sociales se presentan de la siguiente manera: “Directas:
exclusión deliberada de actividades, impedir su participación (se ve a la
víctima alejada en el patio, en clase es evitada, siempre queda sin pareja).
Indirectas: ignorarla, hacer como si no estuviera o como si fuera transparente”
(p. 663).
b. El hostigamiento es un tipo de
violencia que se caracteriza por presentar a un agresor que mediante agresiones
verbales trata de afectar a la víctima. La Real Académica de la Lengua Española
(2016) define al hostigamiento como la forma de “molestar a alguien o burlarse
de él insistentemente” (p.1). De acuerdo a esto, el hostigamiento en el ámbito
escolar supone una práctica estructurada de agresiones y persecuciones que
tienen una frecuencia persistente. Por esta misma razón, “el hostigamiento y el
maltrato son conductas intimidantes persistentes que se ejercen contra una
persona” (Ortiz et al., 2014, p.290).
c. Las coacciones son otro tipo de
violencia que se observa dentro de las instituciones educativas. De acuerdo a
la Enciclopedia Jurídica (2014) “la coacción supone un obrar consciente pero
violentado por amenazas de sufrir un mal
grave e inminente” (p.1). Un hecho violento por coacción se evidencia al
momento de determinar si un estudiante está actuado inadecuadamente por medio
de amenazas de otro; esto quiere decir, realizar acciones en contra de su
voluntad, porque está recibiendo amenazas contra su integridad en caso de no ejecutarlas
(Ramírez, 2016).
d. La intimidación es una forma de
violencia escolar poco estimada o considerada como dañina, pero esto está
bastante alejado de la realidad de la intimidación. Según el documento Una Guía
para Padres De Alumnos de Primaria y Secundaria (2013) “la intimidación es típicamente una
forma de comportamiento repetitivo, persistente y agresivo, cuya intención es
producir deliberadamente daño, miedo o angustia a una persona, o crear un
entorno negativo en la escuela” (p.1).
De acuerdo a la consideración planteada
anteriormente, la intimidación resulta nociva para cualquier persona, en
especial para un estudiante, porque su efecto repetitivo de agresiones, dañan o
producen miedo en la víctima. Un entorno educativo lleno de intimidaciones
provoca otros tipos de agresiones mucho más evidentes a la percepción
(violencia física o verbal), esto significa entonces que, controlar la
intimidación es parte del tratamiento inicial de la violencia escolar (Palacios
& Sánchez, 2014).
El bullying es un término anglosajón, y en español significa acoso u hostigamiento. Este término es nórdico y surgió en la década de los años 1970, fundamentado por el psicólogo e investigador Dan Olweus que lo utilizó por primera vez para referirse al acoso escolar (Olweus,1978). Díaz (2013) explica que “el simple hecho de que una o varias personas molesten a otra, aunque no haya golpes de por medio, se considera bullying” (p.64). El surgimiento de este concepto dio el punto de partida para estudios sobre violencia escolar, dando como resultado cuatro modalidades de bullying que a continuación se explican (ver resumen en la Tabla 1):
De acuerdo a la explicación de las
tipologías y modalidades de la violencia escolar, se puede considerar que este
problema de por sí es nocivo para cualquier integrante de la comunidad
educativa, ya que puede llegar a afectar gravemente a quién cumple el rol de
agresor y a quién cumple el rol de la víctima. La violencia dentro de las aulas
de clase se puede aumentar si no se denuncia, ya que según el Sistema de
Información de Tendencias Educativas en América Latina (2015) uno de los
grandes retos para enfrentar este problema es generar sentido de pertenencia y
conciencia sobre el rol que se cumple en los diferentes espacios sociales; por
lo tanto, La consideración de esta organización se refleja en la víctima y los
espectadores, que en varios de los casos tienen actitudes de silencio e
indiferencia ante actos violentos.
Tabla 1 Modalidades de Bullying
Fuente:
Díaz,
G. (2013). Prevención de la criminalidad infantil y juvenil: cuidado y
cultivo de los valores del niño. |
No denunciar actos de violencia dentro
de las instituciones educativas es parte del poco sentido de pertenencia de los
actores de la institución; esta actitud desinteresada y hasta en algunos casos
desconcertante aumenta la violencia escolar.
