Ensayo
La Ética en la
Formación Académica: el Reto de los Nuevos Tiempos
Ethics in
Academic Formation: The Challenge of the New Times
Franyelit Suárez Carreño,
Quito, Ecuador; y
Ángel Lezama Gutiérrez
Universidad Simón Bolívar, Venezuela.
La correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a Franyelit Suárez Carreño.
Email: frangelits@gmail.com,
a2lezama@gmail.com
Fecha de recepción: 26 de marzo de
2019.
Fecha de aceptación: 14 de julio de 2019.
¿Cómo citar este artículo?
(Normas APA): Suárez Carreño, F., & Lezama Gutiérrez, A. (2019). La Ética en la Formación Académica: el
Reto de los Nuevos Tiempos. Revista
Científica Hallazgos21, 4(2), 199- 206. Recuperado de
http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/
La educación formada en valores puede
ser la base para el éxito de cualquier sistema educativo. El mundo globalizado
impulsa sociedades cada vez más complejas, más exigentes e individualistas;
cada vez es más ardua la labor docente, siempre en decididos cambios sociales,
impulsados a innovación constante. Lo fundamental es entonces la formación en
valores. Y en este trabajo nos enfocamos en los valores desde la perspectiva de
la ética, al ser humano desde las perspectivas profesional, espiritual,
emocional y social. En este sentido se expresa en estas líneas un recorrido por
las situaciones vivenciales que puede experimentar una persona en su práctica
docente, tomando en cuenta las características propias del mismo y del entorno
local, nacional e internacional. Finalmente, en este documento se exponen las
conclusiones aparentes de las prácticas docentes, que podrían conducir a una
mejora continua en los diferentes escenarios que se presentan.
Palabras clave: educación en valores; prácticas docentes; experiencias académicas.
Summary
Education formed in values can be the basis for the success of any educational system. The
globalized world promotes societies that are increasingly complex, more
demanding and individualistic. Teaching is becoming more and more difficult,
always in decisive social changes, driven to constant innovation. The
fundamental point is then the formation in values. And in this work, we focus
on values from the perspective of ethics, to the human being from the professional,
spiritual, emotional and social perspectives. In this sense, a line is
expressed through the experiential situations that a person can experience in
their teaching practice, considering the characteristics of the person and the
local, national and international environments. Finally, this document presents
the apparent conclusions of the teaching practices, which could lead to a
continuous improvement in the different scenarios presented.
Keywords: education in values; teaching practices; academic experiences.
La Ética en la Formación Académica: el
Reto de los Nuevos Tiempos
La sociedad es un ente dinámico; la educación como parte
organizativa y funcional de la misma es inmanente. El intercambio de ideas
sobre cómo y para qué se educa no resulta fútil dada su importancia, puesto que
ningún conglomerado puede persistir en el tiempo sin un conjunto de saberes técnicos
y científicos que los mantenga a flote. Hemos tomado por sentado una sociedad
ascendente, figurando que existe una flecha invisible de progreso científico y
tecnológico que siempre apunta hacia arriba y hacia adelante, aunque hasta el
segundo anterior del desarrollo de esto no sepamos qué significa y si es lo apropiado,
o si es la dirección adecuada.
El devenir de esta época
donde se vislumbra un quiebre tecnológico paradigmático y que posee todas las
cualidades de una revolución global, con todas sus consecuencias, sean
ponderadas como buenas o malas, hacen que retomar la indagación sobre la
adquisición de habilidades técnicas y/o científicas, cómo, para qué se forma y
por qué es necesario hacerlo, cuál es el propósito ulterior de la educación y cómo
ejercerla en sociedad, resultan ineludibles. A través de esta línea de ideas
llegamos a interrogantes más específicas y muy complejas de responder: ¿A qué
llamamos calidad educativa? ¿Cómo se imparte? ¿Cuál es la dimensión de esta calidad? ¿Cuáles son sus estándares?
¿Cuál es su enfoque? Las respuestas sobre estas cuestiones pasan por un
concepto fundamental: la responsabilidad y la ética educativa. La educación
como herramienta de una sociedad debe reunir ciertas cualidades que han sido
consideradas desde los tiempos de la ilustración.
El enfoque ilustrado afirmaba que mediante el entendimiento científico
y el dominio tecnológico se podían forjar los valores éticos y morales
necesarios para beneficiar a la sociedad y de allí todos los ámbitos humanos. Este
credo mostró resultados muy inferiores a los esperados, demostrando que no
había una relación directa entre el dominio científico y los valores éticos y
morales, conociendo que los valores éticos se relacionan con aquellas normas
que regularizan el comportamiento del individuo como la verdad, la justicia, la
libertad entre otros; y los valores morales se relacionan con aquellas
costumbres que son comunes a una sociedad y que buscan establecer cuáles son
las maneras correctas o incorrectas de actuar. Entonces el desarrollo de la
ciencia no estaba ligado directamente con una mejora en la conducta y el
comportamiento de las personas y de la sociedad en general.
