Revisión Bibliográfica

 

 

Salud Mental en el Ámbito de la Educación Superior

Olga L. Cox- Landázuri

Universidad Técnica Luis Vargas Torres, Esmeraldas, y

Jorge F. Gómez- Landázuri

Pontificia Universidad Católica del Ecuador- Esmeraldas.

 

 

 

La correspondencia sobre este artículo debe ser dirigida a Olga L. Cox Landázuri.

Email: tqmlulu@yahoo.es; jorgelago1988@gmail.com

 

 

 

Fecha de recepción: 12 de noviembre de 2023.

Fecha de aceptación: 14 de enero de 2024.

 

 

 

 

 

¿Cómo citar este artículo? (Normas APA): Cox- Landázuri, O.L., & Gómez- Landázuri, J.F. (2024). Salud Mental en el Ámbito de la Educación Superior. Revista Científica Hallazgos21, 9 (1), 111-124. http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/


 


Resumen

La presente revisión ha definido su campo de acción en la Educación Superior con el propósito de explorar la temática de la salud mental y con la esperanza de ofrecer una luz tanto a profesores como a los estudiantes, que les permita comprender su salud mental a partir de lo encontrado en varios estudios sobre el tema. La metodología comprendió la búsqueda a través de un estudio documental, utilizando las palabras clave salud mental, bienestar mental, educación superior, factores de riesgo y estudiante universitario y profesor universitario, combinando las búsquedas con las palabras AND u OR, como algoritmo para refinar la búsqueda de documentos. Se emplearon los motores de búsqueda de Google Académico, Scielo, Dynamed y Medline. Se buscaron artículos originales o revisiones sistemáticas publicadas entre 2020 y 2023, tanto en idioma español como inglés; sin embargo, las investigaciones podían haber recolectado datos desde 2010. Para su análisis se seleccionaron estudios que fueran prospectivos, estudios aleatorios controlados y, de no existir sobre el tema, se escogieron estudios multicéntricos, metaanálisis o retrospectivos. La evidencia internacional presentada demuestra que hay muchos estudiantes y profesores de Educación Superior afectados en su salud mental que no siempre hacen uso de los servicios de salud a su disposición. Este hecho es asociado a barreras estructurales, como pueden ser la escasez de servicios de salud mental o la falta de recursos económicos, pero también a barreras culturales, como es la estigmatización que se asocia a las personas con trastornos mentales.

Palabras clave: salud mental; bienestar mental; Educación Superior; factores de riesgo; estudiante universitario; profesor universitario.

Abstract

This review has defined its field of action in Higher Education to explore the topic of mental health with the hope of offering light to both teachers and students, which allows them to understand their mental health from what was found in several studies on the subject. The methodology included the search through a documentary study, using the keywords mental health, mental well-being, higher education, risk factors, and university student and university professor, combining the searches with the words AND or OR, as an algorithm to refine the document search. The search engines Google Academic, Scielo, Dynamed and Medline were used. Original articles or systematic reviews published between 2020 and 2023 were searched, both in Spanish and English; However, the research could have collected data since 2010. For analysis, studies that were prospective, randomized controlled studies were selected and, if they did not exist on the topic, multicenter, meta-analysis, or retrospective studies were chosen. The international evidence presented shows that there are many Higher Education students and teachers affected by their mental health who do not always make use of the health services at their disposal. This fact is associated with structural barriers, such as the scarcity of mental health services or the lack of economic resources, but also with cultural barriers, such as the stigmatization associated with people with mental disorders.

Keywords: mental health; Mental Wellness; Higher education; risk factors; college student; college professor.

Salud Mental en el Ámbito de la Educación Superior

La salud mental ha sido una condición ampliamente estudiada, estando la Organización Mundial de la Salud (OMS) al tanto y control de todo lo que se ha investigado y avanzado en esta esfera. El sitio web de la OMS, en junio del año 2022, publicó un artículo con el título “Salud mental: fortalecer nuestra respuesta”, donde se ofrecen datos y cifras de amplio interés.