La respuesta que debe tener la escuela frente a problemas de violencia,
debe de ser analítica y en pro de la resolución de la misma, porque según el
Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (2015) la
escuela construye la violencia, ya que no analiza el papel que desempeñan los
actores sociales, las relaciones interpersonales, las dinámicas de grupo, la
organización institucional y el funcionamiento del espacio y tiempo educativo
de la institución; además “es clave profundizar el análisis en torno a las
reglas, que es uno de los aspectos más conflictivos en relación con la
violencia, por lo que implica aceptar las normas cuando estas no son
consensuadas” (p.3).
Los espectadores internos y externos de
la institución educativa incrementan la falta de denuncia de la violencia
escolar, en razón de que, forman parte del problema, pero al no tener un rol de
agresor o víctima, “se abstienen de cualquier intervención bien guardando un
silencio cómplice o bien alentando el maltrato” (Gairín, Armengol & Silva,
2013, p. 23). La falta de conciencia de los espectadores, con respecto a la
violencia escolar, provoca que esta no sea identificada para iniciar la
respectiva intervención, por lo tanto, provoca que tanto los docentes como los
estudiantes consideren que no existen conflictos o actos violentos en las aulas
de clase.
La inconciencia que tienen los
estudiantes sobre la violencia escolar incita la ocurrencia de actos violentos
de los agresores a las víctimas, ya que, “el silencio de los espectadores es
aprovechado por los acosadores, que actúan con la seguridad de que no habrá
resistencia por parte de los testigos de las agresiones” (Gairín, et al., 2013,
p. 24). En este sentido, la inconciencia de la violencia que tienen los
estudiantes dentro de las aulas de clase favorece a que “aumente la falta de
sensibilidad, la apatía y la insolidaridad respecto a los problemas de los
demás, características que aumentan el riesgo de que sean en el futuro
protagonistas directos de la violencia” (Gairín et al., 2013, p. 30).
Con respecto a lo explicado
anteriormente, es evidente que la violencia escolar es un problema frecuente
dentro y fuera de las aulas de clase, debido a que las instituciones educativas
son espacios sociales en el que interactúan los estudiantes y, por
consiguiente, en algún momento se pueden provocar conflictos que desencadenan
agresiones o actos violentos, en una relación de agresor y víctima. Parece ser
que la habituación de la violencia escolar cada vez más se enraíza en la
cotidianidad de las relaciones interpersonales que se producen en las aulas de
clase, provocando una inconciencia o negación de los actos violentos que se
pudieran provocar entre estudiantes.
En este sentido, el problema que aborda
el presente artículo es el incremento porcentual de la agresividad de los
estudiantes en el aula de clases; y en efecto, esto puede ser producto de la
habituación de la violencia escolar en las aulas de clase. Para responder a la
problemática planteada en el artículo, se propone el objetivo de explicar
algunas posibles causas de la habituación de la violencia escolar desde la
perspectiva de los estudiantes de sexto de año de Educación General Básica de
la Unidad Educativa “Vivian Luzuriaga Vásquez” de la ciudad de Santo Domingo.
Método
El proceso metodológico que se tomó
para el estudio partió de un enfoque mixto, debido a que se aplicó el enfoque
cualitativo para analizar la percepción de la violencia observada por los
estudiantes. Por otro lado, se aplicó el enfoque cuantitativo para el análisis
estadístico de la percepción y frecuencia de actos violentos observados o
experimentados por los estudiantes en un espacio de tiempo determinado.
El diseño aplicado para el estudio fue
de tipo no experimental en base al modelo de Hernández, Fernández y Baptista
(2010); debido a que no existió una manipulación deliberada de variables
relacionadas con la violencia percibida en la institución. En el mismo sentido,
se aplicó una investigación explicativa para determinar algunas de las posibles
causas de la habituación de la violencia escolar en la convivencia cotidiana de
los estudiantes.
La población considerada para el
estudio estuvo conformada por 767 estudiantes, del mismo modo, la muestra seleccionada
para la investigación fue de tipo intencional y, correspondió a 64 estudiantes
de sexto año de Educación General Básica de la Unidad Educativa “Vivian
Luzuriaga Vásquez”.
La técnica para la recogida de datos
aplicada fue una encuesta orientada a la identificación de actos violentos que
observan o experimentan los estudiantes. Por otro lado, la técnica para el
análisis de los datos recogidos con la encuesta fue el análisis estadístico,
mediante el cual se resumió y sistematizó los datos en tablas para así
determinar los resultados del estudio ejecutado.