El avance tecnológico en general se percibió más como genialidades
de índole individual y no como fruto histórico de un tiempo y de una sociedad
determinada. La escisión entre tecnología y sociedad fueron fielmente
representadas por el especialista y el genio. El especialista como experto en
un campo reducido del universo científico y el genio como aquella persona
inspirada en la creación de arte en una o en varias de sus facetas. La
convergencia entre tecnología y ciencia no se desarrolló a la par de las
necesidades sociales o humanas. Esto originó que el dominio de las ciencias y
la tecnología se agruparan en la idea del entendimiento objetivo de la naturaleza y por ende solo al alcance de los
especialistas, dejando los valores éticos y morales a la esfera de lo subjetivo y por ende abierto al debate
social.
Esta dicotomía ha entrañado una diferenciación que aún persiste y
ha condicionado la forma en las que se estructura el saber en los institutos
educativos; por supuesto la universidad no escapa a esta realidad, y a pesar de
los enfoques que han intentado acercar las dos puntas para unir en un hilo, la
técnica y la ciencia con su pertinencia social, aun los retos en este sentido
permanecen como no satisfactorios.
A medida que avanza el tiempo las sociedades se vuelven más
complejas. Los principios que antes parecían incuestionables se tambalean y se
hacen insostenibles. A medida que la información es más asequible, las
opiniones sobre el poder y su pertinencia, sobre la estructuración de las
sociedades y sus valores resultan cuestionados en sus propias raíces y van
perfilando el tipo de sociedades que emergen en la actualidad.
El modelo educativo hoy día está sometido a la azarosa carrera
tecnológica que se ha venido desarrollado desde los albores mismos de este
siglo. La dicotomía introducida en párrafos anteriores nos habla de la
complejidad que encaran los educadores de hoy en la impartición de sabers; la universidad debe responder a la necesidad de
formar individuos pertinentes tecnológicamente, pero que a la vez puedan tener
un criterio propio del uso de la tecnología y pueda encarar el aislamiento
inducido de lo tecnocientífico e imbricarlo en la sociedad como mecanismo empoderador de la misma. Para lograr que lo científico (el
saber, que se entiende como el entendimiento profundo de una técnica,
metodología o facto) pueda volcarse en una sociedad según criterios éticos y
sociales (el cómo utilizar ese saber e integrarlo en el modus vivendis de las sociedades) necesariamente se requiere
el cambio de paradigmas en la formación profesional de los individuos que la
integran. Este cambio tiene dos ejes fundamentales. La relación de adquisición de
saberes entre educador-educado y las acciones ético morales derivadas de esta
fórmula. Es necesario acotar que estamos hablando del futuro profesional. Es de
entender que este individuo ha recibido formación ético y moral de diversa
índole desde su niñez; pero que ya en instancias superiores aún deben tomarse
medidas formativas para su integración como parte de una realidad social en
constantes cambios.
No vamos a ponderar los mecanismos de transmisiones de valores
ético-morales en sociedades donde aún parte de estos valores proceden de la
visión judeocristiana que se imparten desde los esquemas religiosos. La
adquisición de una ética ciudadana estará envuelta en un proceso donde lo
importante es que prime la conformación de la indivisibilidad del saber técnico
y científico y la pertinencia y aplicabilidad de saberes o factos en favor del
bien común de la sociedad en la que está inmersa.
El educador necesariamente debe ser un experto. La ética de su
trabajo tomando en cuenta la responsabilidad de formar a un individuo que va a
poner lo aprendido en práctica de campo y con ello el impacto que puede tener
sobre otro debe ser aval suficiente para escogerlo con el mayor rigor, teniendo
en cuenta su pertinencia para el caso. Y por otra parte está en sus manos la
visualización de la pertinencia moral y ciudadana del saber impartido; ¿cuál es
su valor como herramienta social?
Resolver el paradigma sobre la pertinencia de la ciencia en la
sociedad y su aplicación en la misma pasa directamente por cómo se adquiere habilidades
técnicas y científicas y para qué. La calidad de la educación se mediará en la
competencia social del individuo que ha adquirido dichas habilidades y cómo
este responde a las interrogantes que se abren sobre la pertinencia y
aplicabilidad de aquel.
En este trabajo se expondrá una visión sobre la ética y los
valores en la educación universitaria, como elementos esenciales en la
formación de los nuevos profesionales y como aspectos particulares de las
futuras sociedades.