Entre los hechos planteados se dice que existen estrategias asequibles, eficaces y viables para promover, proteger y recuperar la salud mental; que la necesidad de actuar en relación con la salud mental es indiscutible y urgente; que la salud mental tiene un valor intrínseco y fundamental y es parte integral de nuestro bienestar general; y que la salud mental está determinada por una compleja interacción de factores de estrés y vulnerabilidad individuales, sociales y estructurales (OMS, 2022).

Pero ¿qué es la salud mental? En el mismo sitio, la OMS dice:

La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico (OMS, 2022, Párr.1).

Sin embargo, hay un detalle importante y es que no se puede considerar que tener salud mental no implica la ausencia de trastornos mentales, debido a que cada persona vive un complejo proceso que se siente o experimenta de una manera diferente, percibiendo entonces diversos grados de dificultad, estrés, angustia y resultados familiares, sociales y médicos que pueden ser muy diferentes de individuo a individuo.

Para cuidar la salud mental y dentro de la amplia gama de afecciones o trastornos en la salud mental, se incluyen trastornos mentales y discapacidades psicosociales, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva. Entre estos trastornos, los más conocidos son la depresión, la ansiedad, trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia, etc.). Y es que existen factores o determinantes personales, familiares o genéticos, sociales e, incluso ambientales o estructurales, con los que vamos conviviendo en nuestra existencia y que pueden combinarse o asociarse para proteger o dañar nuestra salud mental.

Todos estos factores que influyen, de una u otra forma en nuestras vidas, hacen del estudio de la salud mental un tema de investigación necesario, pero extremadamente amplio. Por ejemplo, ¿se sabe cómo influyen en las personas su situación económica, la desigualdad, la violencia, los hechos sociales, las situaciones o catástrofes ambientales desfavorables? ¿Reaccionan de la misma manera las personas con un bajo nivel educacional y cultural que aquellas que poseen altos títulos universitarios?

La presente revisión ha definido su campo de acción en la Educación Superior con el propósito de explorar la temática de la salud mental, pero restringiendo su valoración a lo que se ha confirmado en ese nivel educacional, con la esperanza de ofrecer una luz tanto a profesores como a los estudiantes, que les permita comprender su salud mental a partir de lo encontrado en varios estudios sobre el tema.

Método

Se realizó un estudio documental, utilizando las palabras clave salud mental, bienestar mental, educación superior, factores de riesgo, estudiante universitario y profesor universitario, combinando las búsquedas con las palabras AND u OR, como algoritmo para refinar la búsqueda de documentos. Se emplearon los motores de búsqueda de Google Académico, Scielo, Dynamed y Medline. Se buscaron artículos originales o revisiones sistemáticas publicadas entre 2020 y 2023, tanto en idioma español como inglés; sin embargo, las investigaciones podían haber recolectado datos desde 2010. Para su análisis se seleccionaron estudios que fueran prospectivos, estudios aleatorios controlados y, de no existir sobre el tema, se escogieron estudios multicéntricos, metaanálisis o retrospectivos. Se encontraron un total de 109 artículos que cumplían los criterios de inclusión, de los que se seleccionaron 43 cuya relevancia y pertinencia nos permitía presentar un punto de vista actualizado del tema objeto de estudio.

Desarrollo

Una buena salud mental implica nuestro bienestar emocional, psicológico y social. También nos ayuda a determinar cómo manejar el estrés, relacionarnos con otras personas y tomar decisiones. Pero es un hecho que ante la presencia de ciertos trastornos o problemas, se afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos.

En el estudio de Herrera (2022), se plantea que se puede evidenciar que la salud mental es un elemento esencial y vital para el desarrollo de los seres humanos, no solo en su individualidad, sino también en el aporte que pueden hacer a la construcción de comunidad, “en las personas, la forma de sentir o pensar acerca de algo está influido directamente por los factores del entorno, en especial la cultura” (Estrada et al., 2011, p. 48). Ya aquí comenzamos a visualizar por qué es necesario analizar la salud mental en los centros de Educación Superior.

Cuando se trata de emociones puede ser difícil saber qué es normal y qué no. Pero los problemas de salud mental tienen signos de advertencia y otros de alarma. Es importante determinar, en primer lugar, cuáles son los factores que se asocian a problemas de la salud mental.