Resultados
A continuación, se describen los
resultados obtenidos con la ejecución de la encuesta de
identificación y presencia de actos violentos, aplicada a los estudiantes
considerados para el estudio:
Tabla 2 Situación
emocional en la escuela
Fuente: encuesta
de identificación y presencia de actos violentos. |
Tabla 3 Tipos de violencia escolar entre estudiantes
Fuente: encuesta de identificación y presencia de actos
violentos. |
De acuerdo a los resultados, se demuestra que el 35,94%
de los estudiantes sienten o han sentido que son excluidos de actividades
dentro y fuera del aula de clases, por lo tanto, parece ser que existe una
primera evidencia de la exclusión o bloqueo social que se puede ejercer entre
estudiantes (Tabla 3). Del mismo modo, las coacciones entre estudiantes son
proco evidentes o no percibidas de
manera evidente entre los estudiantes, en razón de que solo 10,94% de los
estudiantes menciona que son obligados a hacer acciones en contra de su
voluntad por medio de amenazas (ver Tabla 3).
Por otro lado, el 9,38% de los estudiantes indican que
son agredidos de forma física por uno o varios compañeros de clase (ver Tabla 3).
En concordancia con los resultados descritos, se plantea una posible relación
entre el bullying físico y las coacciones, ya que, en primer lugar, tienen una
diferencia porcentual mínima y, en segundo lugar, las coacciones entre
estudiantes se pueden producir mediante amenazas y agresiones físicas para
dominar a la víctima.
Sobre la base de los resultados, se demuestra que la
violencia física y las coacciones son poco observadas o experimentadas por los
estudiantes. Pero desde otra perspectiva, parece ser que existe una mayor
participación de estudiantes actos violentos de tipología verbal y gesticular.
Con respecto a lo mencionado, el 52,56% de los estudiantes indican que han
observado o han sido objeto de insultos, de la misma manera, el 46,88% de los
estudiantes mencionan que son hostigados por medio de burlas y, por otro lado,
el 32,81% de los estudiantes dicen que reciben gestos obscenos dentro o fuera
del aula de clases (ver Tabla 3).
Los resultados muestran que el 21,88% de los estudiantes
son objetos de burlas por medio de redes sociales (ciberbullying), por lo
tanto, es una evidencia de la reproducción de la violencia escolar en espacios externos
a las instituciones educativas (ver Tabla 3). En definitiva, los resultados
expuestos sobre el alto porcentaje de agresiones verbales y gesticulares,
parecen estar expandiéndose a espacios en los que existe un menor control, como
es el caso del ciberbullying; de este modo, es posible un incremento porcentual
de la violencia escolar, al mismo tiempo, una habituación de ciertas agresiones
entre estudiantes.
Discusión
Los resultados obtenidos en el estudio vienen a comprobar
que el contexto educativo tiene como un reto esencial combatir la habituación
de la violencia, porque puede ser considerado como un problema de salud que
probablemente impacte las condiciones de vida de los estudiantes y sus familias,
por lo tanto, se debe considerar a la violencia escolar como un posible
productor de enfermedades físicas y psicológicas en los estudiantes, como lo
plantea la Organización Mundial de la Salud (citado por Piñero, et al., 2014).
La habituación de la violencia en el contexto escolar de
la institución puede ser causada por la naturaleza conflictiva de los
estudiantes, a su vez, según Jiménez (2012) las personas pueden ser más o menos
violentas de acuerdo al contexto, sin que esto tenga relación con la
característica conflictiva innata de los humanos. Desde esta perspectiva la
habituación de la violencia escolar, de acuerdo a Fernández y López (2014)
puede ser efecto del poder que ciertos estudiantes aplican durante la
socialización en los recesos, las actividades o en espacios extra curriculares
con la finalidad de dañar, lastimar o agredir para obtener el poder dentro y
fuera de las aulas de clases.
Otra explicación a esta habituación de la violencia en
las aulas de clases es explicada por Myers (2013), el cual considera que la
violencia varía de contexto a contexto y de persona a personas, es decir, no es
un instinto aprendido, sino que requiere de ciertos estímulos para que se
desencadene la conducta agresiva. Sobre la base de este planteamiento, parece
ser que la conducta agresiva reiterada y poco controlada de ciertos estudiantes
provoca que procedimentalmente la violencia sea común para todos, inclusive
para los docentes, lo que ahonda el problema, y que es expuesto por organismos
como la OMS, la UNICEF y el Ministerio de Educación del Ecuador (MINEDUC, 2014).