Tünnenman (2018) expone en su investigación las
responsabilidades que tiene la educación superior con el sistema educativo en
general. En sus análisis afirma que uno de los principios fundamentales de la
formación superior debe enfocarse en la preparación docente, que no consiste
nada más en la preparación académica de excelencia de los docentes sino además
en la formación humana y social de los mismos para cumplir con la
responsabilidad que como formadores del futuro tenemos en nuestras manos. Así,
tomando las palabras del autor, caemos en el análisis situacional de la
educación universitaria en Latinoamérica, donde un conjunto de aspectos deben
ser considerados para reforzar las crisis educativas que se enfrentan en todos
los sectores de la educación, por tanto no solo será la formación académica de
los docentes, sino la formación en valores, la valoración de la cultura que no
le permita alejarse de los principios éticos docentes, la investigación, las
nuevas tecnologías de la información y comunicación, entre otros aspectos que
destacan en el mejoramiento de la formación universitaria.
Mesía (2007) asegura que la ética requiere de normativas prácticas
y bien definidas para poder existir en contextos educativos. La ética está
vinculada con la moral, y por ende define la relación entre lo bueno y lo malo,
entre el deber ser y el respeto hacia los demás. La ética no siempre es
evidente, más aún es un factor que depende mucho de los factores culturales y
sociales donde se ha formado la persona. En este sentido, es posible que la
ética esté sujeta a la educación familiar y social de los individuos, donde,
dependiendo el caso, no se hace evidente el mal porque todos acostumbran a
hacerlo, o no se hace evidente el bien, porque igual es una práctica común. Por
tanto, la ética está ligada a la historia y las costumbres de los pueblos.
Sin embargo, es importante la ética en la educación y en la
formación. Cuando se es docente se debe dejar algunas costumbres ancestrales
por intentar ser neutros y equilibrados en la diversidad de las aulas de
clases. Cada aula de clase es un conjunto de personas de culturas diferentes,
de familias y sociedades diferentes, por ello la labor docente debe ser neutra
sin dejar de un lado los principios fundamentales de la ética como el respeto
al derecho ajeno.
El contexto social es una pieza fundamental de la ética, Bisorti (2009) asegura que el debilitamiento de las
sociedades es cada vez mayor, que en los tiempos recientes prevalece la
envidia, el amiguismo y el egoísmo como pilares sociales, dejando a un lado la
justicia y la equidad. Existen sociedades más complejas que otras, por su misma
naturaleza, sus propias vivencias y las características inherentes que la
componen. Esta diferencia no parece notoria a la vista, sino que en el
transcurso del tiempo se van evidenciando y es donde el visitante puede
incurrir en la duda de si vale la pena o no educar con valores.
Hernández (2011) afirma que las conductas sociales no han sufrido
cambios significativos desde la edad media, sino que se han visto forzadas a
ajustarse a normativas que exigen las buenas prácticas sociales, la conducta
dentro de límites profesionales que permitan la sociabilidad y el aparente buen
vivir en los espacios académicos. El autor supone una sociedad condicionada a
la apariencia, que no deja de ser en si misma lo que es, pero que se somete a
paradigmas preestablecidos para formular ambientes idóneos no necesariamente
reales. Todo trabajo enmarcado en la ética presupone un individuo con
habilidades profesionales y con destrezas sociales apropiadas, que no se
desligue del deber ser porque su estatus académico en sí mismo ya es una
condición ética. Siendo debatible esta suposición en el mundo moderno.
Colorado y Gairín (2016), analizan las
prácticas educativas desde la ética y cómo la ética afecta la organización de
las instituciones y el desempeño laboral que pueda estar presente en la misma.
Los autores proponen la promoción de la ética para diferentes sectores
sociales, como un elemento indispensable para el mejoramiento de las
organizaciones académicas, y el fortalecimiento de la educación en las
sociedades. En esta investigación los autores han sugerido la socialización de
los principios éticos en la gerencia educativa, desde la selección del personal
hasta en la formulación de propuestas que impulsen el crecimiento económico y
social desde las universidades.
Podemos suponer casos de estudiantes criticando a sus profesores,
de profesores que corresponden a esas críticas, de estudiantes que buscan
perjudicar a un docente y de docentes que buscan perjudicar a docentes. Existe
una infinidad de casos posibles en torno a la ética, donde convergen no solo
estudiantes en proceso de formación sino docentes, directivos, administrativos,
un conglomerado de personas que componen la vida académica.
Partiendo de esto
es posible hacernos algunas interrogantes: ¿Pueden educar con valores éticos
docentes sin ética? ¿Puede la ética venir como un valor desde la familia? ¿A
quién le corresponde la enseña de la ética?
