Revisión bibliográfica

 

 

La Configuración de la Personalidad y su Relación con los Trastornos Adictivos en el Proceso Formativo

The Configuration of Personality and its Relationship with Addictive Disorders in the Formative Process

Roberto A. Ramos Valverde

Centro Médico Neurovida, Mozambique.

 

 

 

 

La correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a Dr. Roberto A. Ramos Valverde.

Email: robertotunas74@gmail.com

 

 

Fecha de recepción: 1 de diciembre de 2020.

Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2021.

 

 

 

 

 

¿Cómo citar este artículo? (Normas APA): Ramos Valverde, R.A. (2021). La Configuración de la Personalidad y su Relación con los Trastornos Adictivos en el Proceso Formativo.  Revista Científica Hallazgos21, 6 (1), 111-123. Recuperado de http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/

 

 

 

 


Resumen

Teniendo en cuenta un enfoque holístico en la determinación de la personalidad, se realiza una actualización de los fundamentos teóricos que sustentan los cuatros elementos personológicos devenidos pilares de la misma, estableciendo la relación existente entre la configuración personológica y los trastornos adictivos de manera dinámica, compleja, dialéctica y sistémica, a la luz de los conocimientos actuales. El conocimiento de la personalidad por parte de los docentes les equipa de nuevas herramientas para establecer estrategias preventivas que disminuyen la incidencia de las adicciones en el estudiantado, contribuyendo a reforzar el componente educativo en el proceso formativo.

Palabras clave: personalidad; trastornos adictivos; proceso formativo.

 

 

Abstract

Taking into account a holistic approach in the determination of personality, an update is made of the theoretical foundations that underpin the four personological elements that have become its pillars, establishing the relationship between personological configuration and addictive disorders in a dynamic, complex, dialectical and systemic way, in light of the current knowledge. The knowledge of the personality by the teachers equips them with new tools to establish preventive strategies that decrease the incidence of addictions in the students, helping to reinforce the educational component in the training process.

Keywords: personality; addictive disorders; training process.

 

La Configuración de la Personalidad y su Relación con los Trastornos Adictivos en el Proceso Formativo

  La personalidad es la máxima expresión de la subjetividad, que nos hace distintos a unos de otros. Sus propiedades individuales guardan estrecha relación con la salud física y mental del hombre (Bello & Casales, 2003).

  La personalidad equilibrada está dotada de buenas relaciones interpersonales, de comunicación funcional y de estilos de afrontamiento que permiten resolver los problemas de la vida, logrando satisfacer las necesidades elementales. Es un factor de protección a la salud (Núñez, 2001).

  En contraposición, a la personalidad desajustada se le dificulta relacionarse con los demás, lidiar con las contingencias ambientales significativas, porque emplean mecanismos psicológicos no saludables para sustentar las demandas de la existencia humana; terreno propicio para la búsqueda errada, en las adicciones, del placer, de la novedad, de la reducción de tensiones, de la aceptación grupal y de la seguridad personal (James, Alcott,& Ruiz, 2018).

  Los trastornos adictivos se hacen cada vez más prevalentes; frecuentemente se suma una nueva sustancia psicoactiva a la extensa lista de las ya existentes, con rápidas posibilidades de generalizar su consumo. Entre tanto, las adicciones comportamentales cobran mayor fuerza al involucrar actividades vinculadas al estilo de vida basadas en la tecnología. Instruir a los docentes teniendo en cuenta la relación existente entre la configuración personológica y los trastornos adictivos constituye el objetivo de esta publicación, en aras de lograr una mejor prevención de estos trastornos mentales y comportamentales en los estudiantes (Asociación Psiquiátrica Americana, 2013).

Desarrollo

Elementos constituyentes de la personalidad

  La personalidad es el resultado de múltiples factores integrantes. La evolución filogenética y ontogenética hizo posible que el hombre tenga el cerebro más desarrollado del reino animal, con un sustratum anatomofisiológico único, capaz de reflejar mediatizadamente la realidad, logrando crear la subjetividad (Tintaya, 2019).

  Al nacer tenemos determinadas características constitucionales que se pondrán a prueba en un medio sociocultural, cuya influencia determinará el desarrollo de las cualidades psicológicas que conformarán la personalidad (Bello & Casales, 2003).

