Artículo original
Motivos
del Maltrato Escolar y del Cyberbullying desde la Perspectiva de los Estudiantes.
Estudio con Adolescentes de Buenos Aires
Reasons for Bullying and Cyberbullying from the Students' Perspective.
Study with teenagers from Buenos Aires
Universidad de
Buenos Aires. Facultad de Psicología. Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
República Argentina; y
Guido
P. Korman
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, República Argentina
La
correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a Alejandra I.
Lanzillotti.
Email: alejandralanzillotti@psi.uba.ar
Fecha de
recepción: 31 de mayo de 2019.
Fecha de
aceptación: 10 de febrero 2020.
Declaración de
Conflicto de Intereses:
Financiamiento:
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) (*)
(*) El presente
trabajo forma parte de un proyecto de investigación más amplio enmarcado en una
Beca Interna Doctoral asignada a la primera autora en el año 2014 por el
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, República
Argentina), por Resolución D N° 4860/13, bajo la dirección del segundo autor,
con fecha de finalización 31 de marzo de 2019.
¿Cómo citar
este artículo? (Normas APA): Lanzillotti, A.I., & Korman, G.P. (2020).
Motivos del
Maltrato Escolar y del Cyberbullying desde la Perspectiva de los Estudiantes.
Estudio con Adolescentes de Buenos Aires. Revista Científica Hallazgos21, 5(1),
11-33. Recuperado de http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/
Resumen
El objetivo de este
trabajo es indagar y describir las razones o motivos que los estudiantes con
edades comprendidas entre 13 y 18 años, escolarizados en escuelas ubicadas en
territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, relacionan con el
fenómeno de maltrato escolar tanto en su modalidad tradicional como cibernética-
cyberbullying-. Asimismo, se propone distinguir los motivos aducidos por los
estudiantes considerando su rol de implicación, víctima o agresor, en cada una
de dichas modalidades. Se llevó a cabo un estudio descriptivo, de corte
transversal y de diseño no experimental, utilizando una muestra no
probabilística por accesibilidad conformada por 259 estudiantes (67.1% mujeres;
edad M = 15.6; DT = 1.6), a quienes se les administraron las versiones adaptadas
de los instrumentos denominados Cuestionario
sobre Intimidación y Maltrato entre Iguales, Escala CYB – VIC y Escala CYB
– AG. Los resultados obtenidos permiten observar que los estudiantes
relacionan las situaciones de maltrato escolar con distintos motivos tales como
la provocación, la asimetría de poder entre quienes ejercen el maltrato y aquellos
que son maltratados, la percepción de debilidad, la necesidad de pertenencia
grupal, la percepción negativa de diferencias individuales y el hecho de
realizar una broma. Asimismo, se observa que las razones referidas por los
estudiantes son reportadas en proporciones disímiles teniendo en cuenta su rol
de implicación como víctima o como agresor, tanto en situaciones de maltrato
escolar como de cyberbullying. Se discuten las implicaciones prácticas de los
resultados hallados a fin de favorecer al adecuado abordaje del maltrato escolar.
Palabras
clave: maltrato
escolar; cyberbullying; adolescentes; motivos.
Abstract
The
objective of this work is to investigate and describe the reasons that students
aged between 13 and 18 years, enrolled in schools located in the territory of
Buenos Aires, Argentina, relate to the phenomenon of bullying, both in its traditional
form and as cybernetics –cyberbullying-. Likewise, it is proposed to distinguish
the motives adduced by the students considering their role of implication,
victim or aggressor, in each one of these modalities. A descriptive,
cross-sectional and non-experimental study was carried out, using a
non-probabilistic sample by accessibility, consisting of 259 students (67.1%
women, age M = 15.6, SD = 1.6), to whom the versions were
administered adapted from the instruments called Cuestionario sobre Intimidación y Maltrato entre Iguales, Escala CYB – VIC y Escala CYB – AG. The results obtained allow us to observe that
students relate the situations of bullying with different reasons such as
provocation, the asymmetry of power between those who abuse and those who are
mistreated, the perception of weakness, the need to belong to the group, the negative
perception of individual differences and the fact of making a hoax. It is also
noted that the reasons referred to by the students are reported in dissimilar
proportions, considering their role of involvement as a victim or as an
aggressor, both in situations of bullying and cyberbullying. The practical
implications of the results found are discussed in order to favor the
appropriate approach to school abuse between students.
Keywords: school abuse; cyberbullying; adolescents; reasons.
Motivos del Maltrato Escolar y del Cyberbullying desde la
Perspectiva de los Estudiantes. Estudio con Adolescentes de Buenos Aires
Teniendo en cuenta los
distintos tipos de violencia que pueden ocurrir dentro de las escuelas, el
maltrato escolar o bullying
constituye una alarmante preocupación debido a sus consecuencias nocivas tanto
a nivel individual como social. El desarrollo de síntomas depresivos y de
ansiedad, el deterioro de la autoestima, las conductas autolesivas, la pérdida
de confianza en los demás y los problemas de integración, relación y ajuste
social son algunas de las consecuencias que han sido registradas en relación
con este fenómeno (Arseneault, Bowes, & Shakoor, 2010; Brighi, Guarini,
Melotti, Galli, & Genta, 2012; Stapinski et al., 2014; Takizawa, Maughan,
& Arseneault, 2014; Wolke, Copeland, Angold, & Costello, 2013; Zych,
Ortega-Ruiz, & Del Rey, 2015). Una de las
definiciones más aceptadas y consensuadas dentro de la comunidad científica
para hacer referencia al maltrato escolar señala que este se produce cuando tiene
lugar una dinámica grupal en la que un escolar está siendo acosado, siendo ella
o él expuesto, repetidamente y de forma prolongada en el tiempo, a acciones
negativas por parte de una o más personas que intencionalmente causa, o trata
de causar, daño o molestias a otro. Estas acciones negativas hacen referencia a
la forma intencionada de causar daño, herir o incomodar a un compañero,
resaltando su carácter abusivo y asimétrico (Olweus, 1998). Las agresiones
físicas, verbales y relacionales representan diferentes formas mediante las
cuales este tipo de maltrato puede ser ejercido (Olweus, 1998; Ortega, 1994,
2010). La intención de causar daño, la repetición o persistencia en el tiempo y
la existencia de una relación asimétrica de poder entre los estudiantes
involucrados son las tres características básicas que permiten conceptualizar y
clasificar a las situaciones de maltrato escolar como tales (Olweus &
Limber, 2018).