Si analizamos la descripción de los supuestos
acontecimientos es posible hacer algunas acotaciones. Si los estudiantes se
dirigen hacia un director con algunas quejas de un docente, lo más correcto es
que este oriente a los estudiantes para conversar con el docente y aclarar
dudas, reformular las actividades, o redirigir las evaluaciones. En vez de ello
acumular quejas, promover reclamos o simpatizar con los estudiantes para hacer
más llamativas las inquietudes es un acto de falta ética y moral y debe
considerarse como un perjuicio hacia el docente. Así mismo, será
responsabilidad de los superiores promover la conducta ética entre todo el
personal académico, que no es algo propio de estudiantes, sino que es un
conjunto de acciones individuales. Este tipo de actos como promover a los
estudiantes a actuar sin ética es una irresponsabilidad que afectará su futura
práctica profesional, que tarde o temprano se revertirá contra los principios
morales de la organización.
La educación actual está en debate no solo por la formación de habilidades
propias de las especialidades, que se ven afectados por los reglamentos o
estatutos, o que se limitan por las necesidades de pago que sostienen a las
universidades. Pero además esa educación universitaria está en observación
porque la pérdida de valores en las personas es cada vez mayor, y si no
actuamos desde la educación, estaremos siendo cómplices del deterioro
irremediable de las sociedades.
Las situaciones académicas entre docentes y estudiantes es una
práctica común en todas las universidades. Ninguna universidad está exenta de
ello ya que la formación del estudiante aún está incompleta, requiere ser
forjada y trabajada en valores para que por su propia voluntad aprenda a
reconocer sus debilidades y valore las virtudes de sus docentes. Así mismo es
menester de los docentes cumplir con la ética en la formación, bien sea en su
rol como docente dentro del aula, como docente en comunidad con otros docentes.
Lamentablemente podemos comparar algunos aspectos; rara vez se
verá un médico decirle a un paciente que su médico tratante tiene fallas. Sin embargo,
en la comunidad académica es muchas veces una práctica común. Tal vez por las
características propias del sistema educativo en general, o quizá porque la
educación universitaria no es solo un mecanismo de formación de estudiantes
sino además un mecanismo de formación de docentes.
La ética en la labor docente es la clave del éxito en el desarrollo
de las nuevas sociedades, de ello dependerá el crecimiento de la universidad,
el mejoramiento docente, la calidad de la educación y la formación de los
nuevos profesionales.
En un mundo globalizado, la conducta sin ética es la más
preponderante, logrando convertirse en el eje de las nuevas sociedades. Por tanto,
la labor docente debe arraigarse a los valores y principios morales para
encaminar a los profesionales del futuro. Y esta enseñanza no tendrá mayor
impacto sino se acompaña con el ejemplo.
Analizar la conducta ética en las instituciones es una tarea muy
dura. Porque los órganos reguladores evalúan mallas curriculares, evalúan
formatos, evalúan formas. Pero no hay un formato para evaluar de manera regular
la conducta ética. No hay un periódico para reportar los hechos antiéticos que
nadie cuenta. No hay forma de divulgar el dolor de los que son atropellados por
las gerencias y los procesos sin ética que se promueven en el diario vivir.
Ser un docente ético en la sociedad cambiante del presente es un
reto, son muchas las tentaciones para incumplir en la inmoralidad y la falta de
respeto hacia nuestros semejantes. En principio porque el entorno muchas veces
contribuye a que los hechos ocurran así, y en ocasiones porque el contexto
permite que sea así. En todos los casos el contexto juega un papel fundamental
en la formulación ética del docente y en acciones enmarcadas en la práctica
docente.
Finalmente es necesario promover la práctica ética desde los
sectores sociales, académicos y profesionales. Además, es necesario un
principio de objetividad para la evaluación continua de la ética en las labores
docentes y cómo esto influye en la formación de los nuevos profesionales, de
las nuevas sociedades, que son el objetivo de toda labor docente.
Bisordi, T. (2009). Ética y empresa. Recuperado
de
http://eco.unne.edu.ar/administracion/jornadas/area3/trab09.pdf
Colorado, S., &
Gairín, J. (2016). La ética organizacional en los
centros educativos. Análisis de
concepciones y prácticas
educativas. Recuperado de
www.perspectivaeducacional.cl/public/journals/1/articulos_prensa
Hernández, S.
(2011). Ética y educación. Recuperado de
http://scielo.unam.mx/pdf/soc/v25n72/v25n72a10.pdf
Mesía, R. (2007).
La ética en la investigación. Recuperado de
file:///C:/Users/hp/Downloads/3624-12379-1-PB.pdf
Tünnenman, C. (2018). La educación
superior en América Latina y el Caribe: diez años después de la Conferencia
Mundial de 1998. Recuperado de http://beu.extension.unicen.edu.ar/xmlui/bitstream/handle/123456789/310/La%20educaci%C3%B3n%20superior%20en%20Am%C3%A9rica%20Latina%20y%20el%20Caribe_%20diez%20a%C3%B1os%20despu%C3%A9s%20de%20la%20Conferencia%20%20Mundial%20de%201998.pdf?sequence=1&isAllowed=y