El Aprendizaje Situado: una Oportunidad para la Práctica
Pedagógica Innovadora, Crítica y Reflexiva
Situated
Learning: An Opportunity for Innovative, Critical and Reflective Pedagogical
Practice
Esmeraldas,
Ecuador; y
Diana
Marcillo- Murillo
Pontificia
Universidad Católica del Ecuador- Esmeraldas.
Fecha
de recepción:6 de otubre de 2023.
Fecha
de aceptación: 6 de noviembre de 2023.
¿Cómo
citar este artículo? (Normas APA): Cid- García, M., & Marcillo- Murillo, D.
(2023). El Aprendizaje Situado: una Oportunidad para la Práctica Pedagógica
Innovadora, Crítica y Reflexiva. Revista
Científica Hallazgos21, 8
(3), 316-329. http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/
Este ensayo explica las
principales características del modelo del aprendizaje situado. Destaca las habilidades que potencia su
aplicación didáctica, entre ellas la motivación constante del alumnado,
comprensión profunda de los contenidos, aprendizaje auténtico, desarrollo de
competencias profesionales y sociales, práctica pedagógica crítica y reflexiva.
Se deja patente que dichas habilidades se potencian cuando en la práctica
pedagógica los docentes utilizan estrategias didácticas de participación
activa, especialmente la creación de comunidades de aprendizaje. Señala
que el proceso de enseñanza aprendizaje se ve fortalecido con la integración de
procesos de retroalimentación. Para concluir, aboga por la incorporación del
aprendizaje situado en la práctica pedagógica universitaria como un modelo
didáctico cotidiano. Se asume que dicho modelo no es la panacea de la Educación;
sin embargo, su aplicación brinda la oportunidad de estar en contacto con la
realidad sociocultural e histórica.
Palabras clave: aprendizaje situado; comunidades de aprendizaje; práctica
pedagógica universitaria; reflexión pedagógica; retroalimentación.
This
essay explains the main characteristics of the situated learning model. It
highlights the skills that its didactic application enhances, including
constant motivation of students, deep understanding of the contents, authentic
learning, development of professional and social skills, and critical and
reflective pedagogical practice. It makes it clear that these skills are
enhanced when in pedagogical practice teachers use didactic strategies of
active participation, especially the creation of learning communities. It
points out that the teaching-learning process is strengthened with the
integration of feedback processes. To conclude, it advocates the incorporation
of situated learning in university pedagogical practice as an everyday teaching
model. It is assumed that this model is not the panacea of Education, however,
its application provides the opportunity to be in contact with the
sociocultural and historical reality.
Keywords: situated learning; learning communities; university
pedagogical practice; pedagogical reflection; feedback.
El Aprendizaje Situado: una Oportunidad para la Práctica
Pedagógica Innovadora, Crítica y Reflexiva
El aprendizaje
situado,
al concebir la actividad en contexto como el factor clave de todo
aprendizaje, ubica a la educación como parte integrante e indisociable de las
diversas prácticas de la vida cotidiana (Sagástegui, 2004, p.30).
La práctica pedagógica en el ámbito universitario
requiere del acercamiento al contexto profesional en el que laborará el
estudiante -futuro profesional- de lo contrario el aprendizaje solo se limita
al conocimiento declarativo. Ese tipo de aprendizaje es necesario, pero no
puede ser exclusivo (Coll et al., 1994). El proceso de enseñanza aprendizaje
debe dar oportunidad para que los estudiantes construyan diversos tipos de
conocimientos: declarativo, procedimental y actitudinal (Coll et al.,1994). De acuerdo con Brown et al. (1989), la implementación del aprendizaje situado como modelo didáctico mejora la capacidad de los
estudiantes para adaptarse y resolver problemas en diversas situaciones de la
vida real, principalmente porque sitúa a los educandos en su propia cultura y
coloca en juego el componente social de toda actividad humana.
Se torna
imprescindible que los estudiantes universitarios aprendan teoría y práctica de
un modo proporcional a las habilidades que promueve la carrera cursada y a las
competencias que requiere el ámbito laboral (Villarroel & Bruna, 2006). Si
bien esta afirmación suele ser recurrente en el discurso político y académico
nacional e internacional, su implementación no parece ser tan simple.
