Ensayo

 

 

¿Qué Sentido Tiene una Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Esmeraldas?[1]

Diego A. Jiménez Bósquez

Pontificia Universidad Católica del Ecuador- Esmeraldas, Ecuador.

 

 

 

La correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a Diego A. Jiménez Bósquez.

Email: diego.jimenez@pucese.edu.ec

 

 

Fecha de recepción: 14 de marzo de 2023.

Fecha de aceptación: 17 de abril de 2023.

 

¿Cómo citar este artículo? (Normas APA): Jiménez Bósquez, D.A. (2023). ¿Qué Sentido Tiene una Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Esmeraldas? Revista Científica Hallazgos21, 8 (2), 233-239. http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/

 


 


Resumen

Las reflexiones que aquí se presentan sobre la existencia de una Pontificia Universidad Católica del Ecuador en la provincia de Esmeraldas han surgido del punto de vista que abordé como Pro- rector en el acto de posesión del cargo como autoridad de esta sede. Es imprescindible que se comprenda la importancia de abogar por una universidad ecuatoriana y esmeraldeña, donde quede la impronta de que nuestra comunidad académica es capaz de tenerse a sí misma y a su realidad como sujeto y objeto de su ejercicio científico y reflexivo, abriendo paso a una epistemología encarnada, histórica y comprometida. Sin embargo, en nuestra universidad no solo estamos llamados a saber hacer, sino a hacer con sentido y en el marco de un mundo que requiere una forma de hacer comprometida con la vida y el cuidado de nuestra Casa Común.

Palabras clave: Esmeraldas; Pontificia Universidad Católica del Ecuador; iglesia; comunidad académica.

 

Summary

The reflections that are presented here on the existence of a Pontifical Catholic University of Ecuador in the province of Esmeraldas have arisen from the point of view that I addressed as Pro-Rector in the act of possession of the position as an authority of this campus. It is essential to understand the importance of advocating for an Ecuadorian university in Esmeraldas, where the imprint remains that our academic community can have itself and its reality as the subject and object of its scientific and reflective exercise, opening the way for an embodied, historical and committed epistemology. However, at our university, we are not only called to know how to do things but to do things with meaning and within the framework of a world that requires a way of doing things that are committed to the life and care of our Common Home.

Keywords: Esmeraldas; Pontifical Catholic University of Ecuador; church; academic community.

 

¿Qué Sentido Tiene una Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Esmeraldas?

Todo lo que aquí hacemos, en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Esmeraldas, tiene sentido por nuestros estudiantes, porque confían en nosotros y nosotros estamos convencidos que apostarles a ellos es el camino para tener una sociedad más equitativa, democrática y justa.

Como Pro- rector estoy, básicamente, al servicio del estudiantado. Desde que fui designado para Esmeraldas para asumir este cargo estoy constantemente pensando en todo aquello que podemos hacer juntos, para dejar este mundo y esta ciudad mejor de como lo encontramos. Estamos aquí para transformar positivamente la realidad. En este sentido, analizo el porqué y el para qué de nuestra Pontificia Universidad Católica en Esmeraldas.

El planteamiento inicial surge de mi formación en la filosofía y, quienes la cultivamos, sabemos que lo propio de esta disciplina es plantear preguntas, ojalá siempre sean buenas preguntas. Como un humilde gesto de reconocimiento y gratitud a mis profesores y maestros en mi formación filosófica y académica, deseo reflexionar partiendo de la siguiente pregunta: ¿qué sentido tiene la Pontificia Universidad Católica del Ecuador hoy, aquí, en Esmeraldas? Dicho de otro modo: ¿para qué se necesita aquí una Pontificia Universidad Católica? Propongo abordar esta pregunta considerando tres aspectos característicos de la nuestra realidad.

Primero, el fácil acceso a la educación superior fuera de Esmeraldas. Hoy la oferta de educación superior es abundante, accesible económicamente y atractiva en términos de calidad. Se pueden obtener títulos de manera virtual, en universidades en grandes ciudades, a miles de kilómetros de nosotros. Mucha de esta oferta se encuentra a costos bastante accesibles. Entre las universidades que promueven esas ofertas las hay malas, pero también se pueden encontrar algunas muy buenas. Solo es cuestión de buscar un poco y las hallaremos. Hoy se puede cursar una carrera en una universidad extranjera, con más facilidades que las que encontramos aquí. De hecho, una de las cosas que nos enseñó la pandemia es que se puede estudiar sin salir de casa, sin salir de nuestra ciudad, sin ir a las aulas y en el lugar del mundo que elijamos.