Según la OMS (2022), hay factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética, que pueden hacer que unas personas sean más vulnerables que otras a las afecciones de salud mental. En el contexto académico, por ejemplo, el acoso escolar es un importante factor de riesgo de las afecciones de salud mental.

En la revisión de Martínez et al. (2021), que incluyó un metaanálisis sobre la salud mental de estudiantes chilenos de Educación Superior, encontraron veintiséis estudios que reportaron factores asociados a la salud mental. El género femenino se asoció con mayor presencia de síntomas ansiosos, depresivos y malestar psicológico (Antunez & Vinet, 2013; Baader et al., 2014; Barrera et al., 2019; Cova et al., 2007; Fritsch et al., 2006; Pérez et al., 2011; Rossi et al., 2019), así como con una mayor intensidad de síntomas de estrés postraumático (Caro & Cova, 2012) y mayor prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria (Baader et al., 2014). Sin embargo, Cuenca et al. (2020) plantean que “la revisión de la literatura pone de manifiesto el vacío del conocimiento en la salud mental del adolescente universitario, sobre todo en el sexo femenino, quién se encuentra en una situación de vulnerabilidad para desarrollar diferentes trastornos mentales” (p.694).

Otros factores asociados con la presencia de síntomas ansiosos y depresivos fueron una menor autoestima y satisfacción con la vida (Pérez et al., 2011), menores niveles de apoyo social percibido (Barrera et al., 2019), nivel socioeconómico bajo (Antunez & Vinet, 2013; Pérez et al., 2011), vivir en zonas rurales e identificarse con una etnia mapuche (Antunez & Vinet, 2013).

Algunos factores fueron específicamente asociados a síntomas depresivos, como un peor desempeño en subescalas de autonomía, falta de relaciones positivas con otros y propósito en la vida (Rossi et al., 2019), el estrés académico (Cova et al., 2007), y haber sufrido experiencias de coerción sexual (Ilabaca et al., 2015), así como presentar trastornos de la conducta alimentaria y consumo problemático de alcohol (Baader et al., 2014).

Los estudiantes de menor edad y aquellos que profesaban una religión reportaron mayores niveles de satisfacción con la vida (Pérez et al., 2011). También se encontró un conjunto de estudios que mostró que los estudiantes que mantienen hábitos de alimentación saludables reportan un mejor estado de salud mental y mayor satisfacción con la vida (Orellana et al., 2016; Schnettler, Denegri, et al., 2015; Schnettler, Grunert, et al., 2017; Schnettler, Hoger, et al., 2017). Otro estudio observó una menor calidad de vida relacionada con la salud en mujeres y estudiantes de menor nivel socioeconómico (Molina et al., 2017; Sepulveda et al., 2018), egresados de colegios municipales y subvencionados, aquellos con enfermedades crónicas o discapacidad, y entre estudiantes pertenecientes a carreras con mayor carga académica (Molina et al., 2017).

La situación de salud mental específica de los estudiantes universitarios

Cuenca et al. (2020) valoran como indudable que “en la etapa de vida universitaria existen factores de riesgo dentro de un escenario en que sus pares” (p.689), donde hay predisposiciones compartidas, tanto de comportamientos saludables como no saludables. Es un momento donde se mezclan un conglomerado de variables bio- psico- socioculturales y espirituales que van a permitir éxito o el fracaso en la nueva etapa de vida (Iriarte et al., 2018).

En solo dos estudios se reportó información sobre búsqueda de ayuda por problemas de salud mental en la población universitaria. Según el estudio de Cova et al. (2007), 17% de los estudiantes ha percibido alguna vez necesitar ayuda de un profesional de la salud mental y un 2% ha experimentado acentuadamente esta necesidad. Asimismo, 2,5% declaró estar actualmente en tratamiento por un problema de salud mental (38% de éstos por un diagnóstico de depresión). El estudio de Salinas et al. (2018) sugiere que las variables que se asocian significativamente con la búsqueda de ayuda psicológica son las creencias y expectativas sobre la psicoterapia. Por el contrario, las variables sociodemográficas, como la edad, sexo, etnia y nivel socioeconómico, no se asociaron con la intención de buscar ayuda psicológica (Martínez et al., 2021). Tampoco lo hicieron los antecedentes clínicos y las variables psicológicas como tratamiento psicológico previo, consumo de fármacos, síntomas depresivos, ansiosos o de estrés, o apoyo social percibido (Salinas et al., 2018).