Probablemente uno de los obstáculos sea el mismo contexto universitario, pues
tradicionalmente la formación académica superior se ha inclinado por la
instrucción, el dominio teórico. Otro obstáculo puede ser la falta de formación
didáctica en los profesionales que desarrollan el trabajo académico (Cicek et al., 2017). Los docentes universitarios son
especialistas en sus respectivas áreas de formación, pero no suelen cuentan con
el dominio didáctico del contenido que imparten (Bolívar & Caballero, 2008). Se entiende que ese saber docente se adquiere mediante la práctica y a
través de la interrelación con otros colegas, lo que se ve potenciado al
introducir en la práctica docente procesos de reflexión crítica sobre la propia
práctica (Feldman, 2010; Sanjurjo, 2009; Tardif,
2004).
Sostenemos que
la apropiación pedagógica del modelo del aprendizaje situado facilita el
aprendizaje auténtico de los estudiantes y a la vez genera oportunidades para
que los docentes se conviertan en aprendices de su propia práctica pedagógica.
Acercamiento
teórico
El aprendizaje situado es un modelo teórico que concibe
el proceso de aprendizaje como una dinámica social, cultural e histórica (Niemeyer,
2006; Sagástegui, 2004). Dicho modelo es fruto del
aporte de distintas disciplinas (psicología, sociología, antropología,
lingüística) y corrientes (teoría sociohistórica o sociocultural, teoría de la
actividad, constructivismo, constructivismo social, teoría de la cognición
situada, aprendizaje auténtico, aprendizaje experiencial), tal como lo explican
diversos estudios (Díaz, 2003; Díaz & Hernández, 2010; Sagástegui,
2004).
El foco esencial
del aprendizaje situado lo constituye la incorporación de la experiencia
práctica en un contexto sociocultural específico como una forma de adquirir la
comprensión profunda de contenidos y actividades, logrando con ello
aprendizajes auténticos (Sagástegui, 2004). El
aprendizaje situado deja de manifiesto que el componente individual del
aprendizaje está supeditado al componente social (Lave & Wenger, 1991). Al
respecto Cole (1999) afirma
que el contexto configura las acciones concretas de los seres humanos, y ese
contexto siempre se enmarcan en la cultura de un lugar concreto. Además, señala
que “los procesos psicológicos son mediados culturalmente, se dan en un momento
histórico determinado y surgen a partir de la actividad práctica” (p.108).
Desde esta
perspectiva teórica resulta fundamental para el aprendizaje que los aprendices
cuenten con la oportunidad de participar en actividades significativas, así
como con el derecho a la pertenencia y a la posibilidad de utilizar espacios de
práctica y experiencia (Bruner, 1986; Díaz, 2003; Hernández & Díaz, 2015;
Lave & Wenger, 1991; Niemeyer, 2006; Sagástegui,
2004). Puesto que es la interacción con los otros la que potencia el
aprendizaje, esta es “un vehículo del
pensamiento socialmente compartido. Por lo tanto, los productos de aprendizaje,
que son construidos conjuntamente, están distribuidos a través de todo el
sistema social, más que estar como posesión de los individuos participantes”
(Salomon & Perkins,1998, p.12).
Hasta aquí queda claro que el aprendizaje situado se desarrolla en un contexto social y requiere
ineludiblemente la pertenencia al mismo (Niemeyer, 2006). Lave y Wenger (1991) y Wenger y Wenger (2019) indican
que el aprendizaje situado se lleva a cabo en las comunidades de práctica, las
que entienden como una agrupación de
personas que buscan y valoran ciertas empresas y que tienen a su disposición
determinados medios para conseguirlas. La actividad es central en dicho
proceso. Los aprendices participan en comunidades de práctica (lave &
Wenger, 1991; Wenger, 2001; Wenger & Wenger, 2019) en las que desarrollan paulatinamente el dominio de
conocimiento y destreza hasta convertirse en expertos, es decir, hasta alcanzar
la participación plena en las prácticas socioculturales de una comunidad. A
dicho proceso de participación lo denominan participación periférica legítima.
El
individuo que aprende no adquiere un conjunto discreto de conocimientos
abstractos que transportará y reaplicará luego a otros contextos. En su lugar,
adquiere las destrezas para involucrarse en el proceso, bajo las condiciones
atenuantes de la participación periférica legítima (Lave & Wenger, 1991,
p.18).