Segundo, la primacía del saber hacer sobre otros tipos de saberes y perentoriedad del trabajo. Hoy el mundo del trabajo se caracteriza, entre otras cosas, por dos aspectos. Por un lado, el trabajo y su organización no es el mismo de hace algunas décadas. Antes y hasta los días de mi generación, muchos de nuestros padres entraron a un trabajo y allí se jubilaron, o allí han permanecido por largos períodos de tiempo. Los datos actuales señalan que esto está cambiando drásticamente. En este contexto, las profesiones como las entendemos ya no son suficientes. Muchos de los títulos que otorgan las universidades pierden vigencia y ya no tienen la misma importancia. Por otro lado, y producto de lo antes dicho, la tendencia de hoy son los saberes puntuales, prácticos y específicos. La industria demanda personas que sepan hacer cosas, no importa si tienen títulos o no. Se privilegia el saber hacer. Para esto se necesita y prioriza la enseñanza de la técnica y de aquello que genera lucro. En este contexto, aquellas disciplinas, saberes y carreras que no están directamente conectadas con ese ambiente están condenadas a desaparecer. Es el caso de las artes y las humanidades, principalmente.

Tercero, a nivel global y local, el presente parece empeñado en situarnos frente a una realidad cuyo propósito es ahogar la esperanza. Aquí en Esmeraldas no es distinto. Hoy somos una de las ciudades más inseguras de la región. Al mes de julio de este 2022, las muertes violentas eran el 400%, más que las que hubo en todo el año 2021. Con ello, Esmeraldas tiene la peor tasa de homicidios del país: 48,79 por cada 100.000 habitantes, mientras que la tasa nacional es de 15,48 (Salazar, 2022). La tasa de desempleo en Esmeraldas, con el 10%, es el doble que en el resto del país. El empleo adecuado bordea el 21%. La informalidad es del 60% (Salazar, 2022). Del total de jóvenes que deberían estar cursando el bachillerato, solo lo está haciendo el 65%, y el 10% de nuestros niños no está yendo a la escuela. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (2021), Esmeraldas está entre las 5 provincias más pobres del país, y entre las 6 con más pobreza extrema. Aquí la vida y la esperanza se esconden. No son pocos los jóvenes que se van porque aquí no hay futuro. Por lo dicho, no es difícil concluir que aquí queda muy complejo proponer y sostener un proyecto universitario cualquiera.

 

Desarrollo

Reflexión y análisis de la realidad

Lo mencionado son datos, y como decían los latinos, contra facta non sunt argumenta. Con estos datos delante, volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿qué sentido tiene hoy en Esmeraldas una Pontificia Universidad? Ahora, para cada una de esas realidades, propongo las siguientes consideraciones.

Frente aquello del fácil acceso a la educación superior fuera de Esmeraldas, les propongo, en el sentido de lo dicho hace 50 años por el P. Hernán Malo, volver sobre la idea de una Universidad ecuatoriana. Abogar por una universidad ecuatoriana y esmeraldeña significa que nuestra comunidad académica es capaz de tenerse a sí misma y a su realidad como sujeto y objeto de su ejercicio científico y reflexivo; es abrirle paso a una epistemología encarnada, histórica y comprometida. Esta idea está estrechamente relacionada con una sobre la que constantemente vuelve la reflexión del Dr. Ponce[2] sobre la Universidad: el corazón de la universidad está fuera de ella. En nuestro caso, la PUCESE encuentra su razón de ser en las encrucijadas y dramas sociales que exigen ser resueltos y que influyen en la vida de los que aquí habitamos. 