Cuadro de texto:  
Figura 1. Configuración de la personalidad.
Fuente: adaptada de la original (Villa,1974).  La influencia del medio sociocultural sobre los factores innatos propicia la aparición de los sentidos psicológicos que constituyen la célula funcional de la personalidad; de las inteligencias múltiples que garantizan habilidades en determinados dominios; y del somatotipo o constitución física, que moldea las acciones de acuerdo a las propiedades biológicas individuales, como se muestra en la Figura 1, adaptada de la original de Villa (1974).

Temperamento

  La herencia aporta el temperamento, entiéndase, aquella propiedad de la psiquis estable, que determina la dinámica de la actividad psíquica del hombre, el ritmo psíquico de sus acciones, la manera de ser y el patrón estímulo–respuesta (Núñez, 2001).

  En apreciación de este autor, fue el temperamento un componente de la personalidad muy susceptible a la observación, cuyas descripciones se inscribieron en la historia de la Psicología dentro de las primeras teorías que explicaron el comportamiento. Desde la antigüedad, Hipócrates nos legó su magistral clasificación, basada en la predominancia de los líquidos corporales en sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Pávlov enriquece la caracterización comportamental de cada tipo de temperamento hipocrático y realiza aportaciones neurofisiológicas muy avanzadas para su tiempo, definiendo el patrón de movilidad del sistema nervioso central (SNC) en cada uno ellos (Bello & Casales, 2003).

  Toda obra clásica admite actualización y nunca desaparece; por ello, en la continuidad histórica del estudio temperamental aparecen los aportes del modelo psicobiológico basado en la neuroquímica cerebral (James et al., 2018). Esta clasificación contemporánea considera las siguientes modalidades:

a)  Evitación del da­ño (melancólico): se caracteriza por una tendencia innata hacia la inhibición de la conducta en respuesta a las señales de castigo y falta de recompensa. Los mecanismos que evitan el daño que se ponen en juego en situaciones de interacción social son:  temor a la incertidumbre, inhibición, timidez ante los desconocidos, fácil fatigabilidad y actitud pesimista anticipatoria en la resolución de problemas. Desde el punto de vista neuroquímico, el ácido gamma- aminobutírico (GABA) y la serotonina son los responsables de sostener este tipo de patrón comportamental, a través de su acción sobre los núcleos del rafe dorsal, evidenciándose una mejoría de la evitación al daño cuando se incrementan los niveles de serotonina cerebrales. Este tipo de disposición temperamental es generador de ansiedad y tiene dificultades en el control de impulsos, por lo cual aporta vulnerabilidad en relación con los trastornos adictivos.

b) Búsqueda de la novedad (colérico): la búsqueda de la novedad refleja una predisposición hereditaria para el inicio o la activación de un movimiento de atracción en respuesta a la novedad, acercamiento a señales de recompensa, evitación activa de señales condicionadas de castigo y huida del castigo incondicionado (todo lo cual se cree que son covariables de un sistema de aprendizaje hereditario). Se observa como una actividad exploratoria en respuesta a la novedad, irreflexión, extravagancia en el acercamiento a indicaciones de recompensa, así como una evitación activa de la frustración. Las personas con una alta búsqueda de la novedad tienen mucho genio, son curiosas, se aburren fácilmente y son impulsivas, extravagantes y desordenadas. Aquellas con una baja búsqueda de la novedad son apocadas, nada curiosas, estoicas, reflexivas, frugales, reservadas, tolerantes con la monotonía y ordenadas. Las vías dopaminérgicas desempeñan un papel fundamental  en la consolidación de la búsqueda de la novedad, porque la codificación genética hace que el transportador  de dopamina a nivel de la terminal presináptica sea hiperfuncional, aumentando la reabsorción de este neurotransmisor, generando así un déficit de esta sustancia en la hendidura sináptica y en la trasmisión postsináptica, orientando el comportamiento de las personas a la búsqueda del placer, a las conductas de riesgo y a los trastornos adictivos, por un mecanismo de compensación neuroquímica. Es la más trascendente disposición temperamental vinculada a la etiología de las adicciones.