En cuanto a la
evaluación dentro del modelo del aprendizaje situado, esta se considera una
oportunidad de aprendizaje. Idea que comparte con la corriente del aprendizaje auténtico
(Ausubel, 2002) y con la del desarrollo de competencias (Biggs,
2006). Sobre el rol de la evaluación para el aprendizaje, nos parece pertinente
citar a Anijovich (2020):
La
evaluación para el aprendizaje implica el tránsito hacia una cultura del aula
en la que los estudiantes puedan juzgar su propio trabajo y el de los demás,
comprendiendo cuál es el aprendizaje que se proponen alcanzar. Para evaluar su
trabajo y el de sus pares, necesitan «saber» cuál es el desempeño apropiado («a
dónde tienen que llegar»), saber en qué fase de su propio aprendizaje están, y
recibir apoyo acerca de qué caminos tomar para alcanzarlo. (p.25)
Se sabe que el aprendizaje de los estudiantes se ve fortalecido cuando
se emplean estrategias de retroalimentación en distintos momentos del proceso
de enseñanza-aprendizaje (Hattie & Timperley, 2007; Niemeyer, 2006; William, 2011). Si bien
existen distintos tipos de retroalimentación (Hattie &
Timperley, 2007), “no se trata tanto de incluir todos los tipos de
retroalimentación, sino que lo más importante es adecuarla a las
características y el proceso de cada uno de los/as estudiantes” (Canabal &
Margalef, 2017, p.167). Para que la retroalimentación sea efectiva se destaca
la importancia del propósito de ésta, así como la calidad de las interacciones
entre docentes y estudiantes (William, 2011).
Aplicación del modelo del aprendizaje situado en el
ámbito universitario
Estudios sobre la aplicación del aprendizaje situado en
el entorno universitario evidencian que bajo este modelo didáctico los
aprendices logran una comprensión más profunda y duradera de los contenidos,
así como una mayor implicación en el proceso de aprendizaje. Dichos resultados
son producto de la participación activa de los
estudiantes en el proceso de aprendizaje, la cual se logra a través de la
implementación de actividades participativas, reales y problematizadoras (Anderson et al., 1996;
Cunningham & Dawes, 2016; Díaz, 2003; Hernández & Díaz, 2015; Lombardi,
2007; Steinet al., 2004; Weimer,
2002).
Recientes investigaciones, también en el ámbito universitario (Hevia & Fueyo 2018; Nakamura et al., 2018), señalan
que la aplicación del modelo del aprendizaje situado fomenta la adquisición de
competencias profesionales. Puesto que la participación en comunidades de
práctica en contextos reales motiva a que los aprendices (novatos y expertos)
se involucren de forma activa y comprometida frente a la resolución de
problemáticas reales y desafiantes. El proceso de participación en comunidades
de aprendizaje también influiría en la perspectiva del docente ante su práctica
pedagógica y la enseñanza para el aprendizaje, motivándole a ser más reflexivo
y crítico (Cicek et al., 2017; Nakamura et al.,
2018).
Como
contrapartida al modelo del aprendizaje situado es necesario indicar que la
implementación de estrategias didácticas que involucran la participación
activa de los educandos en contextos situados social, cultural e
históricamente no garantiza el logro absoluto de los objetivos de aprendizaje
(Niemeyer, 2006). Se debe tener en cuenta que los resultados de aprendizaje
pueden variar dependiendo de: cómo se implemente la metodología del aprendizaje
situado, las características del curso, el campo de estudio, características
del contexto sociocultural seleccionado, así como las características de los
estudiantes y de los formadores (Hernández & Díaz, 2015; Niemeyer, 2006).
Sin embargo, en general, los estudios han mostrado una tendencia positiva hacia
los beneficios educativos y el desarrollo de habilidades que ofrece esta
metodología en contextos universitarios.