En Esmeraldas no necesitamos solo y simplemente tener títulos universitarios o ir a alguna universidad en cualquier lugar del mundo. Los esmeraldeños no solo necesitamos ciencia o filosofía. Necesitamos nuestra ciencia y nuestra filosofía, forjar nuestras propias conquistas intelectuales. Es por ello por lo que hemos de esforzarnos aún más porque el conocimiento profundo de nuestra realidad sea un capítulo ineludible en toda nuestra oferta académica. Solo se ama y se lucha por aquello que se conoce. Y la PUCE busca en Esmeraldas contribuir con el conocimiento objetivo de nuestra realidad para, conociéndola, amarla y transformarla.

Todo esto, creemos, podemos conseguirlo sin la mercantilización del conocimiento que nos ofrece el capital internacional disfrazado de oferta académica accesible. La universidad sin arraigo, desentendida de las circunstancias particulares de la vida, es alienante y no tiene mayor interés en atender nuestros asuntos. No se trata de cerrarse a un diálogo necesario con las realidades y globales; se trata de mantener ese diálogo sin poner en peligro aquello que somos y que estamos llamados a ser. Con sus excepciones, lo que le importa al internacionalismo academicista es vender. Su éxito se mide en ventas. En cambio, nuestro éxito se mide en cuántas vidas y cuántas realidades de injusticia, de pobreza y opresión somos capaces de transformar positivamente. El éxito de nuestra Pontificia Universidad y de los títulos que entregamos son nuestros graduados de quienes esperamos un ejercicio comprometido y responsable de sus profesiones. Nosotros medimos el éxito en términos de bien común. De ahí que no estamos dispuestos a contentarnos con formar profesionales exitosos en sociedades fracasadas[3].

En cuanto al segundo punto propuesto, el de la prevalencia del saber hacer (triunfo de la razón instrumental), me permito contraponer la condición y la vocación humanista de la PUCE. En las actuales circunstancias, esta característica de la PUCE la hace de una vigencia casi única y exclusiva en el conjunto de la Educación Superior en el país. Sí, es verdad que necesitamos aprender a hacer. Y no solo eso, en el caso nuestro, nos urge hacer cosas que garanticen nuestra auto sostenibilidad. De eso no cabe duda. Pero nosotros somos universidad y aquí no solo estamos llamados a saber hacer, sino a hacer con sentido y en el marco de un mundo que requiere una forma de hacer comprometida con la vida y el cuidado de nuestra Casa Común. En ese sentido, aquí tienen un lugar predilecto aquellos saberes que no son perentorios, que no están supeditados a los vaivenes de la oferta y la demanda. Y es que en la universidad la última palabra no puede tenerla un sistema económico culpable de la destrucción del medio ambiente, culpable de la injustica que crea violencia; y ciega ante el drama de tanta gente.

Venimos a la universidad para aprender a hacer cosas. Para tener un oficio que nos permita ganarnos la vida. Pero no solo a eso. Aquí también venimos, en el sentido clásico de la expresión, a cultivar nuestra humanidad. Y eso significa reconocer que, además de hacer cosas, tenemos capacidad de amar, de cuidar, de vivir con otros… Me gusta pensar que una tarea irrenunciable de la Universidad es enseñarnos que somos porque otros son, como lo sostiene el aquel principio africano del Ubuntu. Veo allí uno de los mayores desafíos de nuestra Pontificia Universidad en Esmeraldas y en nuestro país: formar profesionales conscientes y comprometidos con la construcción de una sociedad en la que a todos se nos permita ser.

Y es aquí donde además de aquellas disciplinas que nos enseñan a hacer, necesitamos aquellas que forman las otras dimensiones de nuestra vida. Somos riqueza de necesidades y precisamente por ello nuestra formación es integral. Aquí juegan un papel determinante las artes y las humanidades. En el cultivo de ellas nos descubrimos a nosotros mismos, descubrimos que la gramática de nuestra condición humana puede estructurarse de distintas maneras; en ellas aprendemos que las personas tenemos dignidad y no precio. En tal sentido, dejarle el paso libre a una educación orientada únicamente a generar lucro y renta equivale a renunciar a la posibilidad de vivir y esforzarnos por construir comunidades políticas democráticas, en las que cada uno pueda vivir la vida que desea vivir. No podemos sacrificar las artes y las humanidades porque eso nos desnaturalizaría, y nos postraría ante los dogmatismos tan de moda y exitosos entre nosotros.

