Editorial
Estamos
ante una situación inédita en un siglo por la pandemia de covid-19. En Ecuador
se decretó el estado de excepción el 16 de marzo mientras contemplábamos la
fuerte afectación en países europeos. Después de 4 meses los efectos de la
pandemia se trasladaron principalmente a América.
Ante
una situación de emergencia como esta, ¿cuál es el papel de las universidades?
Sin
duda las universidades, como espacios de conocimiento, deben activarse ante
cualquier situación que afecte fuertemente a la sociedad y a las personas. Las
universidades tienen que ser espacios de análisis y respuestas. Y ante una
situación de urgencia deben actuar con rapidez.
En
nuestro caso, como PUCESE, creamos un grupo de respuesta a la emergencia
sanitaria con docentes y profesionales de medicina, enfermería y laboratorio
clínico. Observamos que los países que más eficientemente estaban actuando,
como Corea del Sur y Alemania, estaban realizando pruebas masivas, detectando
rápidamente los casos positivos y aislando a estas personas. Por ello
planteamos implementar un laboratorio que pudiese analizar pruebas moleculares
PCR, que no existía en Esmeraldas, y preparar un espacio de Aislamiento
Preventivo Obligatorio. El 30 de junio inauguramos el laboratorio. En este
mercado global en el que nos movemos ha costado más de 3 meses conseguir
equipos y pruebas.
Otra
acción relevante ha sido la de un equipo de 4 ingenieros de la universidad que construyeron
durante el primer mes un prototipo de respirador de emergencia validado por 2
universidades del país.
Por
iniciativa de la universidad, en los dos primeros meses se fabricaron más de 3.000
protectores faciales que se donaron a distintas instituciones de la provincia.
Asociada
a la crisis sanitaria se ha generado una grave crisis social. Todavía más
acentuada cuando el gobierno, justificándose en la falta de recursos, cierra
empresas estatales, recorta sueldos y despide funcionarios. A lo que se suma
una trayectoria de reparto anterior de hospitales para perversos negociados.
Esta crisis social es aún más fuerte en lugares como Esmeraldas dónde más del
70% de los trabajadores no tienen un empleo pleno y adecuado, y se vive de un
ingreso diario que apenas ha sido posible durante el estado de excepción.
Ante
esto, la universidad, liderada por el equipo de Vinculación con la sociedad ha
impulsado una iniciativa para proveer alimentos de una forma sostenible a
grupos vulnerables. Se ha construido una red de proveedores productores de
varias provincias con las que se han elaborada canastas para la venta a familias
con capacidad de compra, con cuyo beneficio se están elaborando y repartiendo
kits de alimentos para familias afectadas por esta crisis. También se han
realizado trueques con comunidades del manglar recolectoras de conchas y comunidades
rurales productoras de frutas.
Sin
duda las universidades tienen ahora la tarea de pensar cómo impulsar localmente
la reactivación económica, imaginar nuevos caminos y apoyar iniciativas.