En nuestra región latinoamericana se debe profundizar en el estado de la salud mental del adolescente universitario. Gaete et al. (2014) expresa que los adolescentes tienen una alta prevalencia de trastornos psiquiátricos, siendo los más frecuentes las conductas depresivas y suicidas, la ansiedad, diferentes problemas de conducta y déficit en la atención, cognición y aprendizaje.

Por otro lado, los padres o representantes legales de los adolescentes, aún cuando ya sean universitarios, desconocen lo que hacen en su tiempo libre, como fumar, sumado al consumo de alcohol (50,9%) (Zander et al., 2018). Los factores sociales, psicológicos, culturales y de otros tipos pueden interactuar para conducir a determinados adolescentes hacia el comportamiento suicida, pero debido a la estigmatización de los trastornos mentales y el suicidio, muchos estudiantes sienten que no deben pedir ayuda (Alarcón, 2019).

En el Ecuador, Moreta et al. (2021), en el estudio “Salud mental en universitarios del Ecuador: síntomas relevantes, diferencias por género y prevalencia de casos”, plantean que los jóvenes forman parte de poblaciones estudiantiles, lo cual incide en el rendimiento y la proliferación de conductas de riesgo que comprometen la vida estudiantil y la productividad. Según sus referencias, se estima que el grupo de los universitarios, frente a otros, es el que más problemas mentales presenta (Moreira & Telzer, 2015); tanto que en las últimas décadas es uno de los que más ha aumentado en cuanto a alteraciones mentales (Del Pilar, 2009). Y lo ejemplifican de con los siguientes datos:

Entre los efectos de las alteraciones mentales, tanto transitorias como consolidadas, en los universitarios, se evidencian conductas de riesgo, como el manejo inadecuado de la sexualidad, el consumo de sustancias y la ideación suicida (Poorolajal et al., 2017); además de dificultades en el desempeño académico y la adaptación escolar (Lipson et al., 2019). Por otra parte, este riesgo puede verse acrecentado, debido a que los estudiantes por diversas razones no usan oportunamente los servicios de asistencia social y de salud (Khodarahimi & Fathi, 2016).

Pero preocupante es la mención que hacen al estudio de Poorolajal et al., (2017), donde encontraron que el 41% de los estudiantes en ciencias médicas de una universidad pública de Irán reportaron problemas psicológicos, en especial de orden somático, ansioso con problemas de sueño y depresivo, asociados al estrés académico (Moreta et al., 2021, s/p). Y es que se supone que esta masa estudiantil es la mejor preparada para enfrentar situaciones de estrés y ansiedad, lo que empeora al somatizar los síntomas.

Lo importante de esa investigación de Moreta y colaboradores es que se realizó con estudiantes universitarios ecuatorianos. Según los resultados encontrados, hay condiciones de malestar psicológico en la muestra, de forma tal que el 24,7% de los estudiantes puntuaron para probables casos con condiciones de alteraciones mentales significativas. También se reportó una mayor prevalencia de casos en participantes de universidades privadas que públicas y en estudiantes que cursan niveles de estudios superiores. Estos resultados tienen similitudes con los hallazgos de Lipson et al. (2015), al señalar el factor contextual del centro universitario en la generación de carga sintomatológica con el probable nivel de estrés al que se exponen, y que afecta la condición mental.

Por su parte, Orosco et al. (2022) encontraron que varios investigadores han promovido la construcción de una concepción del trabajo como generador de bienestar y salud (Uribe et al., 2015; Vázquez, 2017); y el personal docente de las universidades no ha quedado fuera de esta tendencia, pues se han encontrado diversas investigaciones que buscan analizar y promover los factores psicosociales que pudieran influir positivamente en la salud y bienestar de los docentes universitarios (Montoya et al., 2017; Pérez et al., 2017; Tacca & Tacca, 2019).