De acuerdo a los resultados, la aceptación del contexto
escolar por los estudiantes parece ser agradable, además mencionan que se
sienten generalmente bien; sin embargo, hay estudiantes que tienen miedo en la
escuela. Este sentimiento por parte de algunos estudiantes puede ser efecto de
la comparación con sus iguales, que de acuerdo a Morris y Maisto (2014) es
característico de las personas, porque esto permite saber qué posición se ocupa
en el contexto y la socialización. Sobre la base de lo mencionado, parece ser
que el miedo es provocado por el rol de víctimas que pueden tener algunos
estudiantes en el aula, y cuando se comparan con sus compañeros y posibles
agresores, pueden surgir ciertos miedos, por sentirse indefensos o
desprotegidos.
Sentir miedo en la escuela es una secuela de la posible
violencia que pueden experimentar ciertos estudiantes, por otra parte, según
Rosser, Martínez y Villegas (2015) los menores que crecen en ambientes
violentos se adaptan y desarrollan comportamientos inadecuados que posiblemente
obstaculicen el aprendizaje y el desarrollo social; por esta misma razón, es importante
luchar en contra de la habituación de la violencia escolar, porque, los
estudiantes que la sufren y sienten miedo por su integridad, también se les
está impidiendo un desarrollo adecuado de su personalidad y aprendizaje.
En concordancia con los resultados, se menciona que
existe un sentimiento de exclusión que parece estar relacionado con el
porcentaje de estudiantes que tienen miedo en la escuela. Esta relación concuerda
con el planteamiento de Santrock (2012), el cual considera que los niños
acosados o violentados sienten soledad, además de tener una mayor dificultad
para hacer amigos. Por lo tanto, parece ser que los estudiantes que tienen
miedo en la escuela, también se sienten excluidos por sus compañeros, lo que
puede incrementar los efectos negativos de la violencia escolar en su
desenvolvimiento diario en la comunidad escolar.
Se relaciona también, las coacciones con el miedo que
tienen ciertos estudiantes, porque tienen que realizar acciones en contra de su
voluntad, demostrando el bullying que sufren. Estos estudiantes que son
excluidos y que además tienen miedo, según Díaz (2013) son los más vulnerables
del grupo, ya que, se dejan hacer cualquier cosa, porque no saben cómo
responder a los agresores o mucho peor defenderse. Esto provoca que sean
manipulados por sus agresores, que les obligan a hacer cosas que no quieren
hacer voluntariamente.
Los resultados parecen indicar la existencia de un alto
grado de participación de estudiantes en actos violentos, en razón de que la
mayoría niegan la ocurrencia de acciones relacionadas con el hostigamiento, las
coacciones, el bullying verbal, el bullying físico y el bullying gesticular,
siendo actores pasivos o cómplices de la violencia. De acuerdo a esto, se puede
tomar en consideración el planteamiento de Pouwels, Scholte, van Noorden y
Cillessen (2016), en el que se valora al agresor como un sujeto que se forma
con el paso del tiempo y de acuerdo al contexto, por lo tanto, la negación que
tienen los estudiantes con respecto a la violencia que observan o experimentan
en la escuela, posiblemente sea un factor negativo en la formación de un
estudiante agresor.
La negación de los actos violentos al parecer está
normalizando el bullying verbal y el bullying gesticular, que posiblemente son
prácticas no controladas por los docentes, o no son denunciadas por los
estudiantes. La normalización de estos tipos de violencia escolar, puede ser
explicada según López (2014), el cual considera a la violencia como una de las
formas que tienen las personas de resolver un conflicto; por lo tanto, la
normalización del bullying verbal y el bullying gesticular puede ser efecto de
la cotidianidad de los estudiantes y el contexto en el que se desenvuelve la
vida escolar, es decir, se ha podido normalizar en los estudiantes al recibir y
emitir palabras soeces y chismes para causar daños, así mismo, hacer gestos
obscenos para amenazar o burlarse de un compañero o compañera de clase (Díaz,
2013).