c)  Dependencia de la recompensa (sanguíneo): refleja el mantenimiento de una conducta en respuesta a estímulos de recompensa social. Los individuos que tienen una alta dependencia de la recompensa son bondadosos, sensibles, dependientes y sociables, y aquellos con poca dependencia de la recompensa son prácticos, fríos, socialmente insensibles, indecisos e indiferentes a la soledad. Se piensa que las proyecciones noradrenérgicas que proceden del locus cerúleo y las serotoninérgicas procedentes del rafe medio influyen en el condicionamiento de la recompensa. Una alta dependencia de la recompensa se asocia con niveles inferiores de noradrenalina cerebral y las altas concentraciones del neurotransmisor provocan baja dependencia de la recompensa. Ambas pueden favorecer el desarrollo de las adicciones.

d) Persistencia (flemático): la persistencia refleja el mantenimiento de una conducta, a pesar de la frustración, la fatiga y el refuerzo intermitente. Las personas con elevada persistencia son triunfadoras, laboriosas, perseverantes y ambiciosas, con tendencia a intensificar su esfuerzo en respuesta a una recompensa anticipada, viven la frustración y la fatiga como un reto personal. Los sujetos con baja persistencia son indolentes, inactivos, inestables y erráticos, tienden a darse por vencidos fácilmente cuando se enfrentan a la frustración, raras veces se esfuerzan por obtener grandes logros, manifestando poca perseverancia incluso como respuesta a recompensas intermitentes, lo cual puede generar vulnerabilidad a los trastornos adictivos. El efecto de extinción del refuerzo parcial se asocia a conexiones del hipocampo y al metabolismo del neurotransmisor glutamato. La perseverancia se vincula con la abstinencia, a mayor valor de esta disposición temperamental, mayor sobriedad.

  Los elementos de vulnerabilidad para los trastornos adictivos fueron destacados en cada tipo de temperamento; para cristalizar estos trastornos, dichos elementos necesitan de interactuar entre ellos y con otros factores de vulnerabilidad presentes en el sujeto. Precisan, además, del contexto medio ambiental propicio y de los agentes adictógenos ciertos. Esta vulnerabilidad temperamental se asocia con la mayor búsqueda y con la elección de las sustancias psicoactivas y/o las actividades con potencialidad adictógena (Fabelo & Iglesias, 2018).

  Los efectos de la interacción de estas disposiciones temperamentales dieron lugar a la clasificación siguiente:

·      Alcoholismo tipo I de Cloninger: posee elevada puntuación en la búsqueda de la recompensa y en la evitación del daño, asociado con una baja puntuación en la búsqueda de la novedad.

·      Alcoholismo tipo II de Cloninger: tiene baja puntuación en la búsqueda de la recompensa y en la evitación del daño, asociado con una alta puntuación en la búsqueda de la novedad (Orengo et al., 2007).

  Los patrones temperamentales se heredan, se manifiestan a edad temprana, son estables desde el punto de vista del desarrollo y son constantes en diferentes culturas (James et al., 2018).

Aptitudes

Son el conjunto de capacidades adaptativas genéticamente favorecidas, traducidas en disposiciones, talentos y cualidades específicas, que embargan las emociones, las cogniciones y la constitución física, las cuales contribuyen a la configuración de elementos psicológicos y somáticos vinculados a la idoneidad en el desempeño de actividades diversas (Gardner, 1995).

Sentidos psicológicos

  Representan una subjetivación de la realidad. Nuestras vivencias personales a través de los procesos cognitivos (sensación, percepción, atención, memoria, pensamiento y lenguaje) y de los afectivos (emoción, afecto, sentimiento, estado de ánimo), son reflejadas gracias al alto grado de complejidad y organización del SNC, pasando a formar parte de nuestra estructura psíquica que es ideal y refleja por naturaleza. Este mecanismo hace posible apropiarnos de la realidad objetiva, vincularnos a ella en consonancia a las necesidades y al significado que cada cual le otorga (Tintaya, 2019).

  Los sentidos psicológicos constituyen el subsistema personológico que mayor responsabilidad tiene en la orientación y regulación comportamental, cual profesor principal del claustro, sin violar los principios sistémicos que rigen el funcionamiento de la personalidad; su contenido heterogéneo y a la ves individualizado, hace que  la subjetivación sea un proceso único e irrepetible en el universo, distinguiendo a cada sujeto con un código psicológico análogo a las huellas dactilares, abierto al cambio por su interacción constante con el medio sociocultural, lo cual facilita la posibilidad de actualización de pautas psicológicas, dentro de los cánones que  permiten su  constancia y estabilidad relativas (Bello & Casales, 2003).