El avance tecnológico
y la creciente disponibilidad de acceso a Internet han posibilitado la
emergencia de nuevas vías y modalidades de maltrato escolar, dando lugar a lo
que en la literatura internacional ha sido denominado con el nombre de cyberbullying (Aboujaoude, Savage,
Starcevic & Salame, 2015; Tokunaga, 2010). Smith et al. (2008) lo definen
como una conducta agresiva e intencional, que se repite de forma frecuente en
el tiempo, mediante el uso por parte de un individuo o grupo de dispositivos
electrónicos sobre una víctima que no puede defenderse fácilmente por sí misma.
Si bien existe cierto consenso en señalar que el cyberbullying comparte las
mismas características básicas del maltrato escolar -que actualmente podría
mencionarse como tradicional- se debe
tener en cuenta que estas adquieren ciertas particularidades debido a las
características propias derivadas del uso de Internet. En este sentido, la
fácil e inmediata replicación de la agresión en el ciberespacio junto con la
imposibilidad de borrar los contenidos difundidos en la web, el menor feedback físico y social de la
interacciones mediadas por pantalla, la posibilidad de anonimato digital, la
masividad o extensión de la audiencia, y la continuidad en el tiempo y en el
ciberespacio son algunas de las características que particularizan a esta modalidad de maltrato escolar (Aboujaoude et al.,
2015; Campbell & Bauman, 2018; Dehue, Bolman, & Vollink 2008; Dooley,
Pyzalski, & Cross, 2009; Grigg, 2010;
Kim et al., 2017; Li, 2007; Patchin & Hinduja, 2006; Slonje, Smith,
& Frisén, 2013; Talwar, Gomez-Garibello, & Shariff, 2014). Por lo
anterior, actualmente se sigue debatiendo dentro de la comunidad científica si
el cyberbullying constituye una nueva modalidad de maltrato escolar o si se
trata de dos fenómenos diferenciados. Al respecto, y de acuerdo con Campbell y
Bauman (2018), los argumentos para considerar que el cyberbullying constituye
un tipo más de maltrato escolar giran en torno a que la mayoría de los
estudiantes victimizados lo son tanto de forma tradicional dentro de la escuela
como de forma cibernética -hasta 93% de acuerdo con Hase, Goldberg, Smith,
Stuck y Campain (2015)-; que ciertos predictores han sido identificados para
ambas formas -por ejemplo, ansiedad elevada, baja autoestima, relaciones
negativas con la familia y con los compañeros de la escuela (Kim, Song, &
Jennings, 2016)-; que el cyberbullying cumple con los criterios del maltrato
escolar pero se manifiesta de diferentes maneras; y que tiene resultados
similares a los hallados en relación con el maltrato escolar tradicional
(Thomas, Connor, & Scott, 2015).
En cuanto a la
prevalencia de estos fenómenos, los estudios
a nivel mundial indican, en general, que uno de cada tres estudiantes está
involucrado en alguna forma de bullying y uno de cada cinco en cyberbullying (Garaigordobil,
Mollo-Torrico, & Larrain, 2019; Hamm et al., 2015; Herrera-López, Romera,
& Ortega-Ruiz, 2018; Modecki, Minchin, Harbaugh, Guerra, & Runions,
2014;; Zych, Ortega-Ruiz, & Del Rey, 2015). Recientemente, la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha
señalado que el maltrato por parte de los compañeros
de la escuela constituye un fenómeno que se produce en todos los países y en
todos los niveles socioeconómico-culturales. Asimismo, los datos recolectados
por dicha organización reflejan que el 32% de los estudiantes consultados ha
sido intimidado por sus pares en la escuela al menos una vez en el último mes, destacándose
la agresión física como la modalidad más frecuente en muchas regiones, con la
excepción de Norteamérica y Europa donde es más común la intimidación
psicológica (UNESCO, 2019). De este informe también se desprende que los estudiantes
percibidos de alguna manera como diferentes son más propensos a sufrir
intimidaciones, siendo la apariencia física la causa más habitual, seguida por
la raza, la nacionalidad y el color de la piel (UNESCO, 2019).
En los últimos años,
algunos estudios se han orientado específicamente a indagar las causas, motivos
o razones que los estudiantes relacionan con los fenómenos de bullying y
cyberbullying. Se estima de relevancia conocer este aspecto ya que considerar
las percepciones y explicaciones que los estudiantes vinculan a la ocurrencia
de los malos tratos entre ellos permitiría establecer cierta relación entre los
motivos y los comportamientos, favoreciendo así la comprensión de determinadas
variables que contribuyen a la perpetuación de esta problemática. En relación
con lo anterior, Almeida, Lisboa y Caurcer (2007) llevaron a cabo un
estudio con adolescentes portugueses y brasileños, de 14 y 15 años de edad, en
el cual encontraron que los estudiantes manifestaban razones de los malos
tratos entre iguales relacionadas con niveles de interacción grupal, como la
diversión y la conformidad con la presión de los pares, y con niveles
socioculturales, tales como las prácticas educativas, los valores, las creencias
y las representaciones sociales.
Recientemente Postigo, Schoeps, Ordóñez y Montoya (2019)
llevaron a cabo un estudio cualitativo con adolescentes españoles, de entre 15
y 21 años de edad, en el cual indagaron las conceptualizaciones que los mismos
poseen en relación con el maltrato escolar. Analizando el discurso espontáneo
de los estudiantes hallaron que dicha problemática se encontraba vinculada a
creencias de negación de la violencia (eso
no pasa), de negación de la responsabilidad (si pasa, no soy yo, somos todos), de negación de la gravedad (si es broma, no hace daño) y que el
maltrato se encontraría relacionado en mayor medida con características de la
víctima más que del agresor (si te pasa,
es por algo). Por otro lado, Valadez Figueroa, González Gallegos, Orozco Valerio
y Montes Barajas (2011) estudiaron las causas del maltrato entre iguales, tanto
desde el punto de vista de los alumnos como del personal de la escuela. Tomando
una muestra de 1091 alumnos de entre 12 y 18 años de edad y de 528 directivos, docentes
y personal de apoyo psicopedagógico de escuelas de la Zona Metropolitana de
Guadalajara, hallaron que las razones compartidas por ambos grupos eran la
intención de molestar y las supuestas situaciones provocadoras como respuesta a
una situación propiciada por la víctima. A su vez, encontraron motivos relacionados
con la asimetría de poder entre quien recibe el maltrato y quien lo ejerce, la
incapacidad o desconocimiento de la víctima para defenderse ante este y su
percepción de debilidad. Asimismo, otros motivos relacionados con la
confrontación de las diferencias, la búsqueda de protagonismo, la normalización
del maltrato y la percepción lúdica del mismo -bromear y divertirse- fueron
reportados en este estudio.