En nuestro caso,
fruto del aprendizaje teórico y práctico, podemos señalar que el modelo del
aprendizaje situado favorece el desarrollo de distintas habilidades en
estudiantes y docentes. La experiencia práctica la adquirimos en la creación y
aplicación de un proyecto didáctico que contempló el modelo del aprendizaje
situado (Hernández & Díaz, 2015), como dinamizador de habilidades
profesionales en estudiantes de diseño gráfico (Cid & Marcillo, 2023). El
objetivo general del proyecto fue optimizar
la calidad de productos gráficos y aportar a la generación de sistemas de
comunicación visuales más eficientes, a través de la resolución de problemáticas
reales. Se escogieron las redes sociales como medios
digitales. Gaona (2009) explica que usar las TIC en el proceso de enseñanza
aprendizaje hace que éste sea más interactivo e innovador, además contribuye al
desarrollo de aprendizajes significativos.
Sandí et al. (2014) señalan que el uso de las TIC en educación permite
desarrollar competencias tecnológicas, fortalecer los procesos pedagógicos en
escenario no tradicionales, concientizar a docentes y estudiantes sobre las
exigencias del mundo actual.
El proceso de
resolución de la problemática detectada en una práctica situada se vio
fortalecido por el trabajo cooperativo, procesos de evaluación y
retroalimentación continua. Todo lo cual potenció la puesta en práctica de
conocimientos y habilidades, favoreciendo la construcción de nuevos
conocimientos (procedimentales y actitudinales). La interacción entre pares y
con los clientes dinamizó los aprendizajes, además de mantener la motivación y
compromiso en el logro de los objetivos planteados ante cada una de las
respectivas problemáticas detectadas (Fischer et
al., 2007).
El trabajo
cooperativo se realizó a través del análisis de las experiencias que cada
estudiante iba desarrollando en la resolución del problema detectado. Esto se
desarrolló en clases a lo largo de todo el proyecto, favoreciendo procesos de
retroalimentación continua entre pares y con la docente. De ese modo los
estudiantes tuvieron la oportunidad de sustentar sus propuestas, brindar
consejos y tips a los clientes. Los estudiantes
asumieron tanto el rol de aprendices como de expertos.
Al finalizar el
proyecto los clientes compartieron observaciones y comentarios a los trabajos
presentados por los estudiantes. En este sentido se comprueba que a través de
esta práctica fue posible la transferencia horizontal, lo que Cobo y Moravec (2011) denominan aprendizajes invisibles.
Además, esta práctica situada cumple la perspectiva de Hernández y Díaz (2015)
quienes explican que el aprendizaje situado es un proceso continuo, que
involucra a personas que se interesan por una realidad, la analizan, y trabajan
sobre ella, teniendo en cuenta aspectos como: la experiencia del sujeto que
aprende, el entorno, la relación con otras personas y la intervención de una
problemática de la realidad. El proyecto mencionado creó una comunidad de
aprendizaje entre estudiantes, clientes y docente.
El análisis de
los resultados del proyecto didáctico ya explicado nos permite afirmar que la
creación de una comunidad de aprendizaje que enfrenta una problemática real en
contextos auténticos logra efectivamente que los educandos participen y se
involucren en la construcción de conocimientos (Cicek et al.,
2017; Hevia & Fueyo, 2018; Nakamura et al., 2018). Cabe mencionar que la mera creación de
la comunidad de aprendizaje no es suficiente. Se requiere de la planificación
por escenarios, así como el uso de estrategias que faciliten la
retroalimentación del proceso y de su evaluación, tanto entre pares, como entre
docente y estudiantes (Canabal & Margalef, 2017; Cid & Marcillo, 2023)
El enfoque
sociocultural del aprendizaje concibe el rol del docente como un agente
mediador que utiliza instrumentos de mediación, los que a su vez influyen en él
una vez que los domina (Wertsch, 1998). Por tanto, el
docente no está exento de sus propios procesos de aprendizajes, especialmente
pedagógicos. Dichos aprendizajes se vuelven visibles y comprensibles a través
de procesos de reflexión críticos sobre la propia práctica: antes, durante y
después de la acción pedagógica (Altet, 2005; Schön, 1998; Zabalza, 2005). De forma
coincidente y recalcando lo cambiante de esta época, Domingo (2021) indica que los
docentes son los principales agentes del cambio en el contexto competitivo y
globalizado del siglo XXI, por tanto:
precisan ser
profesionales critico-reflexivos consigo mismos, que practican la observación,
la indagación en los procesos de enseñanza- aprendizaje y la gestión del aula,
un espacio complejo que se configura como un verdadero ecosistema
permanentemente dinámico (p.4).