Necesitamos de las artes y las humanidades, además de lo dicho, porque nos permiten forjar nuevas utopías, gestar motivos para seguir caminando. A cualquier persona, y con mayor razón a nosotros, nos está prohibido renunciar a las utopías. No podemos pensar que ya todo está dicho y conformarnos con la realidad que tenemos. Nos merecemos un mejor país, una mejor ciudad, y tenemos que luchar y esforzarnos para hacerlo posible. Ante este propósito, no podemos olvidar que esta sede se crea, en palabras del Padre Meloni, su primer Pro- rector, como una forma de contribuir con la construcción del Reino de Dios aquí en Esmeraldas. 

Finalmente, es importante recordar la realidad tan desesperanzadora y destrozada que tenemos por delante, en la que resulta difícil, y quizá hasta descabellado, pensar en sostener un proyecto como el de la universidad. Hoy las consecuencias de las múltiples crisis que vivimos nos ponen contra las cuerdas. Como institución, el contexto en el que estamos nos afecta. Nuestra situación financiera no es la mejor. Estamos un poco apretados.

Sería muy fácil cerrar nuestras puertas, irnos y volver cuando las cosas mejoren. Sería fácil, pero, sin dudas, no sería ni cristiano ni propio de una universidad que se sabe instrumento de Dios al servicio de todos; sobre todo, de los más pobres. De los Misioneros Combonianos [4] heredamos el ethos misionero que caracteriza a esta sede: estamos aquí porque esta realidad nos necesita. No estamos aquí únicamente porque es una aventura interesante o un buen negocio hacer Educación Superior. Estamos aquí porque creemos que aún en medio de nuestras profundas limitaciones y necesidades, personales e institucionales, tenemos algo que aportar.

Aquí nos convoca el servicio, estamos aquí porque Dios nos llama y aquí nuestra presencia tiene sentido. Estamos aquí porque no podemos abandonar y desentendernos de la suerte de nuestros hermanos. La PUCE está aquí y tiene sentido que aquí esté porque se sabe instrumento para construir el Reino de Dios en Esmeraldas, como desde el principio lo declaraba el P. Meloni. No nos sentaremos a esperar que las cosas pasen. No. Nuestra confianza es como la de San Ignacio de Loyola: hacemos todo como si el éxito de nuestras acciones dependiera solo de nosotros, y confiamos en Dios como si todo dependiera solamente de él. 

 

Conclusión

La Pontificia Universidad Católica del Ecuador, de inspiración ignaciana, halla en nuestra tierra, en sus vicisitudes y en nuestro contexto, un lugar privilegiado para hacerse y florecer. Esto es así porque la PUCE es una obra con la que la Iglesia cumple aquí su misión de evangelizar, y mientras esta tierra necesite de ella, aquí estaremos. No nos iremos ni seremos víctimas del miedo. Sí, a veces hay miedo. Pero es más nuestra confianza en la Providencia y en aquello que cada uno de los que conforman esta comunidad universitaria, profesores, administrativos y estudiantes, puede y tiene para dar. No estamos solos. Ni es poco lo que tenemos. Como dice el precioso canto del ofertorio: ¿Quién dice que no somos nada? ¿que no tenemos nada para ofrecer? Miren nuestras manos abiertas trayendo la ofrenda de nuestro vivir. 


 


Referencias

Salazar Méndez, Y. (9 septiembre 2022). Las razones por las que Esmeraldas se desangra. Primicias. https://www.primicias.ec/noticias/firmas/esmeraldas-violencia-pobreza-ecuador/

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos - INEC (2021). Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo 2021. https://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/EMPLEO/2021/Marzo-2021/202103_Mercado_Laboral.pdf

                                                                                                                 



[1] Artículo de reflexión basado en el discurso de posesión del Profesor Diego Armando Jiménez Bósquez como Pro Rector de la PUCE Esmeraldas, pronunciado el día 18 de noviembre de 2022.

[2] Rector de la PUCE.

[3] Cfr. P. Adolfo Nicolás, SJ.

[4] Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús​, son una congregación religiosa católica de derecho pontificio, fundada por San Daniel Comboni el 1 de junio de 1867, en Verona, Italia (Nota del editor. Tomado de Wikipedia).