Otras investigaciones
se orientaron a indagar los motivos aducidos por los estudiantes teniendo en cuenta
su rol de implicación en la dinámica de maltrato escolar (víctima o agresor).
En este sentido, en su trabajo con adolescentes españoles, Avilés (2017)
encontró que los estudiantes implicados en el rol de agresores justificaban el
maltrato a sus compañeros como respuesta a la provocación que percibían por
parte de estos, mientras que aquellos involucrados en el rol de víctimas
destacaban como motivos la intencionalidad de causar daño y las diferencias de
poder. En otros estudios se ha hallado que algunos de los motivos que reportan
los estudiantes involucrados en el rol de agresores refieren a evitar ser
agredidos ellos mismos así como a proteger la pertenencia a un grupo socialmente
valorado (Burns, Maycock, Cross, & Brown, 2008; Patton, Hong, Patel, &
Kral, 2017); en tanto que, con respecto a la victimización, se ha encontrado
que uno de los motivos refiere al hecho de ser percibido como diferente
(Hopkins, Taylor, Bowen, & Wood, 2013). Estos estudios evidencian entonces
que se producen atribuciones causales diferentes dependiendo del rol habitual
que los alumnos ocupen en la dinámica de maltrato escolar, en línea con lo hallado
en otras investigaciones (e.g. Smith & Sharp, 1994; Toblin, Schwartz, Hopmeyer
Gorman,
& Abou, 2005).
En el plano local,
considerando escuelas ubicadas en la Provincia de Buenos Aires, Veccia, Levin y
Waisbrot (2012) hallaron que los distintos tipos de maltrato entre estudiantes que
cursaban el séptimo grado se encontraban vinculados con la discriminación por
nacionalidad o procedencia, y con rasgos de personalidad atribuidos a los
alumnos implicados en las situaciones de maltrato. A su vez, encontraron que
los distintos tipos de maltrato eran llevados a cabo muchas veces como
respuestas ante una agresión recibida anteriormente, es decir, en forma de
venganza.
Teniendo
en cuenta que el conocimiento sobre las razones que los estudiantes vinculan al
maltrato escolar podría aportar información relevante al momento de diseñar e
implementar estrategias de intervención efectivas en nuestro contexto, el
objetivo de este trabajo es indagar y describir los motivos que los estudiantes
con edades comprendidas entre 13 y 18 años, escolarizados en escuelas ubicadas
en territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, relacionan con el fenómeno
de maltrato escolar tanto en su modalidad tradicional como cibernética -cyberbullying.
Asimismo, se propone distinguir los motivos aducidos por los estudiantes considerando
su rol de implicación, víctima o agresor, en cada una de dichas modalidades.
Método
Tipo de Estudio
Empleando
un enfoque mixto, de diseño anidado concurrente de modelo dominante
cuantitativo (Hernández, Fernández, & Baptista, 2014) se llevó a cabo un estudio
no experimental, descriptivo y de corte transversal.
Muestreo y Participantes
La
muestra fue extraída de tres instituciones escolares ubicadas en territorio de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dos de ellas de gestión de tipo estatal y
una de gestión de tipo privada. Las escuelas fueron seleccionadas de acuerdo
con su disponibilidad para participar en el estudio y la obtención de los
permisos institucionales correspondientes. De un total de 16 escuelas
consultadas, 10 desistieron de participar aduciendo falta de tiempo y tres no
contaron con las autorizaciones necesarias por parte del distrito escolar (Lanzillotti,
s.f.). La técnica de muestreo empleada para este estudio fue de tipo no
probabilístico intencional. El tamaño final de la misma quedó conformado por
259 estudiantes de ambos sexos (67.1% mujeres), con edades que oscilaron entre
los 13 y 18 años (M = 15.6; DT = 1.6). En cuanto a la nacionalidad,
el 96.1% de los estudiantes expresaron ser argentinos, mientras que el restante
3.9% informó otras nacionalidades (1.9% boliviana; 0.8% española; 0.4%
brasileña; 0.4% paraguaya; y 0.4% peruana). En lo que refiere al lugar de
residencia, el 91.9% de los estudiantes informó residir en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, mientras que el resto de ellos reportó residir en la Provincia
de Buenos Aires.
Como
criterios de inclusión se consideró que los participantes: (a) tuvieran una
edad comprendida entre 13 y 18 años; (b) se encontrasen escolarizados en escuelas
ubicadas en territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; (c) contaren con
el consentimiento firmado por sus padres o tutores responsables al momento de
la administración de los instrumentos; (d) brindaran su consentimiento,
manifestasen conformidad con los fines de la investigación y entendieran las
condiciones de participación voluntaria y resguardo de la confidencialidad; (e)
se encontrasen presentes en el día, horario y lugar designados por la
institución escolar para realizar la administración de los instrumentos; (f) no
manifestasen malestar o incomodidad evidente al momento de completar los
instrumentos.
Teniendo
en cuenta los resultados recolectados en la investigación más amplia que
enmarca al presente estudio (Lanzillotti, s.f.), se destaca que 46% de los
estudiantes reportaron ser víctimas de maltrato escolar tradicional y 34%
agresores; mientras que 72% de los mismos manifestaron ser víctimas de
cyberbullying y 49% agresores.
Instrumentos
Además de un cuestionario
elaborado ad-hoc para obtener datos sociodemográficos, los estudiantes
completaron una batería de instrumentos autoadministrables a fin de recolectar
información sobre diversos aspectos de los fenómenos de bullying y
cyberbullying. Todos los instrumentos fueron adaptados como parte de la Tesis
de Doctorado de la primera autora (Lanzillotti, s.f.) teniendo en cuenta las
directrices propuestas por la Comisión Internacional de Test (ITC) (Muñiz,
Elosua, & Hambleton, 2013). A continuación, se detallan los instrumentos y
las preguntas específicas que se tuvieron en cuenta a fin de cumplir con los
objetivos propuestos en el presente estudio.