  Creemos que una inadecuada estructuración de los sentidos psicológicos ofrece vulnerabilidad con relación a los trastornos adictivos, en el sentido de perpetuar la enfermedad favoreciendo la dependencia, al mediar la cualidad de la relación existente entre el sujeto y el o los agentes adictógenos, así como los estilos de afrontamiento del individuo con la realidad, particularmente con el objeto de la adicción (Fabelo & Iglesias, 2018).

  Las diversas combinaciones posibles del reflejo psíquico que forman los sentidos psicológicos (Bello & Casales, 2003), se agrupan en 2 aristas.

1-    Unidades psicológicas primarias

Son formas organizadas de funcionar y operar, con marcada estabilidad contextual, que tienen un componente afectivo significativo y se expresan en la conducta del sujeto, entre ellas encontramos:

·      Necesidades superiores

  Constituyen comportamientos estables que se gratifican en la relación con el objeto que nos falta o nos interesa tener. Dentro de la dinámica comportamental de los sentidos psicológicos, constituyen el motor propulsor de pautas conductuales que funcionan en la mente consciente e inconsciente, internándose en los estratos profundos de nuestra psiquis desde etapas formativas del neurodesarrollo, posibilitando el análisis histórico y actual del comportamiento humano.

La jerarquización de las necesidades fruto de la interacción entre ellas, resulta un proceso psicológico extremadamente complejo y vital, para poder comprender las cualidades psíquicas que se manifiestan en la estructuración y el funcionamiento de cada ser humano.

  Resulta imposible abordar la temática de las necesidades sin hacer referencia a la pirámide jerárquica de las necesidades, un aporte clásico y duradero de la concepción humanista al tema en cuestión, como se muestra a continuación en la Figura 2:

Cuadro de texto:  
Figura 2. Jerarquía de las necesidades según Abraham Maslow.
Fuente: García (2019).

 Como podemos apreciar, las necesidades son el centro de la dinámica motivacional del ser humano, estableciéndose relaciones dialécticas de extrema complejidad entre ellas. En el vértice de la pirámide se encuentra la necesidad de autorrealización que representa el mayor grado de satisfacción espiritual, de libertad y de bienestar subjetivo percibido, un estado próximo a lo que entendemos por felicidad, lo cual no significa que obligatoriamente las necesidades presentes en los niveles inferiores, tengan que estar plenamente satisfechas para que se alcance el tope de la realización personal, y que éstas, no se expresen en el comportamiento por estar ubicadas en una posición menos trascendente, sometidas a rígidas leyes de prioridad ausentes en el comportamiento humano (García, 2019; Medeiros et al., 2019).

  En términos ontogenéticos me parece pertinente el cumplimiento del flujograma propuesto por Maslow, por cuanto la satisfacción de las necesidades presentes en la base de la pirámide en etapas formativas de la personalidad, resultan cruciales para garantizar un desarrollo psicológico futuro armónico, que permita sustentar con mayor firmeza las necesidades superiores y aproximarnos a la definición de salud mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS), considerando la responsabilidad que tienen los factores psicológicos y espirituales en dicha concepción: estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad (González & Sandoval, 2019).

  En el proceso adictivo, los agentes adictógenos se convierten mórbidamente en objeto de satisfacción de necesidades para el sujeto, adquiriendo máximo grado de jerarquía y prioridad en la dinámica comportamental, pudiendo adquirir una cualidad compulsiva según las sustancias psicoactivas y/o las actividades potencialmente adictógenas implicadas (Fabelo & Iglesias, 2018).

·      Motivos

  Constituyen la forma en que la personalidad asume, procesa, elabora y satisface sus diferentes necesidades.

·      Intereses

  Se refiere a la necesidad de obtener información de alguna área. Dotan de selectividad a la conducta del sujeto sobre determinados objetos, acontecimientos o procesos.

·      Hábitos

  Son conductas que por repetición llegan a automatizarse, insertándose con notable arraigo en el estilo de vida del sujeto, por lo cual resulta muy difícil extinguirlos, tal es el caso de las sustancias psicoactivas y/o las actividades potencialmente adictógenas.

·      Rasgos del carácter

Tipifican el comportamiento porque constituyen el componente más externo y visible de los sentidos psicológicos, y el que más se ha vinculado con la perpetuación de los trastornos adictivos. En sus manifestaciones comportamentales expresan estabilidad, lo cual contribuye a forjarle el sello a la personalidad. Es la manera de hacer.