Y es que el docente universitario se vincula a factores psicosociales que lo relacionan con la institución de Educación Superior. Ese compromiso que asume tiene un gran peso sobre su motivación laboral según el clima que se viva y con ello va implícita la calidad de su desempeño y permanencia su universidad (Dávila de León & Jiménez, 2014; Rosas, 2017).

La valoración que hacen Cohen y Veled-Hecht (2010) muestra que los factores psicosociales en el trabajo del profesor universitario se relacionan directamente con el compromiso afectivo que va creciendo en la misma medida que más se involucra en su labor docente. Esta dimensión se manifiesta por la percepción emocional, mientras que los componentes del compromiso normativo dependen de la valoración cognitiva que hace el docente de su centro universitario y sus autoridades.

Para realizar la tarea educativa con la calidad que se necesita, es necesario que el profesor cuente con la capacitación precisa como un elemento que influye en su bienestar mental y por tanto en su desempeño (Rodríguez et al., 2020). Y es que si el profesor recibe la inducción que requiere para cumplir con su actividad laboral específica, así como la forma y vía en que se incorporan nuevas tareas a su diario quehacer, se logra su sana vinculación con la universidad o centro de enseñanza superior (Zhenyuan et al., 2018).

Se torna interesante confirmar que, a menor incertidumbre sobre la estabilidad laboral, mayor compromiso organizacional, con relaciones más significativas con el compromiso afectivo (Calderón et al., 2015; Uribe et al., 2015). Por lo tanto, mejor salud mental en el equipo de profesores.

Orosco et al. (2022) llegan a la conclusión que la suma de las interacciones y emociones positivas favorecen no solo el vínculo estable de los profesores con la organización, sino también que “resalta la necesidad de retomar el lado humano de la tarea del docente universitario, con el fin de favorecer el desarrollo de condiciones que le permitan integrarse, desarrollarse e interactuar de manera positiva dentro de las instituciones educativas” (p.51).

Conclusiones

Los Estados Miembros de la OMS se han comprometido a aplicar el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030. Su objetivo es mejorar la salud mental por medio de liderazgos y gobernanzas más eficaces (OMS, 2022).

La evidencia internacional presentada en esta revisión demuestra que hay muchos estudiantes de Educación Superior afectados en su salud mental que no hacen uso de los servicios de salud a su disposición. Este hecho es asociado a barreras estructurales, como pueden ser la escasez de servicios de salud mental o la falta de recursos económicos, pero también a barreras culturales, como es la estigmatización que se asocia a las personas con trastornos mentales.

Ante lo presentado en esta revisión, es necesario comprender y reflexionar sobre el tema de salud mental en este grupo etario con miras a detectar las conductas de riesgo prevalentes para contribuir a la reducción de enfermedades mentales graves en este sector de la población, garantizando de esa forma el normal desenvolvimiento del futuro profesional. Es importante subrayar que todo joven, en su desarrollo y crecimiento, necesita del reconocimiento y apoyo familiar, por medio de la comunicación y la relación familiar afectiva. Esto se constituye en la esencia que proporciona madurez para la toma de decisiones hacia conductas positivas y, a su vez, favorece el desarrollo de la autoestima y de responsabilidades como futuro profesional.

Las evidencias presentadas de las publicaciones sobre la salud mental del universitario demuestran que se requiere valorar, monitorear y realizar el seguimiento de los casos que presentan algún tipo de condición o trastorno que se vinculen o afecten la salud mental, para prevenir situaciones de riesgo que se producen durante el proceso docente- educativo.

De igual manera, la revisión de la literatura pone en evidencia las lagunas de conocimiento en la salud mental del estudiante universitario, sobre todo en el sexo femenino, por su situación de vulnerabilidad; pero se demuestra que hacen falta más estudios sobre la salud mental de los futuros profesionales. En estas lagunas se ven más pronunciada la falta de investigaciones sobre los profesores de la Educación Superior.

Los trabajadores propios de la salud pueden contribuir de modo importante, realizando actividades de promoción y prevención en los centros de enseñanza superior, facilitando la colaboración y la coordinación entre los ministerios involucrados.



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