-
Cuestionario sobre Intimidación y Maltrato entre Iguales (Versión
adaptada del cuestionario de igual nombre de Ortega, Mora,
& Mora, 1995). Este instrumento fue adaptado lingüística y conceptualmente
en la Tesis de Doctorado del primer autor (Lanzillotti,
s.f.) teniendo en cuenta las directrices propuestas por la Comisión
Internacional de Test (ITC) (Muñiz, Elosua, & Hambleton, 2013). De las 25 preguntas
que conforman este cuestionario, para la presente investigación se consideraron
las siguientes: (a) Pregunta número 8 [“Si tus compañeros/as te han maltratado
en alguna ocasión ¿por qué crees que lo hicieron?”, con opción de respuesta
múltiple considerando 1 = Nunca me ha
maltratado ninguno de mis compañeros/as; 2 = No lo sé; 3 = Porque los
provoqué; 4 = Porque soy diferente a
ellos/as; 5 = Porque soy más débil;
6 = Para molestarme; 7 = Para hacerme una broma; y 8 = Por otras razones]; (b) Pregunta
número 14 [“¿Serías capaz de maltratar a alguno de tus compañeros/as en alguna
ocasión?”, con opción de respuesta única considerando 1 = Nunca; 2 = No lo sé; 3 = Sí, si me provocan; 4 = Sí, si mis compañeros/as lo hacen; y 5 = Sí, por otras razones]; (c) Pregunta
número 16 [“Si has participado en situaciones de maltrato hacia tus compañeros/as
¿por qué crees lo hiciste?”, con opción de respuesta múltiple considerando 1 = Nunca he maltratado a ninguno de mis
compañeros/as; 2 = No lo sé; 3 = Porque me provocaron; 4 = Porque son diferentes en algo; 5 = Porque son más débiles; 6 = Para molestar; 7 = Para hacer una broma; y 8
= Por otras razones]; y (d) Pregunta número 21 [“¿Por qué crees que algunos
chicos y chicas maltratan a sus compañeros/as?”, con opción de respuesta múltiple
considerando 1 = No lo sé; 2 = Porque se meten con ellos/as; 3 = Porque son más fuertes; 4 = Para hacer una broma; y 5 = Por otras razones].
- Escala
CYB - VIC
(Versión adaptada de la Escala de
Victimización a través del Teléfono Móvil y de Internet [CYBVIC] de Buelga, Cava y Musitu, 2010).
Este instrumento consta, por un lado, de una escala de 12 ítems que evalúa si
quien lo responde ha padecido alguna o algunas modalidades de cyberbullying
durante el último año por parte de sus compañeros de la escuela. Por otro lado,
cuenta con preguntas orientadas a indagar la duración, la frecuencia, los
intentos de resolución y la atribución causal relacionados con el cyberbullying
padecido. Para este estudio se consideró la
siguiente pregunta con opción de respuesta abierta: “Si has padecido
cyberbullying por parte de tus compañeros/as de la escuela ¿por qué crees que te lo hicieron a ti?”. Las propiedades
psicométricas del instrumento resultan satisfactorias mostrando una estructura
unidimensional y un índice adecuado de consistencia interna (Alfa Ordinal = .828).
- Escala
CYB - AG
(Versión adaptada de la Escala de
Agresiones a través del Teléfono Móvil y de Internet [CYBAGRES] de Buelga, Pons, Cava y Musitu, 2011). Similar al
anterior, este instrumento consta, por un lado, de una escala de 12 ítems que
evalúa si quien lo responde ha ejercido alguna o algunas modalidades de
cyberbullying durante el último año hacia sus compañeros de la escuela; y por
otro lado, presenta preguntas orientadas a indagar la duración, la frecuencia,
y la atribución causal relacionados con el cyberbullying ejercido. Para este
estudio se consideró la siguiente pregunta del instrumento con opción de
respuesta única: “Si has ejercido cyberbullying a tus compañeros/as de la escuela
¿por qué crees que lo hiciste?”
considerando 1 = Nunca ejercí
cyberbullying a mis compañeros/as de la escuela; 2 = Porque me lo estaban haciendo a mí; 3 = Porque se lo estaban haciendo a un amigo/a; 4 = Porque me pareció divertido; 5 = Porque mis compañeros/as también lo
hacían; 6 = No sé por qué lo hice;
y 7 = Por otro motivo. Las propiedades
psicométricas del instrumento resultan satisfactorias mostrando una estructura
unidimensional y un índice adecuado de consistencia interna (Alfa Ordinal = .841).
Procedimiento
Luego
de establecer un primer contacto con las distintas instituciones escolares, mediante
una carta de presentación, se concretó un segundo contacto presencial con los
directivos de tales instituciones. En este encuentro se explicitaron con mayor
detalle los objetivos y procedimientos del estudio, y se acordó día y horario
para establecer un primer encuentro con los estudiantes. A los alumnos se les
brindó la información referida a los objetivos del estudio, su relevancia, su
procedimiento y se explicitaron los aspectos referidos a la participación voluntaria
y al resguardo de la confidencialidad. A su vez se aclaró que, debido a que
este estudio consideraba la participación de sujetos menores de edad, resultaba
indispensable la firma de un consentimiento por parte de los padres o tutores
responsables. Por esta razón, se entregaron a los estudiantes dispuestos a
participar voluntariamente las hojas correspondientes a la información acerca del
estudio y el consentimiento informado dirigidas a los padres o tutores
responsables. En un segundo encuentro con los estudiantes, con día y horario previamente
acordado con los directivos de la institución, se recibieron los
consentimientos firmados por los responsables de los menores, y se solicitó la
lectura y firma del consentimiento dirigido a estos últimos. Posteriormente se
administraron los instrumentos en los horarios y lugares que las instituciones
escolares destinaron para tal fin. La toma de datos rondó los 40 minutos
aproximadamente y todos los estudiantes completaron los instrumentos frente a
la presencia de la investigadora responsable. Aplicando el mismo procedimiento
en todos los encuentros, las condiciones de administración pudieron mantenerse
estables para todos los participantes. En general, los estudiantes que
participaron en este estudio mostraron buena predisposición y ninguno mostró
disconformidad ni decidió desistir del mismo. Los datos fueron recogidos en el
período comprendido entre el mes de agosto del año 2016 y el mes de octubre del
año 2017. Una vez realizada la toma de datos, los mismos fueron registrados en
bases de datos estadísticas a fin de ejecutar su procesamiento y los análisis
correspondientes teniendo en cuenta los objetivos planteados en este trabajo.