Por otro lado, los estudiantes parecen estar utilizando
las redes sociales como espacios para reproducir la violencia que se genera en
el contexto escolar, consecuentemente, las burlas, los insultos, las bromas
pesadas y los chismes se están publicando en estos medios electrónicos con la
finalidad de causar daño o afectar la reputación de un compañero o compañera de
clase (Díaz, 2013). Este y otros tipos de violencia escolar parecen ser
provocados por la poca o nula denuncia de actos violentos por parte de los
estudiantes, lo que demuestra la falta de conciencia sobre la violencia que se
produce en la institución.
El silencio cómplice de los estudiantes es un problema
que puede acrecentar la violencia escolar. Según el Sistema de Información de
Tendencias Educativas en América Latina (2015)
unos de los grandes obstáculos para enfrentar la violencia en las aulas de
clases es la falta de sentido de pertenencia del espacio social en el que se
establecen las relaciones interpersonales, por esta razón, los estudiantes
pueden ser cómplices pasivos o activos de este problema; posiblemente causales
de la violencia escolar, ya que, no son conscientes de la misma.
Cuando los estudiantes son inconscientes del problema de
la violencia escolar, se convierten en espectadores pasivos o activos (de
acuerdo a la situación) de conflictos o agresiones; esto provoca que, tengan
una influencia negativa en el incremento de este problema. De acuerdo a Gairín,
Armengol y Silva (2013) los espectadores forman parte del problema de la
violencia, pero al no tener un rol de agresor o víctima se abstienen de
cualquier intervención, guardando un silencio cómplice o alentando el maltrato.
Sobre la base de lo planteado, parece ser que los espectadores serían otra
causa de la falta de denuncia de la violencia escolar, dado que forman parte
del problema, pero no tienen conciencia de lo que sucede, porque tanto agentes
internos como externos del contexto escolar posiblemente estén reafirmando la
violencia como algo normal.
Con base a lo planteado, se explican ciertas piezas
claves sobre la habituación de la violencia escolar, que viene dada en primer
lugar por el contexto conflictivo y violento en el que socializan los
estudiantes. De la misma manera, la frecuencia de actos violentos y conflictos
entre estudiantes ha provocado que estos los empiecen a normalizar, lo que
provoca un incremente inconsciente de la violencia escolar. El enramado del
problema puede tener varias direcciones, como ya se lo ha explicado, pero desde
la percepción de los estudiantes parece que no estuviera ocurriendo nada fuera
de lo normal. Esta forma inconsciente de observar o experimentar la violencia
escolar parece ser producida por la pasividad o complicidad de los estudiantes
o los docentes (Andino, 2018) y, desde su perspectiva la violencia es un
elemento habitual de su contexto, de su desarrollo y de su educación.
Conclusiones
Los estudiantes están habituando el
“conflicto” y la “agresión” como una realidad en el aula de clase; esta
normalización puede explicar el temor que sienten ciertos estudiantes por
asistir a la escuela, e inclusive un posible ausentismo escolar. La violencia
que experimentan algunos estudiantes no solo provoca temor, sino también un
sentimiento de exclusión, que es aprovechado por los agresores para obligar a
estos estudiantes a realizar acciones en contra de su voluntad mediante agresiones.
De la misma manera, existe una gran
participación de estudiantes en actos violentos, ya que la mayoría niega los
hechos, convirtiéndose en posibles espectadores pasivos y cómplices de la
violencia escolar. El bullying verbal y las burlas son los tipos de violencia
escolar más frecuentes entre estudiantes, por esta razón, los insultos y gestos
obscenos entre estudiantes se han normalizado en el contexto educativo, debido
a la escasa atención sobre estos tipos de violencia escolar.
La violencia en las aulas de clase
también se ha extendido a las redes sociales, las cuales se han convertido en
espacios para reproducir los conflictos y agresiones que se producen en el
contexto escolar. Esto supone un elemento a tener en cuenta, por su relación
con el acceso a las TIC y la alfabetización digital de los estudiantes, ya que
la tecnología, en lugar de ser un elemento formador de los mismos, puede
convertirse en un espacio más para habituar la violencia escolar.
En definitiva, la habituación de la
violencia escolar ha provocado que los estudiantes sean cada vez más
inconscientes del problema. Por lo tanto, parece ser que procedimentalmente se
ha modificado la percepción de la violencia que observan o experimental los
estudiantes dentro y fuera del aula, dando como resultado el incremento de los
espectadores y actores pasivos con relación a los conflictos y la violencia
escolar, que cada vez más, forman parte del contexto y relaciones
interpersonales entre estudiantes.
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