Articulo original
Characterization of Individual
Risk Factors Associated to Mental Disorders in Hospitalized Adolescents from
Las Tunas
Lisette Pupo González, Anabel González
Arteaga, Madley
R. Parra García
Hospital
Pediátrico Provincial Docente Mártires de Las Tunas, Cuba; y
Policlínico
Aquiles Espinosa Salgado, Las Tunas. Cuba.
La correspondencia sobre este artículo debe ser
dirigida a Lisette Pupo González.
Email: lissette.pupo@yahoo.com
Fecha de recepción: 12 de noviembre de 2020.
Fecha de aceptación: 25 de enero de 2021.
¿Cómo citar este artículo? (Normas APA): Pupo González, L., González Arteaga, A., Parra
García, M.R., &
Hernández
Utria, M.A. (2021). Caracterización de los Factores
de Riesgo Individuales Asociados a Trastornos Mentales en Adolescentes Tuneros
Hospitalizados. Revista Científica Hallazgos21, 6(1), 1-15.
Recuperado de
http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/
En los últimos años se evidencia un aumento
importante de ingresos en el servicio
de Psiquiatría infantil del Hospital Pediátrico de Las
Tunas, donde se realizó un estudio descriptivo,
prospectivo, entre enero y diciembre del año 2018, con el objetivo de
caracterizar los factores de riesgo
individuales presentes en los pacientes con trastornos mentales. El universo estuvo
conformado por la totalidad de los hospitalizados (281) y la muestra por 269
adolescentes. Se utilizó el método estadístico porcentual. Los
resultados demostraron el predominio de las féminas entre 13-15 años, estudiantes,
la procedencia urbana y antecedentes de intentos suicidas previos. Los
diagnósticos más frecuentes fueron el Trastorno de Conducta Suicida y los Trastornos
Afectivos. Estar entre 13 -15 años, ser mujer, urbana, con intelecto bajo,
tener antecedentes de intentos suicidas constituyeron indicadores de
riesgos para el Trastorno de Conducta Suicida. El Trastorno Depresivo se asoció
a desvinculados, baja autoestima, intentos suicidas previos, sexo femenino y
adolescencia temprana. Ser mujer entre 16-18 años, con enfermedades crónicas,
baja tolerancia a las frustraciones e impulsividad fueron los factores de
riesgos individuales para Trastornos de Ansiedad. Los varones entre
16-18 años con antecedentes de enfermedades mentales, baja tolerancia a las
frustraciones e impulsividad presentaron Trastornos Psicóticos. Los Trastornos
Psicopáticos se asociaron a adolescencia tardía, ser femeninas, desvinculadas
de los estudios, coeficiente intelectual bajo, antecedentes perinatales,
impulsividad marcada y baja tolerancia a las frustraciones. Se identificaron
como factores de riesgo individual para los Trastornos Orgánicos,
fundamentalmente, las madres adolescentes y con HTA y DM gestacional, el sexo
masculino y adolescencia temprana. Se logró caracterizar los factores de riesgo
individuales por trastornos mentales y se concluye en la importancia de que la
familia busque ayuda a tiempo en el personal médico especializado.
Palabras
clave: adolescencia; trastornos
psiquiátricos; depresión; ansiedad.
In recent years, there has been a
significant increase in admissions in the Child Psychiatry service of the
Pediatric Hospital of Las Tunas, where a descriptive, prospective study was
carried out between January and December 2018, with the aim of characterizing
individual risk factors present in patients with mental disorders. The universe
was composed of all hospitalized patients (281) and the sample of 269
adolescents. The percentage statistical method was used. Females between 13-15
years old, students, urban origin, and history of previous suicide attempts
predominated. The most frequent diagnoses were Suicidal Behavior Disorder and Affective Disorders.
Being between 13 -15 years of age, being a woman, urban, with low intellect,
having a history of sucidal intents (SI) were
indicators of the risk of Suicidal Behavior Disorder. Depressive Disorder was
associated with disengagement, low self-esteem, previous SI, female gender, and
early adolescence. Being a woman between 16-18 years of age, with chronic
diseases, low tolerance to frustrations and impulsivity were the individual
risk factors for Anxiety Disorder. Men aged 16-18 years with a history of
mental disorders, low tolerance for frustrations and impulsivity presented
Psychotic Disorders. Psychopathic Disorders were associated with late
adolescence, being female, not going to school at the time, low IQ, perinatal
history, marked impulsivity, and low tolerance for frustration. As individual
risk factors for Organic Disorders were identified, mainly, adolescent mothers
and mothers with hypertension and gestational DM, males
and early adolescence. Characterization of individual risk factors for mental
disorders was achieved. It is concluded that the family plays an essential role
in seeking specialized medical attention as soon as a risk factor is detected.
Keywords: adolescence;
psychiatric disorders; depression; anxiety.
Caracterización de los
Factores de Riesgo Individuales Asociados a Trastornos Mentales en Adolescentes
Tuneros Hospitalizados
Los niños son nuestro futuro. Con la política y el
planeamiento bien concebidos, los gobiernos pueden promover la salud mental de
los niños y los adolescentes para su beneficio, el de la familia, la comunidad
y la sociedad (Organización
Mundial de la Salud, OMS, 2014).
Se ha señalado que existe una influencia digna de
consideración entre factores de riesgo muy tempranos y los trastornos
psicopatológicos infantiles.
Identificar
los factores de riesgo asociados a la psicopatología del niño y el adolescente,
así como llegar a delimitar patrones de riesgo bien diferenciados para cada
trastorno son metas importantes para la investigación epidemiológica. La
utilidad de estos datos se pone de relieve al considerar sus posibles
aplicaciones en el ámbito de la salud mental: generar hipótesis explicativas
sobre la etiología de los trastornos infantiles, realizar una detección
temprana de los grupos de riesgo y elaborar planes de prevención que eviten el
desarrollo de patologías más severas o su mantenimiento hasta la etapa adulta. (Bragado, Bersabé,
& Carrasco, 1999).
La
promoción y la prevención de la salud mental son un objetivo prioritario de las
políticas sanitarias y sociales de las últimas décadas. Para su diseño se basan
en el conocimiento adquirido sobre el origen de los trastornos mentales (Jané, 2004).
Para
poder entender el panorama asistencial que hoy en día caracteriza la psiquiatría, sería interesante analizar los factores influyentes
en el último siglo tanto en el contexto socioeconómico, político y cultural;
que interactúan entre sí definiendo la sociedad actual en la que estamos
inmersos, donde los trastornos mentales no solo son una consecuencia de
condiciones adversas, sean medioambientales o del propio cuerpo. También las
violencias, la pobreza, la falta de relaciones adecuadas en la infancia, la
inseguridad, las vivencias traumáticas, las pérdidas y ausencias, etc. tienen
influjos en la vulnerabilidad de las personas a padecer enfermedades mentales
más prevalentes, como las depresiones y el abuso de sustancias, que orientan a
pensar en estilos de vida poco saludables (Artigue & Tizón, 2014).
El
término factor de riesgo guarda relación con los traumas y acontecimientos
vitales y depende de una serie de características, como el periodo temporal en
el que aparecen, es decir, un factor de riesgo puede serlo en un momento de la
vida, pero no en otro (Kirmayer & Pedersen, 2014).
A
lo largo de la vida todos inevitablemente vivimos una serie de acontecimientos,
cambios y etapas a las que debemos adaptarnos con más o menos esfuerzo y éxito.
No obstante, se sabe que, ante un mismo factor de riesgo, no todos los niños
presentan iguales trastornos, lo cual dependerá de su vulnerabilidad o
sensibilidad, de sus propias competencias para enfrentarse a él y las del
entorno para protegerle de dicho factor (Varese et al. 2012).
Los
problemas de salud mental más estudiados en adolescentes desde el enfoque del
riesgo son las alteraciones conductuales, problemas asociados al abuso de
alcohol/drogas, depresión y el suicidio (Almonte, 2005). Estos dos últimos se encuentran estrechamente
relacionados y la prevalencia ha ido en aumento en la población
infanto-juvenil.
Por
tanto, concluimos que los factores de riesgo de tipo individual pueden ser de
carácter biológico, emocional, cognitivo, conductual, interpersonal o
relacionado con el contexto familiar y que pueden tener su mayor impacto en los
periodos más sensibles de la vida, como puede ser la adolescencia (Ingleby, 2014).
Hace unos años,
la inmensa mayoría de los adolescentes tuneros que ingresaban en el servicio de
psiquiatría infantil del Hospital Pediátrico Provincial, tenían una causa en
común, “el intento suicida”, sin mayor transcendencia desde el punto de vista
psicopatológico. En la actualidad se observa un aumento en la gravedad
de los diagnósticos de los pacientes que son internados diariamente y en la variedad de la demanda
de atención, lo cual pudiera estar
relacionado con la presencia de determinados factores de riesgo individuales.
Teniendo
en cuenta que actualmente se observa como los trastornos mentales van
incrementando su incidencia en la población infanto-juvenil en el mundo y en
Cuba, hasta llegar a convertirse en una preocupación para la
salud pública, así como que los factores de riesgo están asociados con una mayor probabilidad de aparición de la enfermedad, mayor gravedad y mayor duración de los principales
problemas de salud y con el ánimo de ir avanzando hacia la construcción de un
modelo conceptual que permita un análisis más exhaustivo de los factores de
riesgo que inciden en la salud mental de los adolescentes, se decide realizar el presente estudio, con el objetivo de
caracterizar los principales factores de riesgo individuales que
se asocian a los
trastornos mentales en la población adolescente de la provincia de Las Tunas, a
través de la búsqueda de los mismos en los pacientes hospitalizados en el
servicio de salud mental del Hospital Pediátrico Provincial Mártires de Las Tunas, durante el
año 2018.
Método
Se
realizó un estudio descriptivo, prospectivo, no probabilístico, para caracterizar los factores de riesgo individuales
presentes en los Trastornos Mentales diagnosticados en
adolescentes ingresados en el servicio
de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Pediátrico Provincial Mártires
de Las Tunas, en el período de enero a diciembre
del año 2018.
El
universo lo constituyeron 281 pacientes que fueron hospitalizados en la sala de
psiquiatría de dicho hospital y la muestra estuvo conformada por 269 adolescentes de ambos sexos, entre 10 y 18 años de edad, pertenecientes a la provincia de Las Tunas, cuyos tutores estuvieron de acuerdo con su
participación en la investigación. La información se recolectó a
través de las historias clínicas (HC) de los adolescentes hospitalizados,
que fueron elaboradas por los autores, a punto de partida de las entrevistas realizadas a
los pacientes y los tests psicométricos aplicados a
los mismos.
Las variables estudiadas fueron: edad,
sexo, ocupación, procedencia, antecedentes patológicos personales y pre, peri y
postnatales, coeficiente intelectual, autoestima, autocontrol y categorías
diagnósticas. Los procedimientos utilizados fueron la observación en
sala, entrevistas individuales diarias a los pacientes y a los familiares o
cuidadores, examen psiquiátrico y los resultados obtenidos en los
instrumentos psicológicos aplicados (Weil,
Machover, HTP, IPJ, dibujo libre), con todo lo cual se confeccionó una planilla de
recolección de datos.
Para el procesamiento de la información se
utilizaron los elementos de la estadística descriptiva mediante el uso de
distribución absoluta y porcentaje de las variables estudiadas. La información recogida se llevó a la base de datos
en procesador de texto Word XP. Los resultados se presentan en tablas para su
expresión graficada, realizándose comparaciones con otros estudios nacionales e
internacionales que abordan el tema. La clasificación de los
trastornos mentales se hizo con base en la 5ª edición del Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM – 5) de la Asociación Americana de
Psiquiatría, 2018. Se garantizó el anonimato de los datos personales de los
pacientes, los cuales no fueron incluidos en los resultados de la
investigación.
Resultados
En los últimos años ha aumentado el número de
adolescentes tuneros ingresados en el hospital por trastornos mentales, por lo
que se decide realizar una caracterización de los factores de riesgo
individuales presentes en esta población. Se conformaron tres grupos de
edades, de 10 a 12 años, de 13 a 15 años y de 16 a 18 años, teniendo en cuenta
las características físicas y mentales de estas edades. Como se observa en la Tabla 1,
predominó el sexo femenino en el 70,6% y el grupo etario comprendido
entre los 13 y 15 años de edad en 136 pacientes para
un 50,5%.
La Tabla 2 muestra algunos de los momentos o
situaciones de la vida de los adolescentes que pueden constituir factores de
riesgo individuales. En ella llama la atención que, a pesar de en Cuba la educación es obligatoria hasta
los 14 años de edad, existe un 9% de los adolescentes que se encontraron
desvinculados de los estudios en el momento de la investigación, condición esta
que a criterio de los autores los vuelve vulnerables a la aparición de
diferentes tipos de trastornos mentales. Los pacientes provenientes de
las zonas urbanas representaron el 70,6% y en cuanto a los antecedentes
patológicos personales se observó que, de los 269 pacientes estudiados, solo
108 presentaron algún tipo de patología previa; de ellas se destacaron por su
frecuencia dentro de las médicas, el asma
bronquial y las alergias con 48 y 12
casos respectivamente y de las
psiquiátricas la más representativa fue los intentos suicidas (IS) en 27 casos
(10%).
Al analizar las circunstancias adversas de la concepción
y el embarazo predominó la presencia de patologías propias del embarazo en el
11,5 % de los casos; dentro de ellas la hipertensión
arterial y la diabetes gestacional fundamentalmente, seguidas de las madres
adolescentes y con bajo peso con 7,4% y 6,7% respectivamente. Mientras que en los riesgos peri y posnatal se encontró que
fueron los partos distócicos los que más aportaron, 38
para el 14,1% del total de la muestra, seguido de los partos postérminos en 8 %,
como puede observarse en la Tabla 3.
Como se expresa la Tabla 4,
la información recogida en las HC provenientes del examen psiquiátrico y los
test de Weil, Machover, HTP, IPJ, dibujo libre, etc., aplicados a los adolescentes
estudiados, se obtuvo que el 13% rindió como normal bajo y un 2,4% como
deficiente; 255 pacientes presentaron baja tolerancia a las frustraciones y
pobre control de impulso, lo que representó el 94,8% del total de la muestra,
mientras que el 89,5% proyectó una baja autoestima, todo lo
cual es considerado por múltiples autores como importantes factores de riesgo
individuales, responsables de un sinfín de trastornos psiquiátricos en la población
adolescente mundial(Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC, 2018).
Los diagnóstico de los
pacientes, fueron agrupados en seis categorías diagnosticas, observándose un predominio
marcado del Trastorno de Conducta Suicida (140 adolescentes que representaron
el 52%), seguido por las Trastornos afectivos (64 casos aquejaron depresión en
cualquiera de sus variantes y 30 pacientes presentaron ansiedad, lo que
constituyo el 23,8% y 11,2% respectivamente).
La Tabla 5 describe los factores de riesgos más
significativos en cada una de las categorías diagnósticas, evaluar el riesgo para el Trastorno de
la Conducta Suicida en los pacientes demostró que durante la adolescencia media
(entre 13 y 15 años) y la tardía de 16 a
18 años, se observan mayores indicadores de riesgo en el sexo femenino de
procedencia urbana, el cual es aproximadamente 10% más alto que los masculinos.
Llamó la atención en cuanto a la ocupación que para este trastorno, estar pasando
el Servicio Militar Obligatorio (SMO)
constituyo un factor de riesgo, ya que el 70 % de los adolescentes en esta
función que se encontraban hospitalizados presentaron intento suicida. También
se encontró que 46,1% de los pacientes tuvieron algún tipo de antecedente
prenatal. Tener
intentos suicidas (IS)
previos, enfermedades mentales, o crónicas y bajo coeficiente
intelectual (CI)
constituyeron factores de riesgos importante para el comportamiento suicida.
Entre los indicadores de riesgo mayormente encontrados podemos mencionar: la
baja autoestima, baja tolerancia a las frustraciones y el pobre control de
impulso.
Con respecto al Trastorno Depresivo se observó que
los indicadores de riesgos más significativos para éste fueron: estar entre 13 y 15 años de edad, ser mujer, residir en zonas urbanas, tener
antecedentes peri y fundamentalmente posnatales, estar desvinculados de los
estudios u otra actividad productiva, haber cometido un IS previo y tener una
baja autoestima.
Por su parte el Trastorno Ansioso, compartió con el
trastorno depresivo, el sexo, la procedencia y los antecedentes peri y
posnatales, como indicadores de riesgos, no obstante en esta categoría
diagnostica se destacaron como factores de riesgos más relevantes, el grupo de
edades entre 16 y 18 años, o sea la adolescencia tardía, la presencia de
enfermedades crónicas dentro de sus antecedentes, fundamentalmente el asma
bronquial, la baja tolerancia a las frustraciones y la impulsividad en un 15%, 21,1 % y
15% respectivamente.
Al analizar los indicadores de riesgos para los
Trastornos psicóticos, encontramos que la adolescencia tardía (83,3%), el sexo
masculino en el 58,3%, los antecedentes de enfermedades mentales en 6 de los 12
psicóticos y la baja tolerancia a las frustraciones
así como la impulsividad (83,3%) fueron los factores más notables para esta
enfermedad.
Las psicopatías que estuvieron presentes en 17 de
los adolescentes hospitalizados fueron más frecuentes en las hembras entre 16 y
18 años, desvinculadas de los estudios, de procedencias urbanas, con
antecedentes prenatales (88,2%), bajo
CI (64.5%), baja tolerancia a las
frustraciones e impulsividad marcada, estas dos últimas estuvieron presentes en el
100% de los pacientes.
Analizando los Trastornos orgánicos crónicos se
obtuvo que el 67% de los adolescentes tuvo como factor de riesgo asociado,
tener entre 13 y 15 años, ser varones y presentar Retraso Mental; el 83,3%
mostró antecedentes prenatales, fundamentalmente la edad materna por debajo de
18 años y las patologías como la HTA y la diabetes gestacional. El 100% tenían
baja autoestima, baja tolerancia a las frustraciones e impulsividad, como
características de su personalidad.
Discusión
La salud mental es el producto de la presencia e interacción
de factores sociales, biológicos y ambientales que nos permiten interactuar con
nuestro medio ambiente y otras personas de una manera ordenada, correcta y
sana. Estos al ser alterados pueden desarrollar desórdenes mentales cuyo
aspecto sindrómico podrían ser problemas conductuales en casa y en la escuela,
desobediencia, hiperactividad, violencia hacia sí mismos y hacia los demás,
apatía e incluso trastornos bien establecidos como depresión y angustia,
psicosis, uso y abuso de drogas entre otros (Montero
et al., 2004).
El presente estudio se orientó a determinar el
riesgo existente para los trastornos de la salud mental más comunes dentro de
los adolescentes.
El sexo femenino y las edades entre 13-15 años
fueron los más representados en el estudio. Similares resultados se obtuvieron
en una
investigación realizada en una escuela de Campinas donde se observó que las niñas tienden
a experimentar un mayor número de problemáticas, fundamentalmente relacionadas
con el afecto y las emociones, que los niños (Rodríguez,
2010). No
coincidiendo con un
estudio chileno, que encontró un predominio de
los varones en todas las modalidades de atención (Macaya et al.,
2019). En opinión de las autoras el mayor número de
féminas pudiera estar dado porque en
la población cubana actual predomina el sexo femenino sobre el masculino (Anuario Estadístico de Salud La Habana, 2017). Además de ser el género más vulnerable por las
diferencias biológicas existentes.
Con respecto al grupo etario dominante, existen
varias publicaciones con resultados afines. Osorio et al. (2017) demostraron
que las atenciones fueron más frecuentes en el grupo etario de 12 a 17 años
(266; 93,3%), sin embargo una
investigación
realizada en el Hospital Pediátrico en las Tunas en el año 2017, se
constató que el mayor número de pacientes hospitalizados (52%) eran
adolescentes entre 15 y 18 años, lo cual no es coincidente con esta investigación
(Pupo, Nogueras, de Prada & Labrada).
Una
de las conclusiones a las que llega el informe publicado por la Organización Mundial de la Salud
(2002) y
titulado Evidencia para intervenciones
sensibles al género que promuevan la salud mental
fue que una vez superados los 13 años de edad las niñas son el doble de
propensas a sufrir trastornos psicológicos y estos resultan a su vez
incapacitantes si las comparamos con los varones.
La
información disponible sobre prácticas, comportamientos y conductas de riesgo
de la población adolescente, proviene de estudios
parciales y limitados a objetivos específicos de las instituciones que los
realizan, lo que no permite tener una visión integral de la problemática; no
obstante, estudios realizados en 15 países de Latinoamérica y El Caribe muestran que entre el 12% y 40% de los
adolescentes no estudian ni trabajan, constituyendo esto un factor de riesgo
importante para la delincuencia y las toxicomanías (Comisión Económica para América Latina y el Caribe,
2000).
Investigaciones
realizadas en diversas ciudades de Perú señalaron la edad como elemento
influyente y la procedencia urbana como aspecto de importancia en las conductas
de riesgo, coincidiendo con los resultados hallados en este trabajo (Fiestas & Piazza, 2014). En opinión de los autores vivir en la ciudad aumenta la posibilidad de
sufrir trastornos mentales fundamentalmente emocionales, debido a los estilos
de vida diferentes, sus factores de riesgo, los horarios de vida, transporte,
ruido, contaminación, la falta de espacios verdes y de recreación sana y otros
aspectos urbanísticos que generan mayor estrés.
El
asma bronquial es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia y
adolescencia. Esta enfermedad presenta un número importante de comorbilidades,
dentro de las cuales destacan la obesidad, reflujo, rinitis alérgica y
trastornos psiquiátricos. Los trastornos psiquiátricos en este tipo de
pacientes son más frecuentes que en la población general y la mayoría de las
veces son subdiagnosticados por sus médicos tratantes (Vidal & Matamala,
2013).
Investigadores
de la Universidad de Washington y del Hospital de Niños de Seattle evaluaron la
relación entre asma y trastornos ansioso-depresivos en adolescentes de 11 a 17
años. Ellos encontraron una frecuencia de 16% de trastornos ansioso-depresivos
en asma, dos veces más riesgo de trastornos ansioso-depresivos en los
adolescentes asmáticos que sus controles sanos y dos veces más riesgo de tabaquismo
en los asmáticos con trastornos ansioso-depresivos (McCauley, Katon, Russo,
Richardson, & Lozano, 2007).
En el Hospital
Pediátrico de Las Tunas existen
varios estudios acerca del Intento Suicida (IS) , que a pesar de no estar publicados, son útiles
herramientas para los investigadores del centro porque describen
las características epidemiológicas y
psicosociales del mismo en los adolescentes
tuneros en diferentes años, los cuales han demostrado que tener intentos suicidas dentro de los
antecedentes patológicos personales o familiares constituye un importante
factor de riesgo a tomar en consideración en los IS posteriores (Barrueto, 2018).
Según
la literatura revisada existe asociación entre los problemas biológicos
individuales (pre, peri y posnatales) y los
trastornos de la psicopatología infantil.
Cuando
la embarazada tiene una tensión arterial muy alta no controlada que puede
llegar a convulsionar, las probabilidades de sufrir el bebé estos trastornos
mentales se duplican. Igualmente, otros estudios observaron que patologías
como la diabetes gestacional y la obesidad, también influyen en la aparición de
trastornos mentales en los bebés (Tuovinen et al.,
2012).
La
edad de la madre en el momento del embarazo es uno de los riesgos al cual se ha
prestado atención, tanto en la adolescencia como después de los 40 años. Esto
puede llevar a inmadurez física y cognitiva en el menor, ya que el estado de
las estructuras que sostiene la vida dentro del vientre no se encuentra en las
condiciones óptimas para sustentarla de la mejor forma (Vicente & Juela, 2015).
En
un estudio realizado por Liang y Chikritzshs en el año
2012, el parto asistido con fórceps y la cesárea de emergencia se asocian con
un incremento significativo de riesgo (17% para el fórceps y 20% para cesárea
de emergencia) para los problemas psicológicos en el periodo entre 6 y 12 años.
Cuantos
más sean los factores de riesgo a los que están expuestos los adolescentes,
mayores serán los efectos que puedan tener para su salud mental.
Un
bajo coeficiente intelectual determinado durante la infancia parece predecir el
desarrollo de varios trastornos psiquiátricos en la edad adulta. Entre el 20% y el 35% de las personas con
deficiencia intelectual (DI) también presentan trastornos de la salud mental
(diagnóstico dual). Son frecuentes sobre todo la ansiedad y la depresión,
especialmente en los niños que son conscientes de ser distintos de sus
compañeros o que son calumniados y maltratados debido a su discapacidad. (Sulkes & Golisano, 2018),
lo cual fue demostrado en la investigación
actual.
La
baja tolerancia a la frustración habitualmente va acompañada de ira, violencia
e impulsividad. Tanto el autocontrol como la tolerancia a la frustración son
dos habilidades que se han de practicar y adquirir. Los adolescentes que por el
motivo que sea no han adquirido ninguna de estas dos habilidades a menudo
suelen tener problemas de conducta y de agresividad, lo cual le dificulta el
correcto funcionamiento en su vida diaria (escuela, casa, amigos, etc.)
(Osorio, 2015), siendo coincidente con los resultados hallados por los
autores.
Un
estudio realizado en la provincia de Mayabeque en el año 2015 encontró baja tolerancia a la
frustración en 38 sujetos (36.5%), pobreza de perspectiva y proyectos que se
presentó en 11 de ellos (10.6%) y la dificultad para resistir presiones
grupales constatada en 10 adolescentes (9.6 %) (Ortega et al., 2016).
Una de cada cuatro personas entre 7 y 17 años tiene
baja autoestima y reconocen sufrir síntomas de estrés postraumático, ansiedad y
depresión, según una encuesta realizada a 25.000 estudiantes. Más de la mitad
de ellos (51%) dice tener muy pocas personas de confianza. El 32% afirma que, a
veces, piensa que “soy malo o que no tengo remedio”. Un 28% dice “no me gusta
como soy”. Un 23% asegura que “si volviera a nacer, me gustaría ser diferente
de cómo soy”. Un 20% considera “soy más débil que los otros”. Pero eso no es
todo. Cuando son preguntados acerca de cómo creen que está su autoestima, el
38% asegura “no tener nada de qué presumir”. Otro 25% asegura tener ideaciones tanatolíticas no estructuradas mientras que un 26% afirma
“me odio”. Además, y para redondear estas tristes cifras, un 27% de los
participantes en el estudio confiesan hallarse “sin esperanza y con miedo al
futuro” (Dolors,
2016).
Datos
estos que deberían tener siempre presentes los profesionales dedicados a la
atención infanto- juvenil.
Los factores de riesgo estudiados no son
específicos de un trastorno mental determinado; vemos como algunos de ellos se
repiten en casi todas las categorías diagnósticas, pero es evidente que a pesar
de que su aparición dependa del estilo de crianza y los cuidados que puedan
haber recibido los adolescentes durante su trayectoria vital, así como de la
presencia o no de hechos y vivencias graves en sus vidas y del grado de
resiliencia individual, una vez
detectado, se hace necesaria una atención preventiva en su evolución. No
encontramos estudios que abordaran estos aspectos aplicados a esas categorías
diagnósticas, lo cual supuso una limitación a la hora de establecer
comparaciones.
Conclusiones
Los resultados hallados
en esta investigación, a pesar
de no ser significativos por el tamaño de la muestra estudiada, sí nos
demuestran la importancia de conocer para prevenir una serie de acontecimientos
vitales que pueden ser considerados de riesgo para la salud mental de un niño,
quedando confirmado que la acumulación de estas circunstancias genera una
trayectoria de vida alterada que hace más vulnerables a las personas ante la
posibilidad de presentar un trastorno mental. Es aquí donde el papel de la
familia en el conocimiento de estos factores de riesgo juega un papel central
para atender a tiempo cualquier manifestación que pueda ser indicativa de la
asistencia médica especializada y con prontitud.
Es la recomendación fundamental de los
autores el realizar estudios similares en distintos grupos de
edades, que incluyan otras variables, a fin de caracterizar los riesgos
existentes asociados a trastornos mentales y diseñar intervenciones
específicas, basadas en datos de investigación para mejorar la calidad de
atención al paciente pediátrico.
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