Aspectos Éticos
Se
observaron las pautas para realizar investigaciones en Psicología formuladas
por la American Psychological Association
(APA) en el escrito con título Ethical
Principles of Psychologists and Code of Conduct (APA, 2002). De esta manera
se tuvieron en cuenta los principios de beneficencia y no maleficencia,
fidelidad y responsabilidad, integridad, justicia, y respeto por los derechos y
la dignidad de las personas. A su vez, se consideraron las normas éticas
formuladas en el Código de Ética de la
Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA) (FePRA, 2013).
De manera voluntaria, tanto los estudiantes que participaron en el estudio como
sus padres o tutores responsables firmaron un consentimiento por escrito a fin
de ser incluidos dentro del mismo. Siguiendo lo estipulado en el Código de Nuremberg (Tribunal Internacional
de Nuremberg, 1947) en dicho consentimiento se brindó información acerca de los
objetivos y procedimiento de la investigación en un lenguaje comprensible para
los participantes. A su vez, se garantizó la confidencialidad de la información
revelada y se aclaró que la participación en el estudio era voluntaria. La
confidencialidad fue resguardada mediante la asignación de un código numérico a
cada instrumento administrado, manteniéndose en sobre cerrado tanto la lista
que permitiera identificar dicho código con cada uno de los participantes, así como
los instrumentos administrados. Asimismo, las bases de datos generadas para el
análisis de la información recolectada fueron debidamente protegidas. Durante
el desarrollo del estudio, solo tuvieron acceso a la información anteriormente
mencionada los responsables del mismo (autores). Tanto los consentimientos como
los instrumentos de recolección de datos fueron aprobados con anterioridad a su
administración por las autoridades del distrito escolar correspondiente a cada
escuela.
Análisis de los Datos
Para
el procesamiento de la información cuantitativa se generaron bases de datos
específicas con el paquete estadístico IBM
SPSS en su versión 22. Para el cumplimiento de los objetivos propuestos
para este trabajo se realizó un análisis descriptivo de cada una de las
variables que componen este estudio (cálculo de frecuencias absolutas y
relativas porcentuales). Para el análisis de la información extraída a partir
de las preguntas de opción de respuesta abierta se consideraron aportes
específicos de los análisis cualitativos propuestos Braun y Clarke (2006),
vinculados con el Análisis Temático, y por Saldana (2008) en lo que refiere a
la construcción de categorías de análisis. Para ello se examinaron los fragmentos
del material, considerados como unidades de análisis, y se resumieron pequeñas
secciones con una palabra o frase corta (códigos descriptivos) para identificar
en ellos determinados componentes temáticos que permitieron clasificarlos en
una u otra categoría de análisis. A su vez, dichas categorías fueron agrupadas
en distintas categorías más amplias lo cual permitió distinguir entre
subcategorías y categorías de análisis. Cabe aclarar que algunos códigos
descriptivos se redactaron in vivo a
fin de reflejar con mayor exactitud los dichos del participante.
Resultados
Sobre los Motivos del Bullying
Al
indagar sobre la muestra total las razones, motivos o causas que los
estudiantes consideran con relación al maltrato entre ellos, independientemente
del rol de víctima o agresor, se observó que el 42.6% refirió que los
compañeros lo hacen para realizar una broma, el 25.1% manifestó que lo hacen
porque se meten con ellos, mientras que el 24.8% expresó que lo hacen porque
son más fuertes. Cabe destacar que el 40.5% consignó otras razones. Teniendo en
cuenta estas respuestas -de tipo abierta/descriptiva- se realizó un análisis
cualitativo de las mismas siendo reagrupadas en las siguientes categorías: Porque se creen superiores al resto
(25.8%); Para sobresalir ante los demás
(17.5%); Para sentirse superiores al
resto (17.5%); Porque tienen
problemas con ellos mismos (14.4%); Para
agradar a otros (6.2%); Porque tienen
problemas dentro de sus familias (4.1%); Porque se sienten inseguros de sí mismos (3.1%); Porque sienten envidia (2.1%); Porque son distintos (2.1%); Porque se defienden de otro que los maltrata
(2.1%); Porque tienen miedo (1%); Porque no se ponen en el lugar del otro
(1%); Porque la persona a quien maltratan
no les gusta (1%); Porque son
cobardes (1%); y Por su situación
económica (1%) (debido a la opción de respuesta múltiple para esta pregunta
y para las siguientes de este tipo, las frecuencias porcentuales no suman 100).
En
cuanto a la percepción de implicación que los propios estudiantes poseían respecto
de su eventual participación en situaciones de bullying se observó que el 43.4%
de los estudiantes manifestó que nunca lo haría, mientras que el 31.4% refirió
que lo haría si lo provocaran. Una proporción pequeña (2.7%) consignó que
maltrataría a alguno de sus compañeros si el resto de los compañeros lo hiciera
y el 1.2% manifestó que lo haría si recibiera maltrato por parte de alguno de
ellos. Se destaca que 21.3% de los estudiantes manifestó que no sabían si
serían capaces de maltratar a algún compañero en alguna ocasión.
En
cuanto a los resultados, teniendo en cuenta el rol de implicación en aquellos
estudiantes que habían manifestado haber sido maltratados por sus compañeros de
la escuela, se observó que las proporciones más altas se registraron en las respuestas
referidas a la intención de molestar (46.3%) y de realizar una broma (42.6%).
En menor medida, expresaron considerar que fueron maltratados porque eran más
débiles (14.8%) y, aun en una proporción más pequeña, porque habían provocado a
sus compañeros (4.6%). Se destaca que el 31.5% reportó como motivo del maltrato
recibido la opción de respuesta “porque soy diferente a ellos/as”. Los
estudiantes que informaron sobre los aspectos en los cuales consideraban que
residía tal diferencia mencionaron: el aspecto físico (33.3%), la forma de ser
(29.6%), la forma de pensar (14.8%), los gustos personales (14.8%), las
creencias religiosas (3.7%) y la orientación sexual (3.7%). El 5.8% de los
estudiantes mencionó otras razones tales como el considerar que sus compañeros
los había maltratado porque sentían celos y envidia, por la necesidad de estos
de sentirse superiores al resto, por diversión y por la poca o nula importancia
de registrar los sentimientos de los demás. Cabe destacar que el 21.3% de los estudiantes
manifestó no saber por qué fueron maltratados por sus compañeros.