Sanjurjo (2009) señala que el docente requiere
dotarse de tiempo y ciertos recursos que le facilitarán el proceso reflexivo
(diarios o bitácoras, rúbricas, grupo de discusión, observación de la práctica
-grabaciones- trabajo cooperativo entre colegas, etc.). Al respecto Steiman (2018) sugiere desarrollar procesos de escritura
sobre la práctica cotidiana, así como la creación de un ámbito reflexivo que
favorezca la socialización de lo escrito.
Otra forma de reflexionar sobre la propia práctica es a través de la
participación en estudios de investigación- acción (Cicek
et al., 2017). En síntesis, para favorecer el aprendizaje de estudiantes y
docentes es necesario implementar procesos de reflexión críticos sobre la
propia práctica pedagógica.
La literatura
especializada y nuestra propia práctica pedagógica nos llevan a sostener que la apropiación pedagógica del modelo del aprendizaje situado facilita
el desarrollo de habilidades profesionales en los estudiantes. A la vez genera
oportunidades para que los docentes se conviertan en aprendices de su propia
práctica pedagógica.
Para finalizar, sugerimos revisar
los siguientes documentos: Biggs, (2006); Biggs y Tags (2011); De Miguel (2006); Diaz (2003); Díaz &
Hernández (2010); Klein, (s.f.); Núñez, (2019); Pimienta (2010); Prieto (2007);
Ordoñez et al. (2011). Estas lecturas permiten conocer estrategias didácticas
participativas, así como procedimientos de evaluación pertinentes al enfoque
del aprendizaje situado.
Conclusiones
El aprendizaje situado es un modelo didáctico pertinente
a las necesidades educativas del siglo XXI, puesto que contempla la incorporación del contexto
sociocultural e histórico al proceso de enseñanza-aprendizaje. Ello prepara a
los aprendices para desenvolverse en su futura práctica profesional (Díaz &
Hernández, 2015; Hevia & Fueyo 2018; Nakamura et al., 2018).
Es decir, los aprendices tienen la oportunidad de construir conocimiento en el
contexto de la cultura en la que se desarrolla la práctica o actividad de
aprendizaje. Dicho proceso implica un acto de participación en comunidades de
práctica, donde los estudiantes interactúan con otros que comparten intereses y
objetivos similares (Brown et al., 1989).
La
implementación del aprendizaje situado requiere que los docentes conozcan en
profundidad tanto el contexto sociocultural del que proceden sus educandos, sus
intereses y aptitudes, así como del campo elegido para realizar la práctica de
aprendizaje (Niemeyer, 2006). Todo ello le será necesario para el diseño e
implementación de las secuencias didácticas. Aunque, esa implementación deberá
ser reforzada por la observación y análisis constante de todo el proceso de
enseñanza aprendizaje.
El aprendizaje
situado contribuye a mejorar las relaciones interpersonales dentro y fuera del
aula. Cuando los aprendices trabajan en objetivos y obtienen logros comunes en
el desarrollo de su práctica, se crea un ambiente positivo de intercambio de
ideas, sugerencias, diferentes alternativas de solución a la problemática,
reflexión sobre las acciones de la práctica, motivación y autonomía (Bakhtiar
et al., 2017). Para ello es importante que el docente conozca los
elementos influyen en la motivación de los estudiantes. De esta manera podrá
crear estrategias de enseñanza a aprendizaje que inciten el interés de los aprendices
(García,
2017).
El Aprendizaje
situado posee la ventaja de ser una metodología que se adapta a cualquier tipo
de contenido y asignatura. Aunque en primera instancia sea más relevante el
individuo y el contexto, no deja de lado la contextualización de la realidad
con la teoría. Esta metodología facilita al estudiante aprehender de la
realidad, para comprender y consolidar sus conocimientos. En cuanto al docente,
necesita apropiarse de los planes de estudio y adaptar las actividades en
función de los escenarios reales en los cuales se aplicarán (Gómez, 2013).
Junto con favorecer procesos de retroalimentación que guíen y motiven a sus
estudiantes. Esto es clave para el logro de los aprendizajes y para el
fortalecimiento de la práctica pedagógica (Canabal & Margalef, 2017).
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(Obra original publicada en 2015)
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