·      Actitud

Forma estable y organizada de percibir, pensar, sentir y actuar hacia personas, objetos o fenómenos de la realidad, es mediatizada por la experiencia y posee funcionamiento en los planos consciente e inconsciente. Genera posturas de aceptación o rechazo con relación al objeto de la actitud, orientada por un fuerte componente emocional, que incluye a las sustancias psicoactivas y/o las actividades con potencial adictógeno.

·      Relaciones interpersonales

  Expresan los vínculos, la manera en que el individuo se relaciona con los demás. Aspecto observable de la conducta que constituye el escenario donde se expresa la personalidad en sus funciones de relación. Favorecen a los trastornos adictivos a través de la presión para el consumo y/o la realización de la actividad, que ejerce el grupo sobre sus miembros. El deterioro personológico que producen las adicciones reducen las relaciones interpersonales al contexto adictivo.

2-    Formaciones motivacionales

  Constituyen el núcleo de la personalidad estructurados jerárquicamente en complejos motivacionales, que determinan la posición del sujeto en relación con la realidad, las vías para canalizar la pulsión motivacional, así como las estrategias y mecanismos de afrontamiento precisos para llegar al final de las metas y obtener lo que se desea. Se expresan en concepciones, valoraciones, intenciones, objetivos y proyectos de vida, que cuando están bien estructurados sirven de guía para no desviarnos del buen camino, estas incluyen:

·      Concepción del mundo

  Comprende las ideas, opiniones, criterios, convicciones y creencias respecto a la creación del universo. La fe constituye la base de sustentación con sólidos pilares en la concepción idealista de la creación universal, la cual ejerce una influencia notablemente poderosa en el gradiente motivacional del comportamiento.

·      Sentido personal

  Comprende la significación que tienen personas, objetos, sucesos, creaciones, instituciones y teorizaciones, de acuerdo al valor que cada sujeto le concede, constituyendo verdadero acicate para resistir vicisitudes, para culminar los procesos mismo con extraordinario esfuerzo y para la supervivencia en condiciones extremas. El sentido personal fortalecido es una condición de resiliencia para la salud mental.

·      Imagen de sí mismo

  Es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Como nos vemos, como nos valorizamos, como nos amamos y como nos respetamos, influye notablemente en nuestra conducta. La imagen de sí mismo empobrecida abre las puertas a los trastornos adictivos por mecanismos asertivos.

·      Jerarquía de valores

  Es la capacidad de discriminar y poner en práctica aquellos valores que se vinculan a las necesidades del sujeto, que son los más perentorios, los más útiles, o porque urge el inicio de su acción para salvaguardar o rescatar algo que se precisa.  Siempre tiene una valencia positiva establecida por el grupo social de pertenencia.

·      Los ideales

  Son normativas conductuales creadas en un contexto sociocultural determinado a través de una estrecha interacción individuo-sociedad, que se cristalizan en un conjunto de creencias políticas, religiosas o de otro tipo.

Inteligencias múltiples

  Las aptitudes perfeccionadas por influencias socioculturales desarrollan habilidades y sistemas de conocimientos que estimulan las potencialidades individuales y pueden llegar a proporcionar el éxito que la sociedad espera de cada uno de sus miembros. Por suerte, el enfoque actual de la inteligencia no se reduce al coeficiente intelectual, sino que, considera la capacidad de crear productos que sean valiosos en varios ambientes culturales. Otras corrientes preconizan la habilidad de reconocer conceptos y sus relaciones, aplicados adaptativamente a la propia conducta. Por tanto, la inteligencia genera juicios de valor e influye en cómo nos ven, si somos o no competentes, si alcanzamos o no la realización personal, y esto tiene una repercusión comportamental que impregna la expresión global de la personalidad, favoreciendo o no nuestro bienestar subjetivo. Desplegar al máximo los perfiles de la inteligencia y conservarlos a lo largo de la vida, es un factor generador de salud integral (Tintaya, 2019).

Aceptamos de Gardner (1995) el enfoque multidimensional de la inteligencia:

a)  Inteligencia musical

  La música es un arte universal. Todas las culturas tienen algún tipo de música, más o menos elaborada, lo cual llevó a Gardner y colaboradores a entender que existe una inteligencia    musical latente en todas las personas.

  Esta inteligencia incluye la capacidad de percibir las formas musicales, proporciona habilidades en la composición, la interpretación, la transformación y la valoración de todo tipo de música y sonidos. Las personas que desarrollan este tipo de inteligencia como los cantantes y compositores presentan una sensibilidad especial al ritmo, a la cadencia, al tono, al timbre y a los sonidos de la naturaleza y del medio ambiente.

b) Inteligencia lógico-matemática

  Durante décadas, fue considerada la inteligencia en bruto. Suponía el axis principal del    concepto de inteligencia y se empleaba como baremo para detectar cuán inteligente era una          persona. La inteligencia lógica-matemática es una de las modalidades más reconocidas en las pruebas psicotécnicas para evaluar la inteligencia, ya que se corresponde con el modo de pensamiento del hemisferio lógico, y        con lo que nuestra        cultura ha considerado siempre como la única inteligencia (factor general).

  Esta       inteligencia  implica la capacidad de usar los         números de manera eficaz, emplear la lógica en la resolución de problemas y en la investigación, usando razonamientos inductivos y deductivos. La rapidez para solucionar este tipo de problemas es el indicador que determina cuánta inteligencia lógico-matemática se tiene. Los test de cociente intelectual (IQ) se fundamentan en este tipo de inteligencia y, en menor medida, en la inteligencia lingüística.

c)  Inteligencia lingüística

  La capacidad de dominar el lenguaje y poder comunicarnos con los demás, es universal y transversal en todas las culturas. Desde pequeños aprendemos a usar el idioma materno para podernos comunicar de          manera eficaz. Las personas que dominan más la comunicación son aquellas que cuentan con una inteligencia lingüística superior.

  Esta inteligencia implica la capacidad de comprender el orden y el significado de las palabras en la lectura, la escritura, al hablar y al escuchar. Por ello, es la inteligencia más reconocida en          la enseñanza y el aprendizaje de una lengua extranjera. Supone una sensibilidad al lenguaje oral o escrito y la capacidad de usar el lenguaje para lograr el éxito en diversas tareas.

d) Inteligencia espacial

  Abarca la capacidad de formar e imaginar dibujos de dos y tres dimensiones, y el potencial        de comprender, manipular y modificar las configuraciones del espacio amplio y limitado. Es la habilidad de observar el mundo y los objetos desde diferentes perspectivas.

  Para las personas cuya inteligencia más desarrollada es la espacial, es fácil recordar fotos y objetos en lugar         de palabras. Además, destacan  por tener capacidades que les permiten idear imágenes mentales, dibujar y detectar detalles. La resolución de problemas espaciales se aplica a la navegación, al uso de mapas como sistema notacional, al juego de ajedrez y a las artes visuales.

e) Inteligencia corporal-cinestésica

  Las habilidades corporales y motrices que se requieren para manejar herramientas o para expresar ciertas emociones, representan un aspecto esencial en el desarrollo de todas las culturas         de las que se tiene conocimiento. La evolución de los movimientos corporales especializados es de importancia obvia para la especie, en los humanos esta adaptación se extiende al uso de herramientas. El movimiento del cuerpo sigue un desarrollo claramente definido en los niños y no hay duda de su universalidad cultural.

  La habilidad     para usar herramientas es         considerada          inteligencia corporal- cinestésica.        Por otra parte, hay un conjunto de capacidades más intuitivas como         el uso de la inteligencia corporal en la expresión de sentimientos mediante el cuerpo.  Por tanto, esta inteligencia constituye la capacidad de usar el cuerpo (en   su totalidad o en partes), para expresar ideas, aprender, resolver problemas, realizar actividades y construir productos. Esta capacidad se precisa para realizar actividades que requieren fuerza, rapidez, flexibilidad, coordinación óculo-manual y equilibrio.

  Vista en personas que aprenden las destrezas físicas rápido y fácilmente, les encanta moverse y jugar deportes. Estos sujetos piensan cuando se mueven y pueden aprender mejor cuando están moviéndose.

f)   Inteligencia interpersonal

  Abarca la capacidad de fijarse en las cosas importantes para otras personas, teniendo en cuenta sus intereses, sus motivaciones, su perspectiva, su historia personal, sus intenciones, así como prediciendo las decisiones, los sentimientos y las acciones de otros. Esta inteligencia permite advertir cosas de las otras personas, que facilitan la interpretación de las palabras, los gestos, los objetivos y las metas de cada discurso, obteniendo la capacidad de empatizar con los demás.

Los individuos con notable desarrollo en la inteligencia interpersonal son aquellas personas que les gusta conversar, aprender en grupo o en pareja, trabajar o hacer actividades con otras personas. Es una inteligencia muy valiosa para las personas que trabajan         con grupos numerosos, porque desarrolla estilos de liderazgo.

g) Inteligencia intrapersonal

  Es la capacidad de conocerse a uno mismo, de entender, explicar y discriminar los propios sentimientos como medio de dirigir las acciones y lograr varias metas en la vida.

  Las personas que destacan en la inteligencia intrapersonal   son capaces de acceder a sus sentimientos y emociones, y aplicarlos de manera reflexiva en sí mismos, permitiéndoles ahondar en su introspección y entender las razones por las cuales asumen determinados comportamientos.  

  Por lo     general, estos sujetos prefieren trabajar independientemente, pensar en su futuro, meditar, establecer metas y lograrlas. Además, tienen un buen sentido de sus fortalezas y de sus dificultades, que les permiten conocer profundamente sobre asuntos importantes del yo.

h) Inteligencia naturalista

  Permite detectar, diferenciar y categorizar los  aspectos vinculados a la naturaleza, como por ejemplo las especies animales y vegetales o fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los eventos naturales.

Estas personas disfrutan las excursiones, ir de caminata, cuidar a las mascotas, averiguar y categorizar los nombres y los detalles de las personas, los animales, las plantas y los objetos en su ambiente.

  La inteligencia emocional desarrollada por Goleman en 1996 hace énfasis en la habilidad de conocer las emociones propias para manejarlas o controlarlas eficazmente. Motivarse en la consecución de una meta, regulando para ello las emociones que se vayan presentando en el camino.          Reconocer las emociones en los demás que permitan las relaciones interpersonales empáticas, y señala, además, la capacidad de relacionarse con los otros e influir sobre estos a través del manejo “inteligente” de las emociones. Los patrones impulsivos de personalidad están fuertemente involucrados en la etiología de los trastornos adictivos, y en ellos obviamente está comprometida este tipo de inteligencia (Fiero Suero, Almagro, & Sáenz, 2019).

La personalidad desde un enfoque holístico

    El grado de interpenetración, interdependencia e indisolubilidad que poseen los elementos constitutivos de la personalidad, hacen de ella un sistema complejo, con una determinación igualitaria en términos de jerarquía entre los factores biológicos, psicológicos y socioculturales que la constituyen, por lo cual el resultado de la interacción de estos tres factores, es significativamente superior a la aportación individual de cualesquiera de ellos.      Considerando que la personalidad se apropia y refleja el contexto histórico del cual se nutre, podemos afirmar que posee una determinación sociohistórica desde el punto de vista ontogénico (Bello & Casales, 2003).

   La Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), ciencia transdisciplinaria que estudia y analiza las interacciones multidireccionales entre el comportamiento (psiquis) y los sistemas nervioso, endocrino e inmune y sus repercusiones en la clínica, está realizando novedosos aportes en la comprensión de la personalidad, que permitirán descifrar con mayor precisión, la dinámica relacional entre los factores internos y externos formativos de la psiquis humana, al desentrañar la relación entre los circuitos neuronales, los neurotransmisores,  los neuromoduladores, los péptidos, las hormonas, las citoquinas, los  receptores celulares, el genoma, el eje intestino-microbiota-cerebro, el epigenoma, el medio ambiente y los factores epigenéticos  (González & y Sandoval, 2019).                                                                                          

  Esta mezcla de elementos congénitos y adquiridos, agrupados en subsistemas personológicos, está en constante interacción entre sí y con su entorno, posibilitando que la personalidad sea única, irrepetible y dinámica, responsable del conocimiento de sí mismo, de la conducta y de la toma de decisión (Rabadán, Gómez, Pérez, Sánchez, & Pérez, 2019).

   Finalmente, denominamos personalidad al conjunto estable e integrado de características biopsicosociales, devenidas de la interacción dialéctica sujeto-medio, que lo tipifican en un medio sociocultural determinado, y que intervienen en la regulación y autorregulación de la conducta (Bello & Casales, 2003).

Conclusiones

  El conocimiento de la configuración personológica a través de un enfoque holístico, dinámico y sistémico, por parte de los profesores, constituye una poderosa arma preventiva de los trastornos adictivos en el alumnado.

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Referencias

 

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