En
relación con aquellos estudiantes que habían manifestado haber maltratado a sus
compañeros de escuela, se observó que las razones o motivos reportados con
mayor frecuencia fueron, en igual proporción (31.9%), los vinculados al hecho
de realizar una broma y a la provocación. En menor medida, manifestaron que lo
hicieron con la intención de molestar a sus compañeros (11.7%). En la misma
proporción (2.1%) expresaron que maltrataron a sus compañeros “porque son
diferentes en algo” -especificando el aspecto físico- y porque son más débiles.
Se destaca que el 17% de los estudiantes refirió no saber la razón por la cual
participó en situaciones de maltrato hacia sus compañeros
Sobre los Motivos del Cyberbullying
En
lo que refiere a los motivos manifestados por los estudiantes que reportaron
haber padecido situaciones de cyberbullying por parte de sus compañeros de la
escuela, se observó que las razones o causas atribuidas a dichas situaciones
fueron bastante heterogéneas. Los motivos que los estudiantes mayormente
atribuyeron al cyberbullying padecido se relacionaron con la atribución
negativa de diferencias individuales (15%); motivos relacionados con la
realización de chistes y bromas (8.3%); causas relacionadas con el hecho de
sentir envidia (8.3%); motivos relacionados con la intención de molestar (4.4%)
y otros motivos vinculados a discusiones (3.3%), celos (3.3%) y a la pretensión
de sentirse superiores a los demás (2.2%). Se destaca que alrededor del 11% de
los estudiantes manifestó desconocer el motivo del cyberbullying padecido y que
el 25% no contestó a esta pregunta mostrando contradicción con lo reportado en
las preguntas anteriores del instrumento utilizado.
Finalmente,
con respecto a las razones o motivos expresados por los estudiantes que
manifestaron ejercer cyberbullying hacia sus compañeros de la escuela sobresale
como principal la opción de respuesta “porque me lo estaban haciendo a mí” (26.4%).
En menor medida, refirieron que ejercieron cyberbullying porque se lo estaban
haciendo a un amigo (15.7%) y porque les pareció divertido (13.2%). Se desataca
que el 10.7% expresó no saber por qué lo hizo y el 8.3% refirió que lo hizo
porque sus compañeros también lo hacían. Otros motivos fueron mencionados
(16.5%) vinculados con situaciones de enojo (4.1%), con la evitación del
cyberbullying (3.3%), con el hecho de no gustarle el compañero a quien maltrata
(1.7%), con el hecho de sentir aburrimiento (1.7%) y con el hecho de defender a
otras personas (1.7%) (el 4.1% de los estudiantes consignó esta opción de
respuesta pero sin especificar el motivo). Se observa, además, que el 9.1% no
contestó a esta pregunta mostrando contradicción con lo reportado en las
preguntas anteriores del instrumento utilizado.
Discusión y
Conclusiones
Este
trabajo tenía por objetivo indagar y describir las razones o motivos que los
estudiantes con edades comprendidas entre 13 y 18 años, escolarizados en
escuelas ubicadas en territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
relacionan con el fenómeno de maltrato escolar tanto en su modalidad
tradicional como cibernética -cyberbullying-. Asimismo, se propuso distinguir
los motivos aducidos por los estudiantes considerando su rol de implicación,
víctima o agresor, en cada una de dichas modalidades. Al respecto, varios
hallazgos interesantes merecen ser discutidos. En primer lugar, los resultados obtenidos
permiten observar que los estudiantes relacionan las situaciones de maltrato
escolar con distintos motivos tales como la provocación, la asimetría de poder
entre quienes ejercen el maltrato y aquellos que son maltratados, la percepción
de debilidad, la necesidad de pertenencia al grupo, la percepción negativa de
diferencias individuales y el hecho de realizar una broma. En segundo lugar,
las razones referidas por los estudiantes son reportadas en proporciones
disímiles teniendo en cuenta su rol de implicación como víctima o como agresor,
tanto en situaciones de maltrato escolar como de cyberbullying.
En
cuanto a la provocación, esta es referida en mayor medida por los estudiantes
implicados en el rol de agresores en las dinámicas de maltrato escolar
tradicional en comparación con las víctimas. Es decir, los estudiantes que
reportaron haber maltratado a sus compañeros manifestaron que lo habían hecho
porque aquellos los habían provocado. Asimismo, cuando tal aspecto se indagó
sobre la muestra total -independientemente del rol- se halló que uno de los motivos
mencionados con mayor frecuencia fue el hecho de que los compañeros maltratan a
otros porque se meten con ellos.
Siguiendo esta línea, cuando se indagó si los estudiantes consideraban que
podrían llegar a maltratar a sus compañeros en alguna ocasión, gran parte de
ellos refirieron que lo harían si los mismos los provocaran. Lo anterior se
encuentra en línea con lo hallado por Veccia et al. (2012) quienes encontraron
que, a menudo, los distintos tipos de maltrato son llevados a cabo como
respuestas ante una agresión recibida anteriormente. Asimismo, Gutiérrez, Benítez,
Machado y Justicia (2017) hallaron que los adolescentes consideran que, frente
a ser maltratados, lo conveniente es defenderse de la misma forma. La
provocación también fue mencionada por aquellos estudiantes implicados en el
rol de agresores en situaciones de cyberbullying al reportar que maltrataron a
sus compañeros por vías cibernéticas debido a que ellos mismos eran agredidos
bajo esa modalidad. Al respecto, existe evidencia acerca de que a menudo las
víctimas de cyberbullying devuelven las agresiones recibidas (Hinduja &
Patchin, 2015; Kubiszewski, Fontaine, Potard, & Auzoult, 2015; Vandebosch
& Van Cleemput, 2008). Que los estudiantes mencionen la provocación como
una razón del maltrato, por un lado, exculparía a los implicados en el rol de
agresores disminuyendo su percepción de responsabilidad (Olweus, 1998). Por
otro lado, podría generar una serie de consecuencias negativas, tanto a nivel
individual como grupal, vinculadas a la minimización del maltrato y a la
posible instalación de una escalada de agresiones. Teniendo en cuenta lo
anterior, se estima necesario llevar a cabo actividades grupales que permitan
al estudiantado reconocer y valorar el daño del maltrato, promover el autocontrol
y el manejo de las emociones, junto con el establecimiento de aspectos
normativos de convivencia grupal dentro y fuera de la escuela (Avilés, 2017).
Con
respecto a la asimetría de poder, razones vinculadas a que los compañeros que
maltratan lo hacen porque son más fuertes, porque se creerían superiores al resto
o que lo harían para intentar sentirse superiores a los demás fueron
mencionadas por los estudiantes implicados en el rol de víctimas, tanto en
situaciones de maltrato escolar tradicional como de cyberbullying, y, asimismo,
cuando se indagó sobre la muestra total independientemente del rol. Este
aspecto podría encontrarse en línea con lo hallado por Paladino y Gorostiaga
(2012) quienes encontraron que los estudiantes perciben que los propios compañeros
promueven prácticas de alianza y de exclusión, y ciertas dinámicas para obtener
estatus y poder. Lo anterior podría vincularse con la conceptualización del
maltrato escolar ligada a una dinámica que involucra el ejercicio del poder
señalada por varios autores (e.g. Ortega & Mora, 2000; Pellegrini &
Bartini, 2001; Salmivalli & Voeten, 2004). Al respecto, tal como señalan
los principales referentes sobre la temática, el maltrato escolar, en
cualquiera de sus formas, incluiría como mecanismo central al control y al
poder (Hymel & Swearer, 2015, Olweus 1998; Pikas, 1989). A su vez, se
vincularía con la necesidad de dominar y con el estatus social, ya que quien
domina tendería a gozar de una mejor posición y de un mayor reconocimiento
social (Ortega & Mora, 2000), lo cual daría lugar a una dinámica de poderes
y a la instalación de lo que Ortega (1994) menciona como la “ley de
dominio-sumisión”. En este sentido, se estima de relevancia que las
intervenciones, tanto preventivas como de abordaje, tengan en cuenta dichas
dinámicas de poder. En este sentido, las intervenciones preventivas podrían
orientarse a poner en cuestión ciertas creencias socialmente extendidas
vinculadas con la atribución positiva del abuso de poder para obtener
beneficios. Asimismo, deberían contemplar la existencia de cierta disputa entre
los estudiantes, vinculada al ejercicio del poder y al reconocimiento social,
intentando modificar las creencias y las actitudes que las refuerzan.
En
relación con la percepción de debilidad, esta fue mencionada en mayor medida
por los estudiantes implicados en el rol de víctimas, tanto en situaciones de
maltrato escolar tradicional como de cyberbullying. Teniendo en cuenta este
hallazgo podría inferirse que la propia percepción de las víctimas en cuanto a
su propia debilidad podría encontrarse relacionada con la relación asimétrica
de poder que caracteriza a las dinámicas de maltrato escolar. Dicha instalación
de desbalance de poder entre víctimas y agresores podría acentuar la trasmisión
de estereotipos sociales mediante los cuales es considerado normal que se actúe
en contra del más débil (Valadez Figueroa et al., 2011). Por otra parte, cabe
la pregunta acerca de si los estudiantes implicados en el rol de víctimas ven
afectada la percepción que poseen de sí mismos -por ejemplo, en lo que refiere
a sus niveles de autoestima y autoconcepto- como consecuencia de la
sistematicidad y cronicidad del maltrato. Los alcances del presente estudio no
permiten concluir sobre lo anterior, por lo que futuros trabajos podrían echar
luz sobre esta cuestión.
En
lo que refiere a la necesidad de pertenencia al grupo, esta podría inferirse
teniendo en cuenta los motivos que los estudiantes reportan cuando mencionan,
independientemente del rol, que los compañeros maltratarían a otros para
sobresalir ante los demás y para agradar a otros. Asimismo, motivos de este
tipo se encuentran cuando los alumnos implicados en el rol de víctimas de
cyberbullying manifiestan razones relacionadas con el hecho de que todos lo hacen y cuando los implicados
como agresores en esta modalidad refieren que maltratan a sus pares por vías
cibernéticas porque sus compañeros también lo hacen. Este hallazgo resulta
relevante ya que podría explicar la situación de algunos estudiantes que,
inicialmente observadores del maltrato, comienzan a llevar a cabo conductas agresivas
que se ejecutan por y entre el grupo de iguales debido a la presión social que
ejerce la necesidad de pertenecer al grupo y no desvincularse del mismo (Pronk
& Zimmer, 2009); teniendo en cuenta también que la dominación social o la
popularidad podrían ser consideradas como un “premio” por el comportamiento
agresivo (Salmivalli, Lagerspetz, Björkqvist, Österman, & Kaukiainen,
1996). Así, cuando los participantes afirman que el maltrato es una conducta
compartida por todos, como una norma dentro de las escuelas, considerándose
habituados a este tipo de comportamientos agresivos, parecería operar un cierto
nivel de acostumbramiento o naturalización de los malos tratos (Valadez Figueroa
et al., 2011). Es importante destacar en este sentido que la habituación de las
situaciones de maltrato que ocurren entre los estudiantes podría dar lugar al
desarrollo de un clima escolar hostil e insolidario, a la normalización de las
conductas agresivas, a la valoración positiva de los comportamientos violentos,
a la reducción de la empatía dentro del grupo y al aprendizaje de habilidades
sociales inadecuadas (Garaigordobil, 2014; Ortega, 2010). En este sentido, se
estima relevante poder llevar a cabo intervenciones que involucren a todo el
grupo de pares orientadas a modificar determinadas creencias y conductas grupales
considerando la significación e importancia que los adolescentes le otorgan a
los iguales y a la necesidad de pertenecer al grupo en esta particular etapa
del desarrollo evolutivo. Es decir, las intervenciones orientadas a modificar
las creencias, actitudes, conductas y dinámicas del grupo podrían resultar más
efectivas para lograr cambios no solo a nivel del grupo sino también a nivel
individual utilizando como mediador al grupo de pertenencia.
En
cuanto a la percepción negativa de diferencias individuales, los resultados
obtenidos en este estudio permiten observar que los estudiantes implicados en
el rol de víctimas, tanto en situaciones de maltrato escolar tradicional como
de cyberbullying, relacionan el maltrato padecido por parte de sus compañeros con
aspectos relacionados con las diferencias individuales -mencionando entre ellas
el aspecto físico, la forma de ser y de pensar, los gustos personales, la
orientación sexual y las creencias religiosas- las cuales serían percibidas
negativamente por los compañeros y, por lo anterior, mencionadas como posibles
motivos del maltrato. Sin embargo, la atribución negativa de las diferencias
individuales fue uno de los motivos menos referidos por los estudiantes que
manifestaron encontrarse implicados en el rol de agresores y por el conjunto de
estudiantes cuando tal aspecto se indagó sobre la muestra total. En relación
con lo anterior podría inferirse que la atribución negativa de diferencias
individuales mencionadas por las víctimas como una razón posible del maltrato
escolar padecido podría dar lugar a un sentimiento de responsabilidad y
culpabilidad en estos estudiantes (Graham & Juvonen, 1998) y, como se
mencionó anteriormente, influir en la autoimagen que poseen de sí mismos lo que
se constituiría como una dificultad para lidiar y salir de dicho rol. En un
sentido más amplio, el rechazo a la diferencia podría encontrarse relacionado
con distorsiones cognitivas que preceden a la interacción social y que tienen su
base en estereotipos socioculturales (Almeida et al., 2007), por lo que
se estima que las intervenciones sobre todo el grupo de pares se orienten a
generar la puesta en cuestión y modificación de tales estereotipos, y a
promover al respeto por las diferencias y las diversidades.
En
lo atinente a las razones vinculadas con el hecho de realizar una broma, se
pudo observar que este motivo se destaca presentando la segunda proporción más
alta mencionada por los estudiantes que refirieron encontrarse involucrados en
el rol de víctimas. Asimismo, aquellos que refirieron maltratar a sus
compañeros señalaron, con una de las proporciones más altas, que lo hicieron
para hacer una broma. A su vez, cuando se indagó sobre la muestra total, la
respuesta que presentó la proporción más alta fue, de igual modo, la referida
al hecho de hacer una broma. Cabe la pregunta acerca de si los estudiantes
tienden a quitarle gravedad a las situaciones de maltrato o si, incluso,
tienden a no percibirlo como tal. Lo anterior resulta congruente con lo hallado
por Paladino y Gorostiaga (2012), aunque utilizando una muestra de estudiantes
de menor edad, quienes encontraron que la mayoría de ellos se inclinaban a
caracterizar el maltrato con la etiqueta eufemística es una broma, y que el mismo era percibido como una práctica
cotidiana y rutinaria dentro de la escuela alcanzado el estatus de normalidad.
En este sentido, Avilés (2017) señala que la minimización de esta problemática se
constituye como un exponente de trivialización e, incluso, de justificación del
maltrato. En la misma línea, Postigo et al. (2019) señalan que cuando los
estudiantes expresan si es broma, no
puede hacer daño este tipo de creencia podría considerarse como una
distorsión cognitiva que mantiene las dinámicas de maltrato en la escuela a la
vez que podría justificarlo, contribuyendo así a su continuidad. Este aspecto
permite inferir la necesidad del trabajo con todo el grupo de estudiantes
acerca del impacto negativo que provocan las situaciones de maltrato entre
ellos, junto con la reflexión acerca de la des-naturalización
del maltrato en cualquiera de sus formas y de las consecuencias negativas que
acarrea la no actuación frente a este. En este sentido, se estima de relevancia
que las intervenciones enfaticen que ninguno de los estudiantes es ajeno ni
neutral dado que, ya sea por acción u omisión, todos pueden incidir tanto sea
para promover las situaciones de maltrato así como para prevenirlas y
erradicarlas. A su vez, el trabajo orientado a des-naturalizar el maltrato podría
no solo ser realizado al interior del grupo
de iguales sino también se estima relevante que pueda incluir a padres, docentes y otros actores que formen parte de la institución
escolar y de la comunidad educativa en
general. En este sentido, podría considerarse de efectividad que las
intervenciones incluyeran la realización de talleres psicoeducativos, el
análisis de materiales -como narraciones, documentales, artículos
periodísticos- y la elaboración de campañas de prevención, entre otras.
Dentro
de futuras líneas de investigación se podría considerar la realización de
estudios de enfoque metodológico cualitativo orientados a explorar las
percepciones, conceptualizaciones y atribuciones de sentido que los propios estudiantes
utilizan para caracterizar los fenómenos de maltrato escolar tradicional y de
cyberbullying. Dichos estudios permitirían indagar y conocer cómo los mismos
adolescentes comprenden y significan estas problemáticas teniendo en cuenta
que, en ocasiones, los protagonistas de un fenómeno no emplean los mismos
términos o conceptos que los investigadores para expresar o describir lo que a
ellos les ocurre en relación con el mismo. De igual modo, estudios orientados a
explorar las conceptualizaciones y atribuciones de sentido que los docentes
utilizan para caracterizar los fenómenos de maltrato escolar tradicional y de
cyberbullying, junto con la indagación acerca de las razones, motivos o causas
que el profesorado relaciona con tales problemáticas, también se estima de
relevancia al momento de planificar estrategias de prevención e intervención
efectivas. A su vez, considerando los resultados hallados en este trabajo,
resultaría de interés la realización de estudios que incluyan la medición de
variables vinculadas con la capacidad empática y de regulación emocional,
niveles de prosocialidad y percepción del uso del poder para la obtención de
beneficios, a fin de evaluar su asociación con la implicación en conductas de
maltrato escolar tradicional y de cyberbullying.
Por
último, este estudio presenta algunas limitaciones que merecen ser mencionadas.
Por un lado, tanto la técnica de muestreo como la procedencia y tamaño de la
muestra impiden que los resultados hallados puedan ser extrapolados o
generalizados. Por otro lado, la utilización de medidas de autoinforme también
podría considerarse una limitación al momento de extraer los resultados ya que
los mismos podrían verse influidos por la reticencia de los participantes a
brindar información y/o por la deseabilidad social.
Aun
considerando estas limitaciones, conocer las atribuciones causales o los
motivos que los propios estudiantes consideran para explicar el fenómeno que
los atraviesa, por ser ellos mismos protagonistas del mismo, se estima de
utilidad considerando que la sola exposición de causas o modelos explicativos
que ellos no consideran en su conceptualización del maltrato escolar
probablemente no produciría efectos de interpelación o de reestructuración de
ciertas creencias asociadas al mismo. Por ello, tener en consideración e incluir
las atribuciones causales desde el punto de vista de los propios estudiantes en
las intervenciones, tanto de prevención como de abordaje, se estima de
relevancia ya que podría aumentar la efectividad de las mismas y, de esta
manera, contribuir a un adecuado abordaje de esta